Antonella Bernal creyó en las fábulas románticas cuando contrajo matrimonio con Dreiner Ballesteros, su pareja de la universidad. Provenía de una familia humilde de clase media, mientras que él, aunque de antecedentes similares, tenía un ansia desmedida por el éxito. Esta ansia lo impulsó a trabajar sin cesar, lo que permitió que su pequeño negocio floreciera hasta transformarse en una empresa de renombre.
Todo empeoró el día que Paloma Valencia llegó a sus vidas. Heredera de un consorcio hotelero, Paloma era joven, hermosa y llena de confianza. Durante una reunión para firmar un contrato millonario, Dreiner dedicó la velada a elogiarla, dejando a Antonella en un plano secundario. La humillación la atravesó como un cuchillo.
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PRESENTACION.
LAS DOS CARAS DE LA MONEDA. UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA VENGARME.
PROTAGONISTA: ANTONELLA BERNAL
PROTAGONISTA: CAMILO CIENFUEGOS
VILLANA: PALOMA VALENCIA
VILLANO: DREINER BALLESTEROS.
PROLOGO. NO TODO PUEDE LLAMARSE AMOR.
Antonella Bernal creyó en las fábulas románticas cuando contrajo matrimonio con Dreiner Ballesteros, su pareja de la universidad. Provenía de una familia humilde de clase media, mientras que él, aunque de antecedentes similares, tenía un ansia desmedida por el éxito. Esta ansia lo impulsó a trabajar sin cesar, lo que permitió que su pequeño negocio floreciera hasta transformarse en una empresa de renombre. Antonella, por su parte, fue su leal apoyo, colaborando estrechamente para edificar ese sueño compartido.
Los primeros cinco años de su matrimonio fueron como un sueño. Dreiner la amaba y siempre la ponía en el centro de su mundo. Sin embargo, una espina se incrustó en el corazón de Antonella: la incapacidad de ser madre. Después de años de intentos infructuosos, un diagnóstico médico confirmó que ella enfrentaba problemas de fertilidad. La desolación la envolvió como una sombra, y aunque Dreiner al principio la respaldó, la tristeza se convirtió en una carga que oprimía su pecho. Las noches estaban llenas de lágrimas silenciosas y suspiros ahogados, mientras su corazón se rompía ante la idea de un futuro sin niños.
El negocio prosperó, y en su décimo quinto aniversario, la inmobiliaria generaba millones anualmente. Pasaron de vivir en un apartamento modesto a una magnífica mansión. No obstante, ese éxito económico enfrió su relación. Dreiner ya no disponía de tiempo para ella, y Antonella se refugiaba en su trabajo, ignorando las transformaciones en su esposo. Se sentía invisible, como un recuerdo olvidado en la vida de un hombre que una vez la había venerado. La soledad se convirtió en su compañera constante, y cada día le resultaba más arduo levantarse de la cama, atrapada entre la esperanza de que las cosas mejoraran y la desesperación de su realidad.
Dreiner, carismático y atractivo, pasó a ser la imagen pública de la empresa, mientras Antonella se encargaba del diseño y las ventas. Eran un dúo perfecto en el ámbito empresarial, pero su vida personal se desmoronaba. Las cenas en pareja se limitaron a eventos sociales, y Antonella no recordaba cuál fue la última vez que él la miró con deseo. Se repetía que todo mejoraría una vez que él lograra sus metas, pero esa afirmación se volvía cada vez más vacía, como un eco en una habitación desierta.
Todo empeoró el día que Paloma Valencia llegó a sus vidas. Heredera de un consorcio hotelero, Paloma era joven, hermosa y llena de confianza. Durante una reunión para firmar un contrato millonario, Dreiner dedicó la velada a elogiarla, dejando a Antonella en un plano secundario. La humillación la atravesó como un cuchillo. Ella justificó su comportamiento pensando que solo intentaba asegurar el acuerdo, pero su corazón se retorcía ante la posibilidad de perderlo. Pronto, las reuniones de trabajo entre Dreiner y Paloma se volvieron habituales, y los rumores de un romance empezaron a circular, como un veneno en su mente.
Cuando Antonella confrontó a Dreiner, él admitió que se había enamorado de Paloma, pero que no se divorciaría porque no quería dividir la empresa. La traición la golpeó con una fuerza devastadora. Desgarrada, Antonella intentó salvar su matrimonio sugiriendo terapia de pareja, pero él se negó, afirmando que ya era demasiado tarde. Decidieron entenderse como extraños bajo el mismo techo, cada uno en una habitación distinta, y la sensación de desamor se convirtió en un eco constante en su vida.
El comportamiento de Dreiner cambió drásticamente. Dejó de pasar las noches en casa, modificó su forma de vestir y su fragancia habitual cambio a una más juvenil. En la oficina, la trataba como a una empleada más, y los rumores sobre su relación con Paloma se intensificaron cuando los empleados los vieron en situaciones comprometedoras. Antonella soportó en silencio el desprecio y la humillación, esperando que la aventura de su esposo fuera temporal. Pero dos años después, la situación llegó a un punto de no retorno.
Dreiner llevó a Paloma a la mansión y anunció que viviría con ellos porque estaba embarazada. La noticia destrozó a Antonella, desatando un torrente de emociones: rabia, tristeza y un profundo sentimiento de traición. Él intentó manipularla, diciendo que cuando el bebé naciera, ella podría ser su madre. Desesperada por recuperar algo de lo que habían sido, Antonella creyó en sus palabras, sin imaginar que Dreiner y Paloma tramaban algo mucho más oscuro a sus espaldas.
Aquella noche, algo murió dentro de Antonella. La angustia la envolvió, pero en los días que siguieron, también surgió en ella una nueva fuerza: la determinación de reclamar su vida y, tal vez, vengarse de quienes la habían destrozado.