Atracción Encubierta

Rose, después de sentarse en la limosina, se arrepintió de haberlo hecho, ya que esto solo le daría gusto a él. No sabía por qué David se comportaba como un idiota. Vio cómo él se sentó quieto, ambos sentados frente al otro. Ella cruzó las piernas mientras lo miraba atentamente.

David tragó con algo de dificultad. Sabía que Rose estaba molesta; podía sentir cómo el ambiente dentro de la limosina estaba tenso, además de la mirada amenazante que ella tenía puesta sobre él. Soltó un suspiro. Siempre esperó que, al menos, conocería a su bebé, pero lo que venía a continuación sabía que Rose lo mataría.

-- Dime ¿qué fue todo eso? —escuchó cómo ella fue la primera en romper el silencio. No pudo evitar que su mirada recorriera sus piernas cruzadas y hiciera un recorrido antes de llegar a sus ojos, donde lo esperaba con una ceja levantada.

-- ¿Te gusta lo que ves? —preguntó Rose con sarcasmo.

-- ¿Qué? Si me gusta lo que veo, me encanta lo que veo y sé lo que hay debajo de ello —Rose frunció los ojos al escuchar cómo él no entendía su sarcasmo. —Ya, ya, deja eso y dime qué fue todo eso —volvió a preguntar.

David se encogió de hombros.

-- Realmente no entendí qué pasó. Solo que dijiste que yo te hice gemir y luego que estabas arriba mío —dijo con confusión, lo que hizo que Rose se sonrojara, ya que, llevada por la ira, dijo esas palabras tan vergonzosas.

-- Eso no —le interrumpió Rose para callarlo, lo que hizo que David la mirara inclinando la cabeza.

-- Me refiero a tu comportamiento —explicó Rose con su mejilla algo inflada de incomodidad.

-- Es que... —David no pudo terminar cuando Rose levantó una mano para que se detuviera.

-- Es necesario que el chofer escuche lo que hablamos —dijo Rose refiriéndose al conductor, ya que tenía el vidrio que separaba los asientos delanteros de los traseros abierto. —No —dijo rápidamente David.

-- Sube el vidrio —demandó Rose tocando el vidrio, ya que estaba cerca, y en pocos segundos este se subió. —No me gusta que terceros escuchen cuando hablamos —justificó Rose. —Ahora sí, puedes continuar.

David miró a Rose con una sonrisa. Sabía que algunos hombres se asustaban cuando se encontraban con una mujer de fuerte carácter como ella, pero a él le encantaba.

-- ¿Y de paso me dices cuál es el chiste de tu sonrisa? —David quitó la sonrisa y miró al suelo mientras abría los ojos.

-- Quiero conquistarte, Rose. Escuché consejos sobre cómo conquistar a una mujer —dijo David mientras levantaba lentamente su rostro y la miraba.

-- Y el consejo era ser un macho alfa cavernícola. No me gustan los machistas, David. Solo acepto juegos de rol en la cama; fuera de ahí, mando al carajo a cualquiera que intente controlarme —dijo Rose, calmándose un poco al comprender el origen de su comportamiento. —Tengo una reserva en este restaurante. Deberías llevarme —David asintió rápidamente y dio la orden al chofer.

-- Ahora, ¿me puedes decir por qué estabas afuera de mi compañía? —David sonrió mientras metía la mano en el bolsillo del pantalón, en la atenta mirada de Rose.

-- Tengo 30 años. Ahora puedes casarte conmigo sin ningún impedimento, como dijiste —Rose abrió los ojos y se acercó a la identificación que mostraba, luego miró la fecha en el documento y la comparó con la fecha de hoy. Confirmó que efectivamente tenía 30 años. -- ¡Qué hiciste! —dijo y le arrebató la identificación para mirar su originalidad.

-- Es falsa —dijo Rose, pero David negó.

-- Es original, me costó mucho, ya que cambié todas mis fechas con respecto a mi estudio y certificación, además de mi acta de nacimiento. Esa fue la más complicada, ya que alteraba la edad de mi madre y todo lo demás, pero se logró. Entonces, ¿cuándo es nuestra boda? —Rose cerró los ojos para asimilar todo lo que le decía David. No podía creer lo que había hecho. —¡Estás loco! ¿Cómo pudiste hacerlo? No creo que eso sea legal. ¡Por Dios! —dijo, saliéndose de sus casillas.

-- No te preocupes, fue legal. Por eso me costó tanto, y la identificación es original. Pero no me contestaste la pregunta: ¿cuándo es nuestra boda? —insistió David.

-- ¿Te estás escuchando? —dijo Rose señalando a David. —Esto es absurdo. Cuando te dije eso, era porque sabía que era algo imposible. Nunca pensé que lo tomaras en serio, David. No me casaré contigo. Estás loco.

David, al escuchar estas palabras, no pudo evitar que su alegría disminuyera.

-- ¿Lo dices porque estoy enfermo? —preguntó. Rose, al ver eso, calló y soltó un suspiro. —Sabes que nunca me importó tu enfermedad o tu comportamiento. Cuando estuve contigo, vi al hombre. No te tomes esto personal, pero sabes que pasé de estar comprometida a terminar soltera a un mes de la boda. No me siento preparada para otro compromiso.

David escuchó a Rose con atención. Sabía que lo que venía a continuación iba a ser un momento decisivo.

-- Ya que mi enfermedad no te incomoda, no te dejaré, Rose. —Rose calló y miró con atención a David. Sabía que este hombre era astuto, a pesar de que mostraba una ingenuidad en su comportamiento.

-- ¿Me puedes dar la identificación? —dijo amablemente David, lo que aumentó la sospecha de Rose.

-- Quería que, al ver la identificación, mantuvieras tu palabra. Pero esto me lleva al plan B.

-- Entiéndeme David. —Él solo la miró con un semblante serio, lo que la sorprendió.

-- Si no accedes a casarte conmigo, te demandaré por daños y perjuicios hacia mi integridad. —Rose quedó sin palabras ante esas palabras, pero al mismo tiempo sintió cómo su cuerpo se enfurecía. —Me estás chantajeando —preguntó mientras fruncía el ceño.

-- Mi familia es tradicional y no quiero que un hijo o hija nazca fuera del matrimonio. Además, tú me interesas, Rose. Es algo que siempre te he dicho.

-- ¿Y piensas que amenazándome me tendrás, David? Yo no me intimido ante nadie —contestó Rose con rabia, quitando la imagen del David ingenuo que tenía.

-- Es cierto, pero te importa mucho tu compañía. Además, soy un enfermo, y una mujer astuta se burlaría de él. Creo que algo por el estilo ocuparía la noticia y las revistas si esto sale a la luz —dijo David con calma en el exterior, pero por dentro estaba muy nervioso. No sabía lo que era capaz de hacer Rose cuando se sentía acorralada.

-- Ahora te vales de tu enfermedad, ¿verdad? Qué bajo has caído —dijo Rose con soberbia. —Además, es tu palabra contra la mía —comentó.

David cerró y abrió las manos para que ella no notara su nerviosismo, luego sacó su celular, donde se produjo una grabación. —Aquí estás cuando me dijiste que si tenía 30 años te casarías conmigo —Rose sintió cómo un frío recorría su cuerpo. Finalmente entendió por qué David insistió tres veces en esa pregunta: para ser escuchado. —Eres un maldito. —No lo pensó dos veces y se lanzó sobre él para arrebatarle el celular y eliminar la grabación.

David fue más rápido y levantó su celular mientras tomaba a Rose por la cintura y la apretaba más contra él. —Este audio sirve como prueba de eso.

—Es que no te importa tu hijo —dijo Rose al ver que no podía liberarse del agarre de David. —Por él o ella, y por la madre, es que hago todo esto. —Rose lo miró a los ojos y sintió su fuerte pecho junto a ella. No pudo evitar que su mente trajera aquellos recuerdos. —Rose, concéntrate —se dijo a sí misma para despejar su mente.

—Puedo mandarlo todo al carajo y pelearme a tu demanda —dijo como último recurso, pero sabía que David la tenía en sus manos con esa grabación donde ella dio su palabra de que se casaría con él si tenía 30 años. Qué estúpida había sido, una mujer de negocios sabía que un contrato verbal tenía igual validez que uno por escrito.

—De que puedes, puedes, pero sé que amas tu compañía, y esto dañará su imagen, además de que te aprovechaste de un enfermo.

—Enfermo, mis cojones.

—Los vi y los probé, y los enfermos no están —Rose miró hacia el otro lado y sintió como una pequeña sonrisa quería salir de sus labios por aquel comentario. Este hombre hacía que sus emociones salieran a flote. —No te importa que odie —dijo Rose —porque eso lograrás.

—Ambos somos personas de negocios, y nos importa el resultado. Y si ese resultado es que tú estés a mi lado, no me importa lo demás. Tengo tiempo para convertir tu odio en algo más —dijo David con una pequeña sonrisa mientras disfrutaba de la cercanía de Rose.

—No es tan sencillo, David. Sabes lo que pasará cuando se enteren de que mi estado tiene el mismo tiempo que mi separación y que además me casé contigo. Solo dirán que fuimos amantes, y mi reputación se derrumbará. Me tacharán de mujer fácil, además de que el amante trabaja conmigo en la compañía —Rose expresó sus preocupaciones, y David entendía, pero también estaba el hecho de que no quería que ese bebé naciera sin un padre a su lado.

—En este momento, mi prioridad es el bebé que crece en tu ser, Rose, y eso es lo que importa —dijo David —y tú.

...Esperó que hayan amando este capítulo como yo escribiéndolo, como saben no escribo los fines de semana así que nos vemos el lunes 🤭 que pasará ahora ? Jaja no olviden comentar siempre me gusta leerlos, espero que tengan un lindo fin ...