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Las Sombras Del Rey

Las Sombras Del Rey

Status: En proceso
Genre:Romance / Maestro-estudiante / Apoyo mutuo / Batalla por el trono / Grumpyxsunshine
Popularitas:744
Nilai: 5
nombre de autor: IdyHistorias

Uno asesina, otro espía, otro envenena y otro golpea y pregunta después. Son solo sombras. Eliminan lo que estorba, limpian el camino para quien gobierna con trampas y artimañas.

No se involucran. No se quiebran.

Pero esta vez, los cazadores serán cazados.

Porque hay personas que no preguntan, no piden permiso, no se detienen.

Simplemente invaden… y lo cambian todo.

NovelToon tiene autorización de IdyHistorias para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cómo convertir un mocoso frágil en uno desastre menos patético

Había tomado una decisión. Si Rowen iba a estar conmigo por un tiempo indefinido, no podía permitir que siguiera siendo tan... frágil. Si los prestamistas u otro peligro lo encontraban, no duraría ni un segundo. Así que me propuse enseñarle lo básico de defensa personal. Al menos, que supiera sostener una daga sin parecer que se la quitarían de las manos con facilidad.

El mocoso era rápido, eso tenía que admitirlo, pero sus ataques carecían de fuerza. No era su culpa; sus brazos delgados no ayudaban, y eso no se cambiaba de la noche a la mañana. Aun así, lo presioné, haciéndolo repetir los movimientos con la espada corta que le presté, luego con la daga. Incluso le enseñé un par de técnicas con la lanza, aunque el espacio del taller era limitado.

—Más fuerza en los brazos, Rowen —le dije, esquivando su intento torpe de ataque—. Y deja de ser tan predecible. Si yo puedo anticipar tu siguiente movimiento, cualquiera que sepa un poco de pelea lo hará.

Rowen resopló, visiblemente frustrado.

—¿Cómo demonios voy a poner más fuerza si mis brazos son palillos? —replicó con su habitual tono sarcástico.

—Entrenando. Así es como lo hacemos los hombres de verdad.

Me lanzó una mirada de cansancio, como si estuviera harto de escucharme hablar.

Finalmente, tras una buena sesión de sudor y cansancio, decidí que ya era suficiente por hoy. No tenía intención de matarlo por sobreesfuerzo.

—Ve preparando el baño —ordené, mientras guardaba las armas—. Yo puedo nadar en agua helada si una misión lo requiere, pero prefiero algo caliente ahora que el frío comienza a sentirse.

Rowen, como siempre, sin ganas de discutir, asintió y se fue a preparar los cubos de agua. Me quité la ropa sucia y estiré los músculos adoloridos en mi habitación. Era cierto que el mocoso tenía potencial, pero le faltaba mucho para alcanzar mi nivel. Mientras lo esperaba, recordé su torpeza durante el entrenamiento, y cómo intentaba con todas sus fuerzas no parecer débil.

Cuando salí hacia el baño, lo encontré aún adentro, echando los últimos cubos de agua caliente. Me miró un segundo y pude notar cómo sus mejillas se encendieron, completamente rojas. Desde las orejas hasta el cuello, estaba todo un espectáculo.

Me acerqué, sonriendo de lado.

—¿Qué pasa, mocoso? —pregunté, con un tono burlón—. Si sigues entrenando, tal vez dejes de ser tan flacucho. Quizás incluso tengas algo que mostrar. No te vendría mal.

Rowen salió disparado de la habitación, lanzando un "idiota sin cerebro" antes de desaparecer por la puerta. Reí mientras lo veía irse. Era demasiado fácil provocarlo.

Me hundí en el agua caliente, relajándome. Mi mente volvió a Rowen. Seguro nunca había estado con una chica, o al menos eso parecía. Cada vez que una clienta le lanzaba una sonrisa coqueta, se ponía nervioso, como si no supiera qué hacer. Y ahora, después de verme sin ropa y con el sudor del entrenamiento, había reaccionado como si nunca hubiera visto a alguien así. Su torpeza era... curiosa.

La mañana siguiente llegó con un mensaje. Una misión sencilla, de esas que hacía sin pensarlo demasiado, pero decidí que sería útil llevar a Rowen. Si iba a seguir conmigo, al menos debía aprender a moverse en las sombras sin ser detectado.

Le conté mientras desayunábamos, solo para ver su reacción. Su expresión era de duda, como siempre, intentando encontrar la trampa en mis palabras.

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó, ladeando la cabeza.

—No lo necesito, pero es mejor que aprendas ahora. Solo tienes que ser cuidadoso y no dejar que te vean.

Después de unos segundos de reflexión, finalmente aceptó.

Preparamos nuestras cosas en silencio. Él, como de costumbre, ajustó su gorra sin intención de quitársela. Lo dejé pasar, aunque le recordé las reglas básicas: ser silencioso, usar las sombras y, sobre todo, no subestimar a nadie.

La misión era rutinaria. Un deudor más que había cometido demasiados errores. Bastó un movimiento rápido para despacharlo. Cuando giré para buscar a Rowen, no lo vi de inmediato. Me tomó unos minutos encontrarlo, escondido entre las sombras como le había enseñado. Lo estaba haciendo bien, pero quedaba mucho por aprender.

De vuelta al taller, el silencio pesaba un poco más. Había algo en la manera en que Rowen me miraba que indicaba que aún no había digerido lo que había visto.

—No se a quien molesto ese infeliz, pero agradezco que ya no exista más ¿Así son todas tus misiones? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y seriedad.

—No todas, pero muchas —respondí con franqueza.

Rowen asintió, como si esa respuesta fuera suficiente. Después de la cena, observé a Rowen mientras organizaba las herramientas del taller. Era extraño cómo, de alguna manera, había aceptado lo que hacía, aunque no le gustara. Y, lo más sorprendente, era que tampoco me juzgaba por ello. Esa indiferencia, o quizás comprensión, me tranquilizaba más de lo que me atrevía a admitir.

Con la mirada fija en él, no pude evitar preguntarle:

—¿Me tienes miedo?

Rowen levantó la vista, sorprendido por la pregunta. Luego sonrió con ese sarcasmo que se le daba tan bien.

—Al oso que come tantos dulces, no.

Reí. Me gustaba esa honestidad desafiante. Era refrescante. No muchos se atrevían a ser tan directos conmigo, y mucho menos a bromear sobre mis debilidades.

Sin embargo, en un tono más serio, le dije:

—Lo entenderé si algún día decides irte... lejos de todo esto.

Rowen me miró fijamente, sin rastro de sarcasmo esta vez. Su voz salió firme, con una convicción que no había escuchado antes.

—De alguna forma... nos hemos hecho familia. Y la familia no se abandona.

Esas palabras me golpearon más fuerte de lo que esperaba. No respondí, pero algo dentro de mí se agitó, haciéndome sentir una mezcla de emociones que no podía identificar del todo. Solo asentí, dejando que el silencio entre nosotros dijera lo que yo no podía.

Esa noche, mientras me recostaba, no podía dejar de pensar en lo que Rowen había dicho. "Familia". Esa palabra resonaba en mi mente, haciéndome cuestionar muchas cosas. Lo que habíamos formado, esa rutina extraña, no era algo que hubiera planeado. Rowen había logrado hacerse un lugar en mi vida sin que me diera cuenta. Y eso, por más que intentara ignorarlo, empezaba a sentirme...realmente en casa.

La monotonía de una noche sin misiones pesaba en el aire. Para romper el silencio, decidí insistir en lo que había intentado enseñarle varias veces: las runas para formar escudos. Pero, como en todos los intentos anteriores, Rowen no lograba captar el concepto.

Suspiré, frustrado.

—Quizás el problema soy yo —murmuré para mí mismo.

Le pedí que trajera un libro de la estantería, uno que podría ayudarlo a entender mejor. Rowen, sin pensarlo, se estiró para alcanzarlo, pero su estatura le impedía llegar. Me acerqué para tomarlo yo mismo y, como era de esperarse, su actitud desafiante apareció una vez más.

—Si lo ibas a tomar tú, ¿para qué me mandaste? —me espetó, su tono lleno de ironía.

No pude evitar reír. No por la broma en sí, sino por lo mucho que me gustaba esa chispa desafiante en él. Me acerqué un poco más, con el libro olvidado entre mis manos, pensando en alguna respuesta sarcástica o un gruñido para seguir con nuestro habitual juego.

Pero algo en su mirada me detuvo. Sus ojos me miraban con una intensidad que no había visto antes, y de repente, el aire entre nosotros se sintió diferente. Más denso, cargado de algo que no podía identificar.

Antes de que pudiera procesarlo, Rowen cerró el espacio entre nosotros y juntó sus labios con los míos. Y, para mi sorpresa, no sentí rechazo. Al contrario, el deseo me golpeó con fuerza, visceral y profunda, y le devolví el beso sin pensarlo.

Este contacto... esta cercanía... No era algo a lo que estuviera acostumbrado. No desde hace muchos años.

¿Qué demonios estaba haciendo?

Esto no era parte del plan. Él es un mocoso, uno al que había decidido proteger, no... esto.

Me separé de golpe, tan bruscamente que apenas pude ver la expresión de confusión en su rostro. Rowen se dio cuenta de lo que acababa de pasar, y sin decir una palabra, salió corriendo a su habitación.

Me quedé quieto, inmóvil. El peso de lo que acababa de suceder me aplastaba. ¿Qué significaba esto? ¿Qué me estaba pasando? Jamás me había visto afectado por alguien de esta manera, y mucho menos por alguien como Rowen.

Esa noche no dormí. Mis pensamientos giraban en círculos, tratando de encontrar una explicación. ¿Qué significaba este caos que sentía? ¿Rowen era mi aprendiz, mi amigo... o algo más? No encajaba en ninguna categoría, y esa confusión me atormentaba.

A la mañana siguiente, malhumorado por la falta de sueño, me refugié en el taller, buscando cualquier tarea para ocupar mis manos y distraerme. Sin embargo, cuando Rowen apareció, sus ojos cansados revelaron que tampoco había dormido bien.

Se acercó nervioso, y antes de que pudiera decir algo, comenzó a disculparse y a querer explicarme algo. Pero yo, aún atrapado en mi propia confusión y malestar, no estaba listo para enfrentarlo.

—Vete —le dije, cortándolo de forma brusca—. No quiero verte. Solo... déjame solo.

Vi el dolor en su rostro. Lo herí, lo sabía. Pero en ese momento, no podía lidiar con eso. Le di la espalda, incapaz de mirarlo mientras se alejaba. Escuché el sonido de la puerta de su habitación cerrándose tras él, y una punzada de arrepentimiento atravesó mi pecho.

Horas después, cuando el silencio en la casa se volvió insoportable, decidí salir a la tienda de dulces, buscando algo que me ayudara a aclarar mi mente. Al regresar, todo estaba igual de silencioso. Toqué la puerta de su habitación, pero no hubo respuesta. Intenté dejarlo para más tarde, esperando que ambos tuviéramos tiempo para calmar nuestras emociones.

A la mañana siguiente, golpeé su puerta de nuevo, pero el silencio persistía. Mi paciencia se agotó y decidí entrar. La puerta no estaba cerrada con llave.

La habitación estaba vacía. La cama hecha, y sobre la mesa, una pequeña bolsa de monedas y la daga que le había dado. Junto a ellas, una nota breve y directa: "Gracias por todo y lo siento."

La ira me recorrió como un relámpago. ¿"Gracias" y "lo siento"? ¿Eso era todo? Me había dicho que la familia no se abandona, que estaría conmigo... y ahora se iba. Mis manos temblaban mientras miraba las monedas yo se las había dado como pago. Mis labios formaron una mueca de desprecio.

—Bien —mascullé, enfurecido—. Si querías irte, no me importa.

Pero, por más que lo dijera, el vacío que sentía me decía lo contrario. No había querido que se fuera.

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Liliana Barros
Clover es la pareja perfecta para Ezran. Y más vale que el Rey no se olvide de su amigo o Clover va a hacer que lo lamente 😱😂😂😂
IdyHistorias: Siiii Clover es de temer… incluso Ezran le teme …
total 1 replies
Liliana Barros
Así que sus vidas estuvieron cruzándose desde el inicio. Y Clover en lugar de ser Reina, eligió a Ezra 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Amé la personalidad de Cloe y como trató al Rey, que se merece el mote de imbécil jajaja. Y el pobre Ezra viendo como se peleaban los dos por él 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Me encanta la historia. Aquí esperando más capítulos 😍😍😍
Liliana Barros
Me gustó que se decidieran a hablar y aclarar su relación. Son perfectos el uno para el otro
Liliana Barros
Creo que Rowen es mujer, por la descripción de delicadeza. Quizás por eso la quieren los prestamistas
Liliana Barros
Ezran acaba de cambiar su destino. Aunque todavía no lo sabe. Será un chico o una chica, el testigo? 🤔
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