Viviana es la menor de tres hermanas, su vida da un giro inesperado cuando se ve obligada a tomar el lugar de su segunda hermana para casarse con un Despiadado multimillonario y así poder salvar la vida de toda su familia, tras el matrimonio forzado Ares Grey la hace vivir un infierno por venganza... Acompáña a Viviana en esta historia desafortunada.
NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Una Despedida Dolorosa
—Perdóname, mi amor—, le dije mientras lo volví a abrazar con fuerza. Esteban rio suavemente y me dijo que no tenía nada que perdonarme.
—Me angustié un poco porque desapareciste por muchos días—, admitió, —pero todo ya está bien. Ya estás aquí, y eso es lo que importa—. Su voz era cálida y reconfortante, pude sentir su alivio y su amor hacia mí.
Me sentí agradecida por sus palabras y me aferré a él con más fuerza, disfrutando del calor y la seguridad de su abrazo.
—Tenemos que hablar— le dije por fin, separándome un poco de él para mirarlo a los ojos.
—¿Qué pasa? ¿Sucedió algo?—su voz era seria, y pude sentir la preocupación y la incertidumbre en su tono.
Esteban me miró con atención, esperando a que continuara, y pude ver la curiosidad y la preocupación en sus ojos.
—Mi padre...—. No pude continuar, mis lágrimas brotaron de nuevo y me ahogué en un sollozo. Esteban me miró con alarma y preocupación, me preguntó suavemente, —¿Tu padre? ¿Qué pasa con él?—.
—Mi padre obligó a Tania a casarse como a Dania—le dije, Esteban movió su cabeza en desaprobación. —Pero ella se negó y escapó— continué.
—¿Y qué sucedió?— preguntó Esteban.
—El hombre con el que se iba a casar es un hombre muy influyente y amenazó a... nos amenazó de muerte si no encontrabamos a Tania— dije.
—¿Y dónde está ella?—, preguntó Esteban.
—No lo sé, ha parecido. Se escapó con su novio—, respondí.
—Entonces, ¿qué pasó con ese hombre?— preguntó Esteban.
—Fue a la casa ese mismo día, casi mata a mi padre. Según él, le pagó a mi padre mucho dinero por ella, necesitaba una mujer para casarse—, dije.
—No puede ser, pero ¿qué le pasa a tu padre?—, dijo Esteban, y pude notar su indignación.
—No sé qué le pasó en ese momento y por qué actúa así—, respondí.
—Pero ese hombre no se dio por vencido y dijo que no se iría ese día de casa, que él fue por una de nosotras y con una se iba a ir—, continué.
Esteban me miró con angustia, y luego dijo, —Espera, si tu hermana no estaba y estabas tú...—En ese momento, me miró más angustiado, y yo empecé a llorar aún más.
—Viviana, dime qué es mentira, por favor—, dijo, pero no pude mirarlo. Mi corazón ya estaba destrozado, la idea de lo que paso me estaba consumiendo.
La angustia y el miedo se apoderaron de mí, no pude evitar sentir que mi mundo se estaba desmoronando nuevamente.
—Lo lamento tanto—, dije con voz quebrada. Esteban me miró fijamente y me preguntó, —¿Tomate el lugar de tu hermana? ¿Te casaste con ese hombre, Viviana?—.
Cuando lo miré vi la tristeza y la decepción en sus ojos, y justo cuando una lágrima salió de su rostro no pude más. —Lo siento, lo siento, lo siento—, repetí una y otra vez, sintiendo que mi corazón se estaba rompiendo en mil pedazos.
—Ya entiendo por qué desapareciste todo este tiempo—, dijo Esteban con una mezcla de dolor.
—Lo siento—, volví a decir, sintiendo la culpa y el arrepentimiento. — ¿por qué lo hiciste?— preguntó con desesperación en sus ojos. —Pudiste haberte negado— añadió, como si la respuesta fuera obvia.
—No tuve más opción—, le dije, sintiendo el peso de la desesperación en mi voz. —Era yo o la vida de toda mi familia—, añadí, mi mirada se desvió hacia abajo, incapaz de sostener la suya, mientras las palabras salían de mi boca como un susurro de dolor y resignación.
Lo vi sentarse sobre el asfalto de la calle, con la cabeza gacha, y esa escena me partió el alma. Su postura reflejaba una mezcla de dolor, desesperanza y derrota. En ese momento, mi corazón se rompió aún más al verlo así, sabiendo que yo era la causa de su sufrimiento.
—Dime algo, por favor, Esteban—, le dije desesperada por escuchar algo que pudiera aliviar el dolor que nos envolvía.
Él levantó su cabeza, pero en lugar de mirarme a los ojos, miró hacia su frente, con una expresión de resignación y tristeza. —¿Y qué quieres que te diga si tú ya lo has dicho todo?— dijo con una voz baja y llena de dolor, como si las palabras le pesaran en el alma.
—Sé que lo de nosotros no llevaba años— dijo secándose las lágrimas que caían por su rostro. —Pero ya teníamos planes para nosotros, ¿lo recuerdas?— añadió, y su voz tembló ligeramente al hablar.
Yo no pude sostenerme más de pie y me senté junto a él, sintiendo el peso de la nostalgia y el dolor compartido.
—Yo soñaba con tenerte entre mis brazos, Viviana, llevarte al altar y hacerte mi mujer— su voz se quebró de emoción al pronunciar esas palabras.
—Planeamos estudiar, ser profesionales, tener muchos hijos, una casa, ya habíamos planeado toda una vida—. Sus palabras fueron como un golpe directo a mi corazón, llore al sentir como mi alma se estremecía al escucharlas.
La imagen de nosotros dos juntos, felices y enamorados, se dibujó en mi mente, y me dolió aún más saber que todo eso se había perdido.
—Y hoy todas mis ilusiones ya no pueden ser—, dijo, y su voz se apagó en un susurro de desesperanza.
La tristeza y la resignación se reflejaron en su rostro, pude sentir el peso de su dolor y decepción. En ese momento, me sentí impotente para cambiar el curso de los acontecimientos y poder aliviar su sufrimiento.
—Lo que pasó con mi vida, no se lo deseo a nadie—, le dije, sintiendo el dolor y la desesperanza en cada palabra. —Me arrebataron todos mis sueños, todos esos sueños bonitos que habíamos planeado—. Dije con mi voz entrecortada por el dolor. — Yo no quería esto para mí, ni para nosotros—, añadí
Esteban me miró con una mezcla de tristeza y comprensión, pude ver en sus ojos que él entendía perfectamente lo que estaba diciendo.
—Me duele que él tenga ahora lo que yo quería para mí, ¿sabes?— su voz tembló de dolor.
—No me digas eso por favor— respondí tratando de consolarlo. —Yo no lo quiero, y no lo querré—agregue pero él continuó, —Pero él te disfrutará con solo tenerte a su lado y mirar tus ojos azules, Viviana—. Su comentario me dolió profundamente, —No me digas estas cosas, por favor—, le pedí.
—Ya no hay más que decir, Viviana— dijo, y lo miré con mi alma destrozada. —Te deseo lo mejor, para que seas feliz— añadió, y sus palabras fueron como un golpe final a mi corazón.
—Cuando él te posea y se sienta de ti muy enamorado, nunca se te ocurra hacerle lo que a mí también—, dijo colocándose de pie.
Me levanté con él, y tomé su mano sintiendo una conexión profunda y dolorosa entre nosotros.
Me tomó de las mejillas y me miró a los ojos, yo también lo miré, en ese momento, el tiempo pareció detenerse. —Sabes que siempre estarás en mi corazón ¿lo sabes verdad?— dijo, su voz fue un susurro de amor y nostalgia. Asentí con la cabeza —Y tú en el mío— respondí sintiendo que mi corazón se rompía por enésima vez en pedazos.
Sonrió débilmente y dijo, —No te preocupes por mí, preciosa, estaré bien—. Luego, secó mis lágrimas con sus pulgares, y me volvió a decir —No llores más, por favor—.
—Cuídate mucho, y si me necesitas, ya sabes dónde encontrarme—, dijo mientras me abrazaba con fuerza. Tomé ese abrazo como la despedida que era, sintiendo que era el final de un amor bonito.
Me soltó, besó mi mejilla y se dirigió hacia su auto. Antes de entrar, me dio otra sonrisa y con su mano en el aire se despidió. Yo hice lo mismo, observando cómo encendía el auto y se alejaba lentamente. Entré a casa corriendo, y mi madre me recibió con los brazos abiertos. Me abrazó fuerte y me dijo, —Llora, hija, llora y suelta todo eso—. Me dejé llevar por el llanto, sintiendo que finalmente podía liberar el dolor y la tristeza que había estado acumulando....