Alianza Con El Mafioso 2... La Niña De Mis Pesadillas.

La oscuridad y el silencio en la suite eran absolutos, un símbolo palpable de la soledad en la que se encontraba el huésped.

Danilo despertó en medio de la noche y el dolor de cabeza era abrumador, desorientado se sentó en medio de la cama, pasó una de sus  manos por su cabello, luego por su cuello descubriendo que estaba cubierto de sudor. La jaqueca que sentía apenas le permitía permanecer con los ojos abiertos, así que con sus pulgares presiona ambos lados de la sien en un masaje suave, intentando en vano que todo el cuarto dejara de  girar a su alrededor. Una vez que distinguió cada uno de los muebles que decoraban la habitación y veía con nitidez se incorporó maldiciendo a su amigo.

—Dimitrio, una vez más me jugaste sucio maldito infeliz —dijo mirando la hora en el reloj de pared mientras se colocaba los zapatos.

No estaba en condiciones de conducir pero tampoco deseaba estar en ese lugar, así que llamó a uno de sus hombres y le ordenó que lo llevara de regreso al hospital.

El ascensor estaba vacío, su reflejo se multiplicaba en las paredes espejadas y podía observar que era un hombre derrotado sin su pequeña, sin embargo estaba convencido que a partir de ese momento todo sería diferente, Lucia se recuperaría con el antídoto correcto  y juntos volverían a Italia a comenzar una nueva vida.

Las puertas del elevador se abrieron y a medida que avanzaba por el largo y ancho pasillo el llanto y el grito desgarrador de una mujer se escuchaba más fuerte y claro.  No tenía dudas, era Loreta la que lloraba en el cuarto de su pequeña. Temblando y casi sin poder controlar la angustia que lo embargaba, nerviosamente abrió la puerta.

Estático y conteniendo la respiración vio la peor de las escenas. Un médico hablaba con Dimitrio y le explicaba algo mientras que Loreta estaba sentada en la cama y abrazaba a Lucia llorando de una forma desesperada, acariciando su rostro, besando sus mejillas, mientras que el cuerpo inerte y sin vida de su hermana no reaccionaba a ningún estímulo.

Dimitrio se acercó a su esposa e intentó separar a su mujer de su hermana diciendo cosas inaudibles o que Danilo no alcanzaba a oír, pero que tampoco quería escuchar.

—Calma amor, debes ser fuerte—habló el mafioso conteniendo a su mujer, mientras la abrazaba por la espalda y se unía al abrazo de las hermanas.

Lentamente arrastrando sus pies Danilo se acercó a la cama. Los brazos de Lucy caían pesados y sin movimiento en ambos costados del cuerpo de su hermana, mientras que esta se aferraba con fuerzas de su cintura y la movía con fuerzas intentando despertar a su niña pequeña. Sus ojos carentes de brillo y color tenían una mirada vacía y sin expresión.

Loreta sintió la presencia de Danilo y giró su rostro hacia su mejor amigo. La nariz colorada, las lágrimas rodando sin control sobre las mejillas y la profunda tristeza de sus ojos fueron la confirmación de lo evidente, sin embargo solo cuando escucho esas palabras su mundo se hizo trizas al igual que su corazón.

—No resistió, mi hermana no resistió, está muerta—dijo entre sollozos y sin soltarla.

Danilo negaba con la cabeza mientras que sus lágrimas rodaron sin control por todo sus rostro y  lentamente se dejó caer derrotado y de rodillas al piso dejando escapar un grito ensordecedor que traspasaba las paredes del pequeño cuarto.

—¡Noooo, no  es cierto, noooo!—gritó negando lo obvio y sin poder aceptar la realidad, Dimitrio no había llegado a tiempo con el antídoto y los médicos no pudieron hacer absolutamente nada.

Él se separó de su esposa y con pesar confesó

—Lo siento, llegué demasiado tarde—explicó el líder de la mafia intentando abrazar a su amigo sin embargo Danilo lo apartó, se puso de pie, lo miró desafiante y le dijo

—Te pedí que no me apartes, te dije que quería estar con ella, te supliqué que quería volver a su lado y tú maldito infeliz me drogaste—habló con odio mientras  se ponía de pie y lo empujaba con todas sus fuerzas y lo golpeaba en el estómago con su puño cerrado—. Yo tenía que estar a su lado, yo debía…

—Lo siento, nunca imaginé que ella no pasaría la noche—se disculpó Dimitrio esquivando un golpe y agarrando sus brazos con firmeza mientras lo abrazaba y lo sostenía con fuerzas—. Golpéame todo lo que quieras, lo merezco pero eso no va a cambiar el hecho que Lucia falleció y ya no va a regresar—susurró sobre la cabeza de su amigo conteniendo sus movimientos bruscos hasta que sintió como apoyaba la cabeza sobre su hombro y lloraba desconsoladamente.

—¡¿Por qué?! ¿Por qué tuvo que morir?—preguntó pero nadie supo darle respuesta.

—Lo siento señor, pero si el hombre que la ingresó no hubiera confundido a la serpiente nada de esto hubiera ocurrido, en el afán de contrarrestar los efectos del veneno con el antídoto incorrecto solo agravamos la situación—explicó el médico con culpa y temiendo por su vida.

—Ese estúpido confundió los nombres de las serpientes, te juro que le haré pagar su error con su vida —sentenció Dimitrio.

—No, yo me encargaré de vengar a mi pequeña—contestó Danilo con una voz tan gélida y una mirada tan oscura que el doctor sintió temor.

—Señores, les vuelvo a repetir mis condolencias, ahora si me permiten iré a preparar el informe forense para que puedan trasladar el cuerpo de la joven a Italia.

—Gracias—agradeció Dimitrio aflojando un poco el agarre de su amigo entonces murmuró—. La vamos a sepultar junto a sus padres, ese siempre fue su deseo.

—Está bien—respondió Danilo. Con su cuerpo tembloroso, se apartó lo suficiente, apenas podía mantenerse en pie, sin embargo se secó el rostro con la manga de su camisa y se acercó a la cama para darle un último beso al amor de su vida.

— Por favor Loreta, ¿ puedo despedirme de ella? Solo será un momento, necesito decirle adiós y besar sus labios por última vez —suplicó con la voz quebrada al ver que no la soltaba.

Loreta asintió con un movimiento de cabeza, no podía hablar, su garganta estaba cerrada por tanto dolor y por más esfuerzo que hacía sus cuerdas vocales no reaccionaba. Con un amor infinito y sin querer soltarla, depositó a su hermana sobre la almohada con total delicadeza para luego acomodar sus rizos, besar su frente y apartarse de su lado conmocionada.

—Salgamos del cuarto, démosle privacidad —sugirió Dimitrio mientras la abrazaba y la guiaba a la puerta igual que el doctor.

Solo en esa habitación donde el olor a desinfectante se mezclaba con el aroma dulce del perfume de Lucia que poco a poco se desvanecía en el ambiente, Danilo se recostó en la cama junto a su princesa, la abrazó con ternura sin obtener respuesta y sin sentir el calor que antes emanaba su cuerpo, sin embargo necesitaba abrazarla e impregnarse de ella una última vez.

—¿Cómo haré para seguir sin ti?—preguntó mientras besaba su frente—. ¿Cómo me levantaré a las mañana sabiendo que jamás escucharé de nuevo tu risa, tu voz o veré esos ojos brillantes que me deslumbraban? ¿Por qué mi amor, por qué me dejaste cuando teníamos tanto por vivir? ¿Por qué ?

Ninguna de sus preguntas tenía respuestas y jamás encontraría una explicación que le aliviara el dolor y el vacío que estaba sintiendo en ese momento, sin embargo sabía que había un responsable y se encargaría de hacer que pague con creces su error.