Amor del Granjero

Vira las espaldas y sale dejándome allí, pero qué mujer terca, ya me estaba enojando porque me preparé por completo y no le afecté en nada, continuó con su pose.

Al principio creí que me había mirado diferente, pero luego me dio un montón de planillas en la mano y parecía que estaba frente a otro hombre, ni pucheros, ni risitas, solo trabajo; casi le doy un golpe a esa gorra para poder ver su cabello rojo caer sobre sus hombros como aquel día en la casa de alimentos.

Oigo unos gritos y voy a la puerta de la casa a ver qué sucede; ella está montada en un caballo negro y acorrala un buey de raza brangus blanco, llevándolo al corral. Es tan buena amazona que el buey llega y entra sin más problemas.

Ella pasa la pierna por encima del caballo y salta al suelo ya hablando con su capataz.

—Déjalo ahí en el corral y dile a los chicos que vayan a reparar la cerca porque hizo un agujero, hay tres tramos de cerca en el suelo, agarra tablones nuevos y arreglen el agujero antes de que el ganado se mezcle.

—Sí, señora.

"Bia"

Me quito la gorra y voy en dirección a la ducha, veo a Alessandro en la puerta, le digo:

—¿No te has ido todavía?

—Decidí darte otra oportunidad, el Diamante es muy bonito.

—Sí, lo es, pero es un buey cabezón, y quiere estar en medio de las novillas, y comencé el protocolo de ellas, no quiero que lo estropee.

—¿Qué macho no quiere estar con una hembra bonita, verdad?

Estoy refrescándome bajo la ducha, lo miro de reojo, ¿será que me está coqueteando? No... él tiene a la mujer que quiera a su alcance, yo soy solo una campesina pobre.

Voy a tomarlo a broma.

—Pero mis hembras no pueden hacer lo que quieren, van a seguir vírgenes un tiempo más, hasta que decida que pueden.

—Eres muy mala, el deseo no debería ser controlado.

—Voy a cambiar este overol sucio y ya vuelvo para terminar nuestra reunión.

—Está bien, te espero.

“Bia”

Voy a mi cuarto, cambié el overol por otro, pero mi cabello aún está mojado, lo dejé suelto, volví a la oficina; Alessandro parece concentrado en los papeles.

Crucé la sala y me senté, esperé un poco y pregunté:

—¿Está dentro de tu estándar? Si necesitas cambiar algo solo dilo.

Él levanta los ojos y me queda mirando, y dice:

—Eres muy bonita, me pregunto cómo debe ser tu cuerpo dentro de ese overol.

—Señor Alessandro, nuestro asunto es solo comercial, no tengo interés en saber si usted me encuentra bonita o no.

—Pero puedo decirte que te encuentro bonita, ¿quieres salir conmigo? Te llevo a conocer mi granja, ¿qué te parece?

—Nuestra reunión ha terminado aquí, usted está cruzando los límites, no le di pie a eso, si hice algo que usted interpretó mal, lo lamento.

—La única cosa que hiciste fue ser tan bonita así, puedo mostrarte que soy mucho más hombre que ese grupo que te rodea.

—Salga de mi casa, no vuelva más, no me gusta ser tratada como un objeto.

Él se levanta pero en lugar de irse, se acerca a mí, me sorprende y me planta un beso; por un momento perdí el suelo, besa bien o yo que nunca había besado a un hombre de verdad, está con las dos manos sosteniéndome, una en mi cintura y la otra detrás de mi cabeza, cuando ve que no reacciono para salir de su abrazo, empieza a profundizar el beso, pone su lengua a jugar con la mía, la sensación responde en medio de mis piernas, ¿seré que me volví loca? ni conozco a este hombre, me trató como un objeto y aun así estoy en sus brazos; él baja la mano que tiene en mi cintura hacia mi trasero, yo le doy un empujón y me alejo.