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Entre el Deber y el Deseo

Entre el Deber y el Deseo

Status: Terminada
Genre:Venganza / Matrimonio contratado / Mujer poderosa / Matrimonio arreglado / Completas
Popularitas:10
Nilai: 5
nombre de autor: Dana Cardoso

A los dieciséis años, fui obligada a casarme con Dante Moretti, un hombre catorce años mayor, poderoso y distante.
En sus ojos, nuestro matrimonio era solo un contrato; en los míos, era amor.
Fui enviada al extranjero para estudiar y, durante cinco años, viví con la esperanza de que algún día él realmente me viera.
Ahora, graduada y decidida, he vuelto a Florencia.
Pero lo que encuentro me destruye: mi esposo tiene a otra mujer y planea casarse de nuevo.
Solo que esta vez no será a su manera. Ya no soy la chica ingenua que dejó partir.
He vuelto para reclamar lo que es mío: el nombre, la fortuna, el respeto… y quizá, mi lugar en su cama y en su corazón.

NovelToon tiene autorización de Dana Cardoso para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 5

(Punto de vista de Dante)

No era la primera vez que bajaba a la cocina en medio de la madrugada.

Era el único lugar de la casa donde el silencio me dejaba pensar.

Pero, esa noche, no quería pensar.

Solo quería no sentir.

Desde que Bianca había regresado, me había estado escondiendo detrás del trabajo. Reuniones que podían esperar, informes que ya había leído dos veces, horas extra en la oficina solo para evitar lo inevitable: mirarla.

Y aún así, ahí estaba yo, solo, con una taza de café frío en las manos y la mente llena de ella.

El sonido de los pasos vino suave, casi imperceptible, pero bastó.

Mi cuerpo lo reconoció antes incluso de que me girara.

Y entonces, la voz — dulce, atrevida, demasiado familiar.

— Marido…

Tardé algunos segundos en reaccionar. Cuando me giré, ella estaba ahí — parada en la puerta, envuelta en seda blanca, el cabello largo suelto cayendo por los hombros.

Por un instante, pensé que era un espejismo.

Bianca.

No la niña de antes — la mujer que el tiempo había transformado.

La bata ligera no conseguía esconder el cuerpo que el tiempo tardó cinco años en esculpir la mirada firme, la misma dulzura disfrazada de valentía. Ella está aquí frente a mí hermosa… y peligrosa.

Y lo peor de todo es que, incluso después de cinco años, bastó una mirada para que me perdiera de nuevo.

Seguimos con una conversación que parecía fría más en mí la voz me quemaba.

Ella estaba más madura. Más dueña de sí.

Más mujer. Ella sonrió — aquella misma sonrisa pequeña y llena de luz.

— Has crecido, Bianca. Estás más alta.

— Y tú sigues igual. Solo un poco más cansado.

Sí. Cansado de huir.

Cansado de intentar fingir que no me importa.

El silencio se alargó, denso, casi confortable.

Pero entonces, ella habló — y cada palabra fue un golpe preciso.

— Trabajar es tu manera de evitarme, ¿no es así?

Debía negarlo. Debía decir cualquier cosa. Pero su mirada me calló.

Porque era verdad.

Ella me vio. Vio a través de todas mis excusas, como siempre hizo.

Y por un instante, el aire pareció faltar.

— No estoy aquí para molestarte — dijo ella. — Solo quería ver al hombre con quien me casé.

Ella dio algunos pasos tímidos en mi dirección y fijé mi mirada en ella pues necesitaba mantenerme firme. Y de repente más cerca y cerca... no conseguí moverme solo acepté su abrazo. Mi respiración pesada más aún así pude sentir el olor de su cabello. Cerré mis ojos para que pudiese profundizar en aquel olor.

— Te extrañé. Cuando ella dijo eso yo deseé confesar lo mismo más mi cobardía no me deja, cuando poco a poco fui levantando mis brazos para retribuir el abrazo ella se alejó.

Ella se giró y salió, y yo casi pedí que se quedara.

Pero la voz no salió.

Ella se detuvo en la puerta, miró por encima del hombro y susurró:

— Buenas noches, marido.

Cerré los ojos.

— Buenas noches, Bianca.

El sonido de sus pasos desapareció en el corredor, y me quedé ahí, inmóvil, con el sabor amargo del café y el dulce de la añoranza quemando en el pecho.

Porque, por más que quisiera negarlo, ella aún era mi punto débil.

Y tal vez siempre lo sería.

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