NovelToon NovelToon
El Legado Del Duque

El Legado Del Duque

Status: En proceso
Genre:Elección equivocada / Traiciones y engaños / Edad media / Espadas y magia
Popularitas:1k
Nilai: 5
nombre de autor: Alexz Ban

Con la muerte de su padre, Alecxis se convirtió en el nuevo duque a una edad temprana. A pesar de su juventud, demostró una madurez y una determinación que sorprendieron a muchos. Asumió sus nuevas responsabilidades con seriedad y dedicación, trabajando incansablemente para mantener el legado de su familia y servir a su comunidad.

NovelToon tiene autorización de Alexz Ban para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

la lengua del veneno

El eco de la risa del dios aún flotaba en el aire cuando la mujer se adelantó, con la serenidad de alguien que sabía dominar cada instante.

Su cuerpo desnudo irradiaba un deseo oscuro una tentación , pero eran sus ojos lo que realmente atrapaba: dos pozos infinitos de sombras donde se reflejaban los miedos más íntimos.

No levantó la mano contra Melanie. No necesitaba hacerlo.

Solo sonrió, con una dulzura envenenada.

—Qué fácil es romper los lazos de los hombres… —susurró con voz suave, como un murmullo en la piel—. Valerius… Radko… ¿de verdad creen que Alexcis los valora más que a sí mismo?

Los dos guerreros intercambiaron miradas. No hablaron, pero en sus ojos brilló la chispa de la duda.

Melanie apretó los dientes y sostuvo la espada con más fuerza.

—¡No los escuches, Alexcis! ¡Esa criatura solo quiere destruirnos!

La mujer ladeó la cabeza, como una serpiente que mide a su presa.

—¿Destruirlos? Oh, no… yo solo muestro lo que ya existe en su interior. —Se inclinó hacia Melanie, con una sonrisa apenas perceptible—. Por ejemplo tú, condesa de Crystalia. Guerrera de noble estirpe. ¿Por qué lo sigues en silencio, como una sombra? ¿O acaso temes que él nunca te vea como algo más que una salvadora pasajera?

Las palabras fueron como un latigazo. Melanie, por un instante, vaciló. Su rostro ardía de ira… pero también de inseguridad.

Alexcis intentó hablar, pero la máscara le ardía tanto que apenas pudo emitir un jadeo ahogado. La marca del dios se iluminaba más fuerte, como disfrutando de su impotencia.

La mujer sonrió satisfecha, y sus ojos pasaron de Melanie a Valerius.

—Y tú… el estratega. Siempre calculando, siempre esperando tu momento. ¿No es cierto que en tu corazón piensas que sin ti, Alexcis habría muerto hace tiempo? ¿No crees que mereces más que el papel de consejero?

Valerius entrecerró los ojos, intentando mantener el control. Pero la semilla ya estaba plantada.

—¡Basta! —rugió Radko, el más impulsivo de todos—. ¡No juegues con nosotros, demonio!

La mujer se rió suavemente, como si las palabras de Radko fueran un halago.

—Oh, Radko, el leal guerrero. Siempre listo para luchar, siempre listo para sangrar. Pero dime… ¿cuántas veces te ha agradecido de verdad Alexcis? ¿Cuántas veces te ha tratado como algo más que una espada útil?

Radko bajó la vista, apretando los puños.

El silencio se hizo insoportable.

La mujer alzó la mano, con un gesto delicado, y acarició el aire como si dibujara un lazo invisible entre ellos.

—Yo no miento. Solo revelo. Ustedes mismos saben que mis palabras son ciertas. La máscara de Xok’tar muestra visiones, pero yo… yo muestro lo que se oculta en el corazón.

Melanie temblaba de rabia, pero su voz se quebró al gritar:

—¡Alexcis, di algo!

Pero él seguía allí, inmóvil, atrapado entre el ardor de la máscara y la risa del dios que no dejaba de resonar en su mente.

La mujer sonrió, satisfecha.

—Pronto no necesitarán que yo los divida. Ustedes mismos se romperán.

El Dios de la Muerte lanzó una carcajada estruendosa que retumbó en los muros como un trueno.

—¡Maravilloso! ¡Déjalos pudrirse en la duda, mujer mía! El juego apenas comienza.

Y Alexcis, en medio de todos ellos, sentía que cada palabra era una daga clavándose en la unión que tanto le había costado construir.

El silencio posterior a las palabras de la mujer era tan pesado que casi podía cortarse con un cuchillo.

Valerius apartó la mirada de Alexcis, sus labios se fruncieron en una línea tensa.

—¿Y si tiene razón? —dijo finalmente, su voz grave, contenida pero cargada de veneno—. ¿Y si Alexcis ya está demasiado consumido por esa máscara? Hemos derramado sangre, hemos arriesgado todo… ¿para qué? ¿Para verlo entregarse a un poder que no controla?

Radko se giró de inmediato, con el rostro enrojecido de furia.

—¡Cállate, maldito cobarde! ¡No vuelvas a hablar así de nuestro señor!

—¡Estoy diciendo lo que ninguno se atreve a admitir! —rugió Valerius, sus ojos clavados en el duque inmóvil—. ¿Acaso no ves? No puede moverse, no responde… ¿y si la máscara ya lo está devorando? ¿Y si no queda nada de Alexcis?

Radko se adelantó, empujándolo con fuerza en el pecho.

—¡Él sigue siendo nuestro líder! ¡Tú dudas porque siempre quisiste estar en su lugar!

La mujer rió suavemente, como disfrutando de cada grieta que se abría.

—Sí… sí… muerdan, destrocen, rómpanse entre ustedes.

El eco de esa voz fue lo que encendió la chispa final.

Melanie, incapaz de soportarlo más, alzó su espada de cristal y dio un paso al frente.

—¡Basta! ¡Si alguien va a callarte, seré yo!

Con un grito, cargó contra la mujer. El filo de la espada brilló con un resplandor azulado, cortando el aire.

La mujer no se movió al principio. Sonrió. Y en el último instante, su cuerpo se desvaneció en una bruma oscura, reapareciendo a un costado.

El golpe de Melanie se estrelló contra el suelo, levantando chispas de piedra.

—Qué espíritu tan ardiente… —susurró la mujer, apareciendo detrás de ella, rozando apenas su cuello con un dedo helado—. No me extraña que Alexcis se haya perdido en tu calor… pero tu llama no arderá por mucho.

Melanie giró con un rugido, atacando de nuevo, su espada trazando destellos que buscaban desesperadamente arrancar esa sonrisa de la cara de la enemiga.

Mientras tanto, Radko y Valerius estaban cara a cara, ambos con la respiración agitada, el conflicto a punto de estallar en un duelo interno.

Alexcis los veía, paralizado, sintiendo cómo su grupo se desmoronaba frente a sus ojos… y lo único que podía escuchar, mezclado con el choque de acero y las acusaciones, era la risa del Dios de la Muerte.

—¡Así me gusta, Alexcis! —retumbó su voz cavernosa—. Mira cómo se quiebra tu reino antes de nacer. Mira cómo se despedazan entre ellos… y todo por ti.

El corazón del duque ardía, no solo por la marca, sino por la culpa que lo estrangulaba.

1
Edith
Emocionada por la continuacion
Alexz Ban: ya vamos por el cap 22
total 1 replies
ladia120
Me muero por más
Alexz Ban: proximamente ya vamos por el cap 22
total 1 replies
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play