Campamento De Verano - Cuidado Con La Hija Del Lobo

Cap.24

Javier

Me estaba preparando para volver a mi dormitorio, pensando en que hoy no pude ver por mucho tiempo a Almendra, pasé todo el día ocupado con Andrea. Me encontraba tan sumido en mis pensamientos hasta que escuche un estruendoso grito que venia de uno de los dormitorios. Me encaminé rápido hasta allá.

— ¿Qué pasó? ¿Quién gritó así? Cuestionó Agustín

Alonso no estaba por ni un lado ya que en la tarde me pidió permiso para ausentarse en la noche, tenia una cita con Angelica. Miré a mi alrededor y vi como empezaban a llegar algunos centinelas y monitores, entre ellos lo gemelos que estaban junto a Almendra. Del dormitorio de Andrea se volvió a escuchar un grito

— ¡bingo! De ahí viene el chillido ~se burló Agustín~

Era una escena divertida de ver, Andrea salía caminando de manera extraña, muy exaltada, llorando y con el pelo revuelto, cuando estuvo afuera lanzó las zapatillas, sus pies estaban cubiertos de alguna sustancia, corrió hacia a mí y se colgó de mi cuello llorando.

— Andrea Cálmate ¿Qué pasó?

— Alguien… Alguien puso sapos en mi cama y pasta de dientes y cereal en mis zapatillas ~lloriqueó~

Tuve que aguantarme las ganas de reír, sabía perfectamente quien quiso darle tremenda bienvenida a Andrea. La mujer se soltó de mi cuerpo y empezó a vociferar

— ¡Tu! Tu fuiste… tu maldita ¿así te vas a desquitar conmigo? ~apuntaba a Almendra~

Maldición, si fuera así tendría que poner una amonestación a Almendra, traté de tranquilizar lo más que pude a Andrea.

— Te dije que esa mujer no es buena… tienes que despedirla ahora ~exigió~

En mi mente solo pasaban las palabras que había dicho en la oficina a la mujer que ahora acusaba a Almendra de querer vengarse, y no sabía cómo rebatir, la expresión de Almendra no escondía el agrado a la broma que Andrea había recibido. Por el rabillo del ojo, vi la figura de mi hija, puse de todo mi esfuerzo para no mirar en su dirección, se que algo se trae entre manos y Almendra no va a dudar en ayudarla.

— Yo no hice nada, salí de la cocina y me fui a la cabaña de Dani, no tiene pruebas de que fui yo. Ahora si me disculpan no me interesa nada que tenga que ver con esta señora. Buenas noches.

Mi hermosa mujer se dio la media vuelta, iba a emprender el retorno a su dormitorio, pero no se lo permití.

— Almendra, te quiero en mi oficina ¡ahora!

Dejé a mis centinelas con Andrea, mientras revisaban su dormitorio y sacaban los sapos y renacuajos que aun quedaban en su cama.

Mientras Almendra caminaba en dirección a la oficina pude notar el gesto de pulgar arriba que le hacía a mi hija y que ella no hablaría. Llegamos a la oficina y la hice entrar a ella primero, puse mi cara más seria y me senté frente a ella en el escritorio.

— Quiero que me digas ahora mismo ¡por qué te despidieron de tu trabajo anterior! ~exclamé enojado~

— ¡No me grite!... mi exjefe debería haberle entregado esa información ~se cruzó de brazos~

— No, solo se dedicó a hablar de maravillas de usted ~inquirí~

Se puso de pie y afirmó sus dos manos en mi escritorio de forma intimidante, ¡diosa! Estaba para comérsela, sin delantal de cocina su escote quedaba expuesto y me daba una muy buena panorámica de sus pechos.

— ¿para qué quiere saber? Seguro que la bruja ya le contó porque me echaron

— ¿es cierto todo lo que dijo? Maldición Almendra me quemé las manos por ti, no puedo creer que te defendí de sus insidiosas palabras ~reclamé~

— Usted no preguntó antes, no me venga con tonteras ahora

— ¿la golpeaste?

— ¿qué? No, como se le ocurre, solo la gritoneé por tratar mal a una compañera, fue en defensa propia ~se defendió~

El alivio se instaló en mi pecho, sabía que era imposible que Almendra haya sido agresiva con aquella mujer, no es su estilo, eso de gritonearla si, es su estilo y más si fue para defender a alguien.

— Lo de hoy ¿fuiste tu?

— Jajaja… no, pero me hubiera gustado, quizás no habría puesto sapos, hubiera cubierto su cama con barro o caca de vaca ~se largó a reír~

— ¿sabes quien fue?

— Obvio que sé, pero es un secreto que me llevo a la tumba, de esta travesura y todas las que vienen… ¿quiere algo más?

-Dante: si… a ti preciosa

-Javier: Cállate, no empieces

-Dante: eres lento, va a llegar alguien más y se te va a adelantar.

— Si… dile a quien haya hecho la broma que no estoy enojado, pero no prometo no enojarme si lo hace otra vez

— Ok, buenas noches jefecito

Almendra

¿Por qué me gusta que me hable golpeado?, no sé, siento como que me prende el interruptor masoquista y quisiera que me nalgueara hasta el cansancio felizmente me convertiría en una sumisa para él. Esos eran mis pensamientos mientras caminaba cabeza agachada rumbo a la oficina

-Kali: eres una descarada, eso es lo que pasa

-Almendra: piénsalo, Kali, esas tremendas manos deben hacer magia.

-Kali: ¿Qué sabes tu de magia si nunca has dejado que un hombre te toque?

-Almendra: tú tampoco permitías que otros nos tocaran así que no hables

-Kali: ese lobito será mío

-Almendra: nuestro Kali… nuestro.

Tenía que defenderme, pero no puedo creer que esa vieja le dijera a Javier que yo era agresiva y la había golpeado, pero me va a conocer, lo que hizo mi Lucecita y los demás niños va a ser el menor de sus males.

— Ok, buenas noches jefecito

Llegué a mi cabaña, ya no tenia caso devolverme a la cabaña de los gemelos. Me encontré con Maite y no estaba sola, había una mujer mas o menos de la misma edad.

— Almendra… ¿Qué eran esos gritos afuera?

— Le hicieron una broma a Andrea, jajaja hubieras visto su cara

— Así que la pequeña y su batallón hicieron de las suyas

— No se quién fue, no pienso delatar a nadie ~sonreí~

Me quedé de pie mirando a ambas mujeres, las dos me observaban, pero la nueva me observaba de forma penetrante y luego se miraban entre ellas

— Hola buenas noches… soy Almendra, trabajo en la cocina con Maite ~me presenté~

— Yo soy Juana, una vieja amiga de Maite, nos conocemos hace cientos de años jajaja

Una mujer agradable, me contaba que era partera en Chiloé, trajo al mundo a Javier y a sus hermanos y que ella había salvado la vida de Aurora, la mamá de Javier

— Así que usted es la señora de la que habla Yanara ~exclamé~

— ¿Solo te ha hablado de mí? ~preguntó~

— No, con esa pequeña hablamos muchas cosas y de esas cosas no muchas las puedo contar ~sonreí~

Me tomó de la mano y me la apretó, una acción un poco extraña para mí, que con suerte estoy acostumbrada a vivir con los gemelos, si no fuera por ellos nada en mi vida tendría sentido.

— Almendra, un gusto conocerte, ahora me voy a mi cabaña, estoy vieja y debo descansar.

Me despedí de la señora Juana que de vieja no tiene nada, con suerte debe estar bordeando los 55, no estoy segura.

— Buenas noches, que descansen, yo igual necesito dormir, mañana tengo algo muy importante que hablar con cierta personita

— Jajaja, esa niña hará de las suyas este verano ~comentó Juana antes de salir~

Al día siguiente, me levanté antes que Maite, había pasado buena noche, dormí a pata suelta como se dice por acá, indicando que dormí más que bien. dudo que mi buen animo dure todo el día, estoy segurísima de que la loca de Andrea me hará el día difícil.

mis chiquis, no he podido hacer el maratón, mi hijo chico sigue enfermo y no he tenido mucho tiempo, con el y las clases se me está haciendo difícil, pero ya esta mejorando así que en unos días mas vuelve a clases y yo tendré mi mañana libre para escribir

Las quierooo!