LA FUERZA DE LA RESILIENCIA

Andres volvió a su lugar sin contarle a sus amigos lo sucedido, quería ver a la empleada pero entre tanta gente no podia, pero tampoco se explicaba porque no reaccionaba con las mujeres que había intentado tener relaciones para que funcionara, pero de la nada con un toque a otra mujer reaccionó.

Isairi atendía una mesa y otra, cuando tenía tiempo iba a los baños y llamaba a su madre para saber de su hija, Andrés no pudo ver más a la mujer y se fue con la incógnita, Ese día estaba Isairi de cumpleaños, a las cinco de la mañana Isairi llegó a su casa y encontró a su madre llorando por dolor de espalda que le hacía doler el pecho y fiebre, Isairi llamó un taxi se fue a la clínica con su madre e hija porque no tenía con quien dejarla.

Cuando llegaron a la clínica ingresaron a urgencias, Isairi con su hija ya de tres meses en brazos, le dijeron que si la niña no tenía nada no podía estar en la clínica, pero Isairi explicó las razones y ellos entendieron; Eneida explicó todo lo que sentía, el médico le dijo que no omitiera ningún detalle.

ENEIDA: Ya tengo rato que me da dolor en las manos, fiebre, me salen algunas manchas en las piernas y abdomen, también unas bolsas como de sangre en la boca.

ISAIRI: Mami... porque no me habías contado, te preguntaba y siempre me decías que estabas bien.

ENEIDA: No quería preocuparte, Isairi no quiero que te enfermes de la preocupación.

ISAIRI: No mami, ahora me preocupó más.

El médico escuchó la conversación de madre e hija, decidió hacer exámenes profundos y la dejo en observación mientras obtenían los resultados, Isairi durmió en una silla mientras Asha dormía con su abuela, Isairi agradecía que su hija era una niña bien portada, no era llorona, solo cuando tenía hambre, a las siete de la mañana entró una enfermera para sacar sangre a Eneida, Isairi no sintió nada, estaba muy profunda en su sueño porque estaba trasnochada por el trabajo.

Eneida dejo escapar unas lágrimas al ver a su hija, le preguntaba a Dios hasta cuando sería la prueba que iba a superar junto a su hija, pero que le dejaba todo en sus santas manos. A las diez de la mañana ingreso el médico con los resultados de los exámenes, en ese momento fue que Isairi despertó, miró a su madre y al doctor y dijo.

ISAIRI: Ya... ¿está todo bien?

El doctor la miró y después a Eneida y le preguntó cómo se sentía, ella le dijo que bien, na no tenía dolor, pero el médico le dijo.

● Bueno, tiene que mantenerse tranquila, no se puede estresar, no haga fuerzas, manténgase relajada y con una dieta alimenticia que se le va a dar.

ENEIDA: ¡Al grano doctor! ¿Porque tanta recomendación?

ISAIRI: ¿Qué pasa doctor?

● Señora, usted tiene lupus, pero con tratamiento se mantendrá.

ENEIDA: No... yo no puedo estar enferma.

Eneida comenzó a llorar, no quería morir dejando a su hija desamparada junto a su nieta, tampoco queria que su hija sufriera por su enfermedad, Eneida estaba que enloquecía, Isairi abrazo a su madre, como enfermera sabía lo que era esa enfermedad, le dio ánimo a su madre en medio de lágrimas diciendo.

ISAIRI: Tranquila mami, de esta salimos, somos mujeres fuertes, ahora más que nunca... más que nunca debemos mantenernos firmes, Dios.... nos esta poniendo a prueba, o.. no se si el o será otra cosa para que reneguemos de Dios, pero no lo vamos a hacer, ahora más que nunca debemos tener fe en el, todo esto pasará, pero firmes en la fe.

Isairi hablaba dándole ánimo a su madre, pero también para convencerce ella que todo va a salir bien, ella había escuchado que las palabras tenían poder, y quería creer que así era, por eso hablo con convicción. Ese día le dieron la salida con un tratamiento a Eneida, cuando salieron de la clínica para llamar un taxi había un señor sentado en el andén, estaba sucio coestabaa y una receta en la mano, pero no estaba pidiendo limosna, esta muy pensativo.

Isairi se acercó con su madre e hija, el hombre las miró y les sonrió, pero no les dijo nada, a lo que Eneida dijo.

ENEIDA: ¿necesita ayuda? Si va a reclamar medicina es en el segundo piso.

ISAIRI: ¿Está solo?

El hombre bajo la mira apenado, después miró a Isairi para responder con mucha vergüenza.

■ Estoy solo, no sé quien soy, si tengo familia o no, ¿no se que pasó?

ISAIRI: ¿No tiene a donde ir?

■ No se de mi familia, vivo en la calle, donde me agarre la noche, me enfermé y me atendieron en en centro de salud, mandaron un tratamiento, pero tengo que comprar las medicinas.

ENEIDA: ¿Por qué no sabe de su familia?

■ No me acuerdo de nada, no se quien soy.

El hombre comenzó a llorar, Isairi se le salieron las lágrimas al ver al hombre llorar, no queria dejarlo a la intemperie después de saber por lo que estaba pasando, ella no tenía dinero, junto a su madre estaban pasando por una situación económica bastante complicada, ella miró a su madre, con la mirada le dijo lo que queria, Eneida le entendió y movió la cabeza en señal de afirmación.

Isairi sonriente y muy emocionada agarro al hombre del brazo para levantar levantarlo diciendo.

ISAIRI: Vamos a nuestra casa, no estamos bien económicamente, pero tenemos un techo y algo de comida.

El hombre se emocionó, le agradeció a las dos mujeres por el gesto. En ese momento Asha comenzó a fastidiarse, Isairi sabía que tenía hambre e inmediatamente le preparo un tetero y le dio de comer, él hombre miró con ternura a la niña, en ese momento le llegó una imagen de él cargando un niño, no entendía por qué llegó a su mente esa imagen.

Eneida lo agarro del brazo y camino junto a el para subirse a un taxi que había dejado una persona en el lugar, durante el trayecto todos iban en completo silencio, cada uno iba sumergido en lo suyo, Eneida pensando en su enfermedad y su hija, Isairi en Eneida su situación económica y el hombre que no sabía quién era. Ese día el cumpleaños pasó desapercibido.