Entre Sombras Y Traiciones.

Valeria Ferrara estaba en una sala oscura, sus manos atadas con esposas. Sabía que su tiempo se agotaba; había escuchado que irían por Alphonso, según ya lo tenían localizado. Ella debía ir a avisarle. Con movimientos ágiles y precisos, logró sacar el alambre alrededor de su dedo debajo de su anillo, lo sacó y lo enderezó para comenzar a abrir las esposas usando todo su conocimiento en escapismo. Justo cuando se liberó, la alarma sonó, llenando el aire con un estridente sonido de alerta.

“¡Maldición!”, murmuró Valeria, lanzándose hacia la puerta. Un guardia apareció, pero ella lo derribó con un golpe certero en la garganta. “No tengo tiempo para esto”, pensó mientras corría por los pasillos, su corazón latiendo con fuerza.

Las balas zumbaban a su alrededor. Valeria esquivó una, saltó sobre una caja y rodó por el suelo para evitar otra. “¡No la dejen escapar!” Gritó uno de los miembros de la OMSG.

Buscó por todos lados y llegó a la armería y rápidamente se armó con una pistola y un par de granadas de humo. “Esto debería ralentizarlos”, dijo, lanzando una de las granadas detrás de ella. Una densa nube gris llenó el pasillo, cubriéndola mientras seguía corriendo.

"Perra asquerosa, se escapó, corran", se oía detrás de ella.

Valeria salió por una ventana, partiéndola con el impacto de su cuerpo y ganándose pequeños cortes en el proceso. Rodó por el suelo y, al aterrizar, se levantó de inmediato. “No puedo ir directamente a la Cosa Nostra”, pensó un momento.

“Tengo que despistarlos primero”.

Corrió por callejones oscuros mucho tiempo, se mezcló con la multitud en un mercado y se escondió en un viejo almacén abandonado. Allí, tenía un escondite con ropa y suministros. Se cambió rápidamente, adoptando una nueva apariencia. “Esto debería darme algo de tiempo”, se dijo a sí misma mientras comía; algo realmente lo necesitaba.

Esperó un día para recobrar fuerzas y continuó su huida al día siguiente, moviéndose de un lugar a otro, siempre un paso adelante de la OMSG. Finalmente, llegó a un pequeño apartamento en las afueras de la ciudad, un lugar seguro donde podía descansar y planear su próximo movimiento. “Sabía que me habían dejado escapar para seguirme”, pensó, “pero no caeré en su trampa”.

Valeria observó el lugar, pequeño y cómodo, pero full de armas y promociones; se planteó llamar, pero desistió de hacerlo luego.

Con cada paso, Valeria se acercaba más a su objetivo y a la libertad. “Alphonso, espero que estés listo para esto, mi amor”, murmuró mientras se preparaba para el siguiente movimiento, y ese era regresar y defender al amor de su vida.

Valeria, después de despistar a sus perseguidores esperando días, llamó a Alphonso y le avisó que iba para allá, que tuviese cuidado, pero no tardó por miedo a que la rastrearan.

Al cortar la llamada, emprendió su camino y se dirigió directamente a la mansión Bettucchi, llegando al día siguiente, como le dijo a Alphonso que lo haría. Al llegar, notó que el lugar estaba inusualmente concurrido. Hombres y mujeres vestidos con trajes elegantes llenaban el salón principal. Había una atmósfera de tensión y expectativa en el aire.

Valeria se abrió paso entre la multitud, buscando a Alphonso. Finalmente, lo vio al otro lado de la sala, hablando con varios hombres de aspecto imponente. Sus ojos se encontraron con los de él; estaba realmente guapo, un traje a medida que lo hacía ver como un Adonis, y Alphonso se acercó rápidamente a ella, su cara mostrando sorpresa.

“Valeria, ven conmigo”, dijo Alphonso, tomándola de la mano y llevándola a una habitación privada. “Te he extrañado”, añadió, abrazándola con fuerza, más fuerza de la normal.

"Yo también te extrañé, mi amor. Me atraparon, me escapé y vengo a advertirte", dijo mirándolo a sus ojos.

"Tranquila, amor, lo sé, cálmate". Ella frunció su ceño; él estaba diferente, ella lo sentía así.

“¿Qué está pasando aquí, Alphonso? ¿Por qué hay tanta gente?”, preguntó Valeria, aún confundida por la situación.

“Hay una reunión importante, un evento que no puedo posponer”, respondió Alphonso, con una expresión seria. “Pero no te preocupes, todo estará bien”.

“¿Qué evento es ese?”, insistió Valeria, sintiendo una creciente inquietud.

Alphonso la miró a los ojos y, con un suspiro, dijo: “Es mi compromiso. Tengo que hacer el compromiso ahora, me nombrarán capo di tutti capi y es hora de mostrar a mi reina”. Valeria sintió un nudo en el estómago. En ese momento, pensó que Alphonso se refería a ella, pero algo en su tono le hizo dudar, aunque él la besó con intensidad, mordiendo su labio inferior tan fuerte que le sacó sangre. Antes de que pudiera preguntar más, Alphonso la tomó de la mano y la llevó de vuelta al salón principal.

"Ven, amor, vamos al compromiso, que todos vean a su reina." Valeria lo siguió con su mano agarrada, pero él la dejó en el medio de todos y se acercó a su padre. La piovra tenía su rostro endurecido y la miraba seriamente.

"Buenas noches a todos", dijo observando a cada miembro en ese lugar, todos elegantes, con una hermosa mujer a su lado. Valeria se preguntaba por qué no le avisó; a él le encantaban las sorpresas, pero ella no estaba acorde con el evento. Aunque estaba hermosa en una simple ropa de cuero de pantalón y chaqueta con un top debajo y unos botines, no estaba a la altura de un compromiso.

"Como todos saben, hoy mi hijo hará público su compromiso y también recibirá su puesto como nuevo capo de capos, mi orgullo Alphonso Bettnocchi"

Alphonso tomó la palabra; tenía una sonrisa radiante en su rostro, aunque había algo en él que no era igual: el brillo en sus ojos no estaba.

"Buenas noches, como mi padre ha dicho, esta noche conocerán a mi futura reina y a la mujer más importante de la mafia; quiero el mismo respeto que me den a mí para ella", seguía diciendo y ella solo lo observa fijamente. La piovra también la veía de manera seria; ella pensaba que era porque no se había presentado primero con él cuando llegó.

"Un capo de capos necesita una reina y también el carácter para acabar con cualquier enemigo o rata; por eso les muestro a su reina", dijo mientras todos seguían expectantes. Algunos miembros de la falange también estaban; Ana la miraba con burla y altivez y ella solo quería matar a esa traidora y lo haría. El pago por la traición es la muerte.

"Mi amor... acércate", dijo y Valeria sonrió, dio varios pasos, pero se detuvo al ver a Navila, la ahijada de Alonso, entrar a la sala con un hermoso vestido, y no era cualquier vestido, era el mismo que él le había regalado a ella el día que le propuso matrimonio.

Valeria sintió que el pecho le dolía, el aire le faltó al instante; ningún entrenamiento la preparó para ese dolor, el beso que se dieron le rompió aún más el corazón.

"Alphonso se puso de rodillas y le mostró un anillo de compromiso". Valeria quería llorar y gritar, pero no hizo absolutamente nada.

"Mi amor, mi reina, eres todo lo que un hombre puede desear: belleza, dulzura, lealtad y amor. "¿Me harías el honor de ser mi esposa?" Y eso fue todo. Valeria estaba a punto de un colapso; tal vez jamás escapó de aquel lugar y le habían dado algún alucinógeno. Esto no podía ser verdad; su Alphonso no era así.

"Sí, mi amor, sí quiero ser tu esposa y tu reina", dijo Navila y el salón estalló en aplausos. Alphonso le colocó el anillo y se puso de pie para luego besarla.

"Señores... con ustedes, su reina". Más aplausos se oyeron, y Navila solo sonreía. Valeria no se dio cuenta cuando comenzó a llorar, pero su cara estaba mojada.

"Mi amor, dime qué quieres como regalo de compromiso", le preguntó con ternura a su ahora prometida.

"Quiero que la traidora muera", dijo mirando hacia Valeria, y Alphonso sonrió de inmediato. Agarraron de los brazos a Valeria, pero ella no luchó; ya no tenía por qué hacerlo.

Alphonso tomó su pistola y habló.

"Vean a la maldita traidora que dio las direcciones de cada punto que han destruido, la perra que entregó a su familia", dijo y dio un paso hacia Valeria.

"Me traicionaste, maldita traidora, y sabes que se perdona todo menos la traición". Él le apuntó a Valeria y la miró a los ojos.

"Te amo", dijo y Alphonso se llenó de rabia y le disparó tres veces a Valeria. Ella cayó de rodillas y luego de espaldas. En ese momento todo se volvió un caos; ella pudo ver antes de cerrar sus ojos, hombres disparando, mujeres gritando y ella sin ganas de vivir.