La Viuda Y El Mafioso

Capítulo 21

Bastian se preparaba para su viaje a cuba, Ornella revisaba con él los pendientes en los laboratorios para que él pudiera viajar tranquilo. Las nuevas patentes eran importantes para la salud en general, sin embargo ella seguía con la intención de esta vez acompañar a su esposo, se sentía inquieta pero no entendía a qué se debía.

—¡Mamá!—decía Liah

—Perdona mi vida.—

—¿Qué te pasa?—

—Estoy nerviosa, no quiero que tu padre viaje solo, pienso que debería ir con él. Ustedes podrían pasar estos días al cuidado de tu abuela Marie y Mariella.—

—Si claro estoy de acuerdo, pero no creo que papá acepte. El te necesita aquí al frente, mamá por cierto va haber una fiesta y me invitó mi amiga Katrina. Pero es en Niza, puedes convencer a papá de que me deje ir.—

—No dudo que te de permiso, siempre y cuando lleves tus guardaespaldas.—

—Si está bien mamá, por cierto te llamo por teléfono Allegra Rossi. ¿La conoces?—

—Si hija, es mi hermana. He estado enojada con ella todos estos años, además de que su esposo es alguien difícil.—

—Mamá deberías hablar con ella, los hermanos son los hermanos. Yo soy muy unida y adoro a Louis, supongo que tú también extrañas a tu hermana.—

—Te prometo que lo pensaré, bien señorita es hora de tus clases. De seguro la señorita Eva ya llegó.—

—Está bien mamá, iré a vestirme adecuadamente.—

Liah era una joven excepcional, dedicada a ser la mejor, y si no le fallaba su instinto a Ornella sabía que algún día no solo ella, también su pequeño hijo estarían al frente de los laboratorios Leroy. Más tarde Bastian estaba firmando los contratos pendientes antes de su viaje, tenía muchas esperanzas en que la nueva patente ayudaría a muchas personas y no solo a las que podían pagar por ella, también los que no podían hacerlo.

—Hola extraño, no quiero interrumpir pero necesito hablar con mi esposo.—decía dulcemente Ornella mientras le sonreía a Bastian

—Adelante mi vida, tú nunca interrumpes.—

—Resulta que nuestra hija tiene una fiesta en Niza con su amiga Katrina, le dije que si podía asistir. Pero creo que no debí adelantarme.—

—A mi no me ha pedido permiso, es un viaje completo de fin de semana. Además Katrina es mayor que mi hija, no me gusta esa amistad. Liah es aún una niña.—

—Sabes que no lo es, acaba de cumplir catorce.—

—Si, Katrina tiene dieciocho. Y tiene una pésima reputación, recuerda que su padre no le pone límites.—

—Bastian el que salga en las revistas de chismes, no quiere decir que sea verdad. Además debes confiar en tu hija, Katrina puede ser la peor mujer del mundo, pero tu hija Liah tiene principios, inteligencia y te ama no haría nada para lastimarte.—

—Esta bien, pero debe llevar a su niñera y los guardaespaldas, mi hija no viaja sola.—

—Por supuesto, así será.—

—Agradezco al todopoderoso que mi querido Louis aún es un niño.—

—Ves, y tú quieres que tengamos otro bebé. Siempre vamos a preocuparnos por ellos, pero si los pajaritos dejan volar a sus crías, nosotros también debemos hacerlo.—

—Por eso te amo tanto, tú eres la que toma las mejores decisiones. Por eso Liah te adora.—

—¿cuando nos vamos a cuba?—preguntó Ornella mientras se sentaba en las piernas de su esposo

—Se que quieres acompañarme, pero yo te necesito aquí. Tenemos los nuevos clientes y sería correcto que un Leroy los atendiera, es más Theo se quedara contigo para ayudarte en todo.—

—Espera, Theo no te acompañara, Bastian no entiendo nada.—

—Me llevaré a Daniell, es momento de que alguien más conozca todo lo que hace Theo. tal vez algún día él quiera casarse, o retirarse y quien va a ayudarnos. Volveré en unos días, te prometo que el siguiente viaje me acompañarás.—

—Está bien, no me gusta separarme de ti. Eres el mejor esposo de todo el mundo, te amo.—

Ornella y Bastian se besaban intensamente, eran no solo esposos, también amigos y confidentes. Hacían un gran equipo, era una pareja muy respetada y admirada.

Con la autorización de sus padres Liah viajó a Niza para el cumpleaños de su mejor amiga Katrina, aunque dentro de sus planes no estaban llevar a su niñera y mucho menos sus guardaespaldas accedió. Se quedaría obviamente en la villa que pertenecía a sus padres, Maggie su niñera estaba preparando todo. Ella no solo se encargaba de cuidarla, también de sus comidas y su vestimenta era como su asistente, más que su niñera. Liah se colocó su traje de baño para tomar el sol mientras se llegaba la hora de ir a la fiesta.

—Señorita Liah, ¿quiere que le prepare algo para merendar?—

—Si, una ensalada estaría perfecta. Ya viste Maggie, tenemos vecinos.—

—Si, esa villa tenía muchos años sola.—

—¿Deberíamos enviar algún presente?—

—Nos encargaremos de ello señorita Liah.—

Liah continuaba tomando el sol, se escuchaba los murmullos y risas en voz baja de dos pequeñas niñas cruzando la cerca de los vecinos. Liah sonrió y se acercó hasta donde se dividía la propiedad.

—Ya las escuché.—las risas de ambas niñas se escuchaban desbordarse

—Perdona es que tenemos tiempo aquí y nunca habíamos visto a nadie, yo soy Vera y ella es mi hermanita Mila.—

—Es un placer conocerlas, son adorables. Yo me llamo Liah, tu francés no es muy bueno. No eres del país.—

—No, somos de Rusia. Pero he estudiado mucho con mi padre para hablar un francés perfecto.—la pequeña Mila si hablaba en ruso así que Verá le traducía lo que le quería decir.—mi hermana dice que eres muy bella, que si podemos jugar contigo en la alberca.—

—Si, claro.—Liah abrió la puerta de la cerca para que las pequeñas pudieran pasar. Uno de los guardaespaldas se acercó de inmediato

—Señorita Leroy, debería de obtener el permiso de los padres de las pequeñas. Ellos tal vez no estén de acuerdo.—

—Tranquilo yo las cuidaré.—

Liah adoraba a los niños pequeños, no dudó y comenzó a jugar con las pequeñas vecinas. Maggie fue de inmediato a buscar a la madre de ambas niñas para avisarle que estaban en la propiedad de los Leroy. Pero nadie atendió la puerta, no se escuchaba el timbre. Así que golpeó la puerta.

—¿En qué puedo ayudarle?—preguntó Allegra

—¿Son sus hijas las pequeñas que estaban en el jardín?—

—Si, usted cómo lo sabe.—

—Es que la señorita Leroy las invitó a jugar con ella, se pasaron por la puerta de atrás.—

—Leroy, ¿hablas de Ornella Leroy?—pregunto Allegra emocionada

—No, hablo de su hija Liah Leroy.—

—¿Ellos vienen seguido a Niza?—

—Desde que falleció la señorita Abigail, es la primera vez que volvemos y fue por petición de la señorita Liah.—

—Soy conocida de Ornella Leroy.—

—Mucho gusto señora soy Maggie la niñera.—

—Iré por mis hijas para que no sean inoportunas.—

—No, pueden quedarse solo están jugando con mi niña Liah. Pero no queríamos problemas por haberlas llevado sin su permiso.—

—No tengo problema, pero estaré al pendiente de ellas, gracias por avisarme. ¿Sabes si va a venir Ornella?—

—Lo dudo, la señora Ornella tiene muchos compromisos que atender.—

—Entiendo, estaré al pendiente de mis hijas.—Allegra no tenía idea que la villa de al lado pertenecía a la familia de su hermana, tal vez en cualquier momento Ornella se aparecería y podría verla.

—¿Todo bien Allegra?—preguntó Andrei

—Si, tus hermanas se fueron a jugar con la vecina.—

—De seguro fue Vera, voy por ellas para que no perturben a la familia de al lado.—

—Dijo la niñera de la señorita Leroy que no había problema. ¿Tu papá va a tardar en su llamada?—

—No creo, aún así voy por mis hermanas.—

Allegra estaba feliz de saber que en cualquier momento se reencontraría con su hermana, el destino jugaba las mejores cartas y más aún para volver a ver a Ornella. Andrei fue a buscar a sus pequeñas hermanas, se escuchaban a lo lejos las risas de ambas.

—Vera, Mila. No estén interrumpiendo a la señorita.—

Liah quedó fascinada con Andrei, sin duda estaba creciendo y su interés por los hombres también.

—Mucho gusto soy Andrei Volkov, vine por mis hermanas.—

—Soy Liah Leroy, nos estábamos divirtiendo las tres.—

Andrei le sonreía, ella se sentía abrumada con lo guapo que él era. Hasta sentía como sus mejillas se ponían coloradas, Verá tomó a Mila de la mano para regresar a casa. Pero antes se despidió de Liah, también Andrei se despidió de ella agradeciéndole la hospitalidad mostrada con sus hermanas. Liah no dejaba de suspirar, había sido para ella un bello encuentro.