La Extra Es Una Detective

Celia ya había llegado al palacio pidiendo ver al emperador.

— Su majestad se encuentra en una reunión importante, señorita.

— Es algo urgente. — Intenta pasar, sin embargo el guardia bloqueó su camino.

— Lo lamento, pero no puedo interrumpir esa reunión. Además, ¿qué podría ser tan urgente?

— Mi hermana, no, la emperatriz se encuentra en peligro. — Ambos guardias se miran. — Y estoy segura de que si siguen demorando un segundo más, su vida podría estar en peligro. — Ante aquellas palabras, uno de los guardias inmediatamente entra en la sala de reunión, interrumpiendo, mientras que el otro se quedaba en la puerta bloqueando el paso.

Al oír las palabras del guardia, Magnus ni siquiera tuvo tiempo de terminar la reunión y simplemente se retiró, yendo en dirección a Celia, quien de inmediato le contó lo que había pasado.

— Alguien ha secuestrado a la emperatriz, cambiaron al cochero y a los guardias que debían protegerla. Pude venir aquí gracias a que salté del carruaje sin que me viesen. — Explica rápidamente con las manos tiemblando; habían dejado a Aelin sola y sabía que esas personas que la habían secuestrado no debían tener buenas intenciones. — Por favor, su majestad, sálvala.

— No se preocupe, señorita, encontraré a mi esposa. — Con un grupo de soldados, fueron guiados por Celia hasta donde se había pasado el carruaje al principio.

— Solamente pude llegar ahí antes de saltar del carruaje, su majestad.

— Entonces debería estar cerca. — Mira ambos caminos sin saber cuál tomar y, finalmente, toma una decisión: divide a los soldados y ordena que cada grupo vaya por caminos distintos.

— Busquen en todos lados, quiero a mi esposa antes de que anochezca. — Había decidido ir con el segundo grupo mientras que Celia fue en el primero.

Después de unas largas y eternas horas, Magnus finalmente llegó a un bosque con el grupo de soldados y justo se encontró con unos hombres que iban a caballo. De inmediato sospechó de ellos, ya que todo el grupo salía de lo más profundo del bosque. Desde lejos pudo ver el carruaje del que Aelin salió esa mañana.

— Solo dejen a uno vivo. — Ordena bajando del caballo, mientras que los soldados atacan de inmediato a aquellos hombres.

Magnus avanza adentrándose en el bosque, llegando al lugar donde se encontraba el carruaje. Caminó unos metros hasta encontrarse finalmente con una cabaña y, sin dudarlo, la pateó, abriéndola de un solo golpe.

Abre los ojos sorprendido al encontrar a Aelin en el suelo, para luego observar a su propio sobrino y a esa mujer.

— Tío. — Daylon de inmediato intentó huir de la escena, sin embargo, un puñetazo lo manda al suelo.

— Eso no te lo perdonaré, Daylon. — Gruñó furioso, acercándose a su esposa para empezar a desatarle las manos y los pies.

— Magnus. — La chica sonríe aliviada, abrazando al emperador mientras él la carga.

— ¿Cómo te encuentras? ¿No te hicieron daño?

— No, llegaste a tiempo. Sabía que llegarías en el momento correcto. — Sonríe mirándolo.

Pronto, Daylon intentó una nueva huida, sin embargo, fue detenido por los guardias, al igual que Eleanor, fuera de la cabaña. El emperador sale con Aelin en sus brazos, pero la chica lo detiene.

— Bájame por un momento.

— Pero estás herida. — Se quejó preocupado, sin embargo, al ver la sonrisa de la chica no pudo evitar hacer lo que dijo, bajándola. Al momento de pisar el suelo, esta no duda en darle un puñetazo a Daylon. Él, furioso, intenta ir contra ella, pero es detenido por los soldados que lo agarran del hombro. Miró a Eleanor, quien se seguía hundiendo de dolor debido a su oreja, para darle una fuerte cachetada y luego ordenar a los soldados que dejaran su mano en el suelo, algo que hicieron, y sin dudarlo, aplastó la mano de la mujer con su pie, sacando un grito de dolor de la chica.

— ¡No crees que eso ha terminado! — Rugió con rabia, con las manos ardiendo, mirando a Aelin con odio.

— Por supuesto que no ha terminado; esto solo terminará cuando estés muerta y créeme que en poco tiempo lo estarás tú y ese ser despreciable. — Señala a Daylon, quien niega con una sonrisa.

— No puedes matarme, soy un príncipe, no soy cualquier cucaracha que puedas pisar.

— Por atentado contra la emperatriz y el futuro heredero del reino, el príncipe Daylon y la señorita Eleanor serán ejecutados. — Dijo Magnus, borrando la sonrisa del príncipe junto a la chica y volvía a cargar a Aelin en sus brazos, se alejaba con las palabras de súplica de ambos individuos.

— ¡TÍO, NO PUEDES MATARME, SOY TU SOBRINO!

— ¡SU MAJESTAD, POR FAVOR, TEN PIEDAD!

A pesar de aquellas palabras, el emperador no se detuvo ni siquiera volvió mirar atrás.

*****

Ya habían pasado meses desde aquel suceso. Dos días después de todo el secuestro, tanto Daylon como Eleanor habían sido ejecutados en la plaza del reino, donde muchas personas estuvieron presentes para ver el acto, dado que la mayoría ya se había enterado de lo sucedido.

Desde entonces, el palacio ha estado tranquilo al igual que Aelin.

La chica se encontraba en la bañera con los ojos cerrados, una copa al lado suyo, y de repente su celular empezó a vibrar repetidamente.

Aelin abrió los ojos de golpe, observando a su alrededor, para luego suspirar con tranquilidad al ver que se encontraba en su habitación del palacio.

No entiende por qué últimamente ha estado teniendo este sueño una y otra vez: ver su versión en la era moderna. Su vida hubiera estado más tranquila sin ese sueño.

— ¿Qué pasa? — Mira a Magnus a su lado y niega pensativa.

— No es nada.

— ¿Segura? — La mano del emperador se dirige al vientre de la chica. — El bebé te está molestando.

— Estoy bien. — Se gira para quedar cara a cara con este.

“Es raro que empiece a tener esos sueños de la nada; será porque los protagonistas ya no existen en este mundo y como los protagonistas no existen, no habrá historia”. — Niega con la cabeza. — “Mi bebé ya está por nacer, o... ¿será que ese cuerpo no va a aguantar el parto y al final terminará muriendo y regresaré a mi mundo?”