Se Metieron Con La Omega Equivocada

Actualmente.

La familia Lizardi se reunía con el ministro de finanzas en su mansión, para tratar el tema del compromiso con Leyla.

Tomás Lizardi, patriarca de esa familia, toma la palabra, luego de los saludos protocolares.

—Su excelencia, le aseguro que mi nieta es la mujer indicada para ser su pareja, con sus buenos genes y los de mi hija fallecida Rebeca, estoy seguro de que tendrá unos hermosos hijos— dice el hombre con una sonrisa y el ministro de finanzas también sonríe.

—Duque, su nieta es Omega y lo único que le puedo ofrecer, es el puesto de concubina. Mi esposa es una loba de buen linaje, no puedo cambiarla por una Omega— dice aquel hombre astutamente.

El duque se tensa.

—Aunque mi nieta sea Omega, tiene una fortuna como nadie, ella por sí sola tiene negocios exitosos, su condición no la ha limitado, es muy inteligente— dice el hombre serio, no está de acuerdo con que su nieta sea una concubina.

—Entiendo su punto, pero si me divorcio de mi esposa por una Omega, seré la burla de la sociedad, pero si lo que quieren es casar a su nieta con alguien, el puesto de concubina es lo que le puedo ofrecer, sumado a eso, un buen dote de: una mina de carbón, y tres baúles de oro, solo porque la chica es joven y de seguro virgen— expresa aquel ministro y los demás familiares de la familia Lizardi se ponen de acuerdo con la mirada.

Un tío de Leyla, decide intervenir.

—Padre, mi sobrina es solo una Omega, el dote que el señor ministro nos ofrece por ella, es más que suficiente, nadie nos dará más por alguien de tan bajo nivel— dice él y el mayor parece reflexionar al respecto.

Si lo piensa mejor, su hijo tiene razón.

Lo mejor para su nieta es un matrimonio como el que el ministro le estaba ofreciendo.

Convencido, él decide ceder.

—Bien por el bien de mi nieta que así sea, en una semana iremos a la mansión de mi nieta para que la conozcas, ya verá que ella se robará su corazón, es toda una belleza como lo fue mi hija Rebeca, qué pena que haya elegido a ese humano en vez de un hombre lobo— dice ella y todos sonríen al respecto.

El ministro totalmente complacido, manda a preparar lo prometido para el dote, y el mismo en persona se asegura de que todo esté en orden.

Después, él y el abuelo de Leyla firman un documento sobre lo ya hablado.

Al finalizar, se dan la mano como señal de pacto entre ellos.

Leyla ajena a lo que se estaba planeando en su contra, trabajaba en sus pendientes de ese día.

Su hijo la acompañaba en su oficina.

—Madre, me gustaría que pasemos más tiempo juntos, últimamente tienes mucho trabajo y no me dedicas tiempo— dice el pequeño con un puchero en los labios.

Leyla se ríe, pues ese hijo suyo es muy ocurrente.

—Mocoso, no solo no quieres dormir en tu habitación, sino que andas como un chicle pegado a mi falda, ¿Quieres que te dediques más tiempo? Eres un niño muy travieso, será mejor que te vayas a hacer tus tareas— dice ella mientras se ríe del niño.

El niño se avergonzó mucho por lo dicho por Leyla.

—Mamá, es que en mi habitación hay monstruos y no me dejan dormir, además, en mi cama no está el olor de mamá, y si ando pegado a usted el día entero, es porque usted es mi madre, así que no se queje y en cuanto a hacer las tareas, ya terminé y estoy aburrido, además usted prometió enseñarme a usar magia, y no he visto aún nada de eso— dice el pequeño y se cruzó de brazos.

Leyla no hizo otra cosa más que reírse de ese pequeño travieso, el cual no tiene siquiera 6 años y ya hace lo que le da la gana y menos olvida nada.

Totalmente rendida, ella decide por ese día dejar su trabajo y mostrarle a su hijo lo que es la magia.

—Si me promete que dormirás en tu habitación solo, y sin mí, te enseño algo genial — expresa Leyla mientras sonríe con una sonrisa amorosa.

El niño muy emocionado acepta el trato.

Muy emocionado, él se levanta de su asiento y sale corriendo para su habitación y se cambia de ropa rápidamente.

Cuando Leyla terminó de organizar sus pertenencias, Alejandro ya estaba parado en la puerta esperando por ella. El niño lucía muy radiante.

Ella al ver eso, va hasta él y juntos tomados de una mano, se van hasta el lugar en donde practican los guardias de la propiedad.

Acto seguido, con un movimiento de magia, hace crecer plantas florales.

Alejandro estaba maravillado y aún más cuando su mamá le explicó cómo funciona la magia.

Después de explicar cómo funciona, Leyla trató de hacer que el niño haga siquiera una esfera pequeña de energía para ver qué magia tiene, pero el niño al tratar de hacerlo, solo crea copos de nieves y eso fue motivo de felicidad para los dos, ya que al parecer él posee magia de hielo.

El resto del día, ambos se quedaron practicando la magia de hielo de Alejandro, quien estaba muy emocionado por poder usar la magia.

Cuando la tarde cayó, Alejandro terminó cansado, por lo que Leyla le pide comer algo e irse a dormir. Prometió que en el día de mañana harían lo mismo.

Tal como Leyla prometió, cada día en horas de la tarde ella y su hijo Alejandro entrenaban magia.

Al estar muy interesado, el pequeño aprendía muy bien y cada día lograba más avances asombrosos con su magia.

Aunque Leyla no tenía el mismo elemento que él, ella lo ayudaba con la canalización de su magia.

También se le ha unido Katia, quien últimamente ha insistido en que Leyla la acompañe una noche a tomar algunos tragos y, por supuesto, Leyla le ha dicho que no.

Pero ella no se resigna para nada, y el día más claro la va a convencer de ir.

En esa situación había pasado ya una semana, y en un carruaje lujoso llegaba la familia Lizardi y el ministro de finanzas.

Todos tenían un objetivo en común, hablar con Leyla sobre el compromiso y, si no acepta, llevarla a la fuerza a la mansión del ministro.

Sin saber que esa sería la peor idea que han tenido en toda su vida.