Curvas del Destino
Una historia de amor, coraje y renacer.
Lina Song perdió a su madre a los 16 años y terminó en un orfanato, donde su sobrepeso la convirtió en blanco de burlas y humillaciones. Al cumplir 18, con esfuerzo y el apoyo de trabajadores sociales, consigue empleo como auxiliar de limpieza y luego en una cafetería para poder pagar su renta.
Allí conoce a Daniela Ling, hija de un millonario, quien se convierte en su mejor amiga y la ayuda a ingresar a la universidad. Todo parece mejorar… hasta que aparece Luzbel Shao, un joven poderoso y arrogante que no tarda en hacerle la vida imposible. Pero lo que inicia como acoso se convierte lentamente en una pasión imposible de ignorar.
Cuando el primer amor de Luzbel regresa y Lina descubre que está embarazada, su mundo vuelve a romperse. Decide huir y empezar de nuevo… lejos del dolor y los secretos.
¿Podrá el amor sobrevivir a la distancia, el poder y las heridas del pasado?
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Máscaras y advertencias
La pantalla de mi celular vibró una vez.
Luego ora.
Y otra.
Era Daniela.
Yo estaba, recostada sobre el pecho de Luzbel, apenas alcance a estirar la mano y tomar el teléfono.
El no se movió, pero su mirada se mantuvo clavada en mi mientras deslizaba el dedo para contestar.
- ¿Hola? – susurre yo.
- ¡¿Dónde demonios estás?! – La voz de Daniela era aguda y desesperada - ¡Te espere toda la noche! ¿Estas bien?
Yo cerré los ojos y suspiré, sentándome en la cama.
Luzbel se quedó en silencio, sus brazos detrás de la cabeza, observándome sin intervenir.
- Si, Dani. Estoy bien… estoy con Luzbel.
Un silencio tenso al otro lado.
- ¿En serio? ¿Otra vez? ¿No era solo por una noche?
- Cambio todo – respondí yo, mirando hacia la ventana donde la noche aun no terminaba de irse – Tome una decisión. Me quedo con él.
- ¿Qué? ¿Te mudaste con él?
Yo dude, luego asentí, aunque Daniela no pudiera verme.
- Si.
- Lina… ¿estás segura? El… el no es cualquier chico. Es intenso, dominante. No es alguien con quien puedas simplemente vivir como si nada.
Yo baje la mirada.
Sentía la intensidad de Luzbel aún presente en mi piel, en la habitación, en el aire.
- Lo se.
- ¿Te hizo algo? ¿Te obligo?
- No. Fue mi decisión, Dani. Nadie me obliga a estar aquí.
- Lina…
- Hablamos mañana en la universidad, ¿sí? Estoy un poco cansada. Enserio.
- Está bien… solo prométeme que hablaras conmigo. Que me contaras todo.
- Lo prometo.
Yo colgué y dejé el teléfono en la mesa de noche.
Giré la cabeza y me encontré con los ojos de Luzbel fijos en los míos.
- ¿Arrepentida?
- No – respondí, subiendo nuevamente a la cama.
El estiro una mano y me atrajo con fuerza contra su cuerpo, cubriéndome como si fuera suya por completo.
Sus labios me buscaron con un hambre distinta, como si cada roce fuera un recordatorio de que yo le pertenecía, aunque jamás me lo dijera con palabras.
El beso fue profundo, posesivo.
Yo respondí, sin frenos ni dudas.
El deseo entre ambos estalló como fuego contenido.
El me quito la ropa con mano firmes, marcando cada movimiento con una seguridad peligrosa.
Yo me deje guiar, con el cuerpo ardiendo de anticipación.
- No confundas esto con amor – murmuró él, con voz baja y ronca mientras me acariciaba con sus labios y manos.
- No lo hago – le dije, mirándolo directo a los ojos – Ya lo se.
El me beso con más intensidad aún.
Y lo que siguió fue una danza oscura de deseo y entrega.
Yo no buscaba amor.
Pero si buscaba algo que solo Luzbel parecía saber darme.
………………….
A la mañana siguiente, la universidad me pareció más gris que de costumbre.
Yo camine entre los estudiantes con el cabello recogido en un moño flojo, las ojeras ligeramente disimuladas con maquillaje y una bufanda que aún tenía el aroma del auto de Luzbel.
En la entrada de la biblioteca, Daniela me esperaba sentada en una banca.
En cuanto me vio, se levantó de un salto.
- ¡Al fin! – me abrazó con fuerza – Pensé que te habías ido del país o algo así.
Yo sonreí con culpa y me senté a su lado.
- Perdón. No quise preocuparte tanto.
Daniela me miro en silencio por unos segundos.
- ¿Y? ¿Estas bien? ¿De verdad?
- Si… aunque aun no se si fue la mejor decisión.
- ¿Te trata bien?
- No me trata mal, Dani. Es raro. A su manera, me cuida… pero me lo dejo claro: no es amor, es deseo. Y aun así me quedé.
Daniela bajo la mirada.
Se frotó las manos con nerviosismo.
- Lina… tengo que decirte algo. Algo que no se si te hará bien, pero prefiero que lo escuches de mí.
- ¿Qué?
- Luzbel no siempre fue así. Reservado. Frío. Antes de que tu llegaras… tuvo a alguien. Se llama Sofía. Estuvieron juntos por más de un año. El era otro. Sonreía, incluso salía con nosotros.
- ¿Y qué pasó?
- Sofía se fue. La aceptaron para estudiar modelaje en el país M. lo dejo todo. A el también.
- ¿Él la amaba?
Daniela asintió despacio.
- Nunca lo dijo, pero se notaba. Después de eso… cambio. Como si se hubiera apagado algo dentro de él. Se volvió más oscuro, más controlador. Empezó a meterse en cosas raras… y dejó de confiar en todos. Yo creo que, desde entonces, Luzbel ya no cree en el amor. Solo en el poder, en tener el control.
Yo sentí un nudo en el pecho.
No porque lo hubiera imaginado, sino porque ahora todo encajaba.
Esa forma en que el se aferraba a mí.
Ese deseo… cargado de rabia y necesidad.
No era pasión.
Era vacío.
- Gracias por decírmelo – susurre.
- Solo quiero que tengas cuidado. No es más hombre, Lina, pero esta roto. Y a veces… los que están rotos pueden romperte a ti también.
Yo asentí.
Miré hacia el cielo encapotado sobre el campus y pensé en todo lo que aún no sabía de Luzbel.
Y en lo mucho que, a pesar de todo, ya estaba dispuesta a arriesgar.