Código Cupido

Zoe llegó a las instalaciones de TINTAN GAMES sintiendo una mezcla de nostalgia y nerviosismo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo allí, y no pudo evitar recordar los días en los que se sentía parte de ese equipo.

Al cruzar la recepción, varias caras conocidas la recibieron con entusiasmo.

—¡Zoe! —exclamó David, uno de los diseñadores—. ¡Mira quién está de vuelta!

—¡Hey, chicos! —dijo ella, sonriendo.

De inmediato, varios excompañeros se acercaron a saludarla, intercambiando bromas y preguntándole cómo había estado. Andrés, quien la había acompañado, observó la escena con una sonrisa. Andrés no sabía que Zoe era tan querida en TITAN GAMES, y verla rodeada de su antiguo equipo lo hizo sentir aún más seguro de que su regreso era una gran decisión. Y de que ponerla como líder fue lo mejor.

La conversación fluía animadamente hasta que el ambiente cambió de repente.

Zoe lo sintió antes de verlo.

El aire pareció volverse más denso, y su piel se estremeció ante una presencia que conocía demasiado bien.

Leonardo.

Cuando volteó, él ya la estaba observando con esa sonrisa amplia y confiada.

—Bienvenida de vuelta, Zoe.

La forma en la que la miraba la hizo tragar saliva. No quería sentirse afectada, pero su cuerpo la traicionaba. Ella quería mantener distancia, Pero sabía que trabajando allí no sería tan fácil. Pero tampoco iba a perder está buena oportunidad en su carrera.

—Gracias —respondió, intentando sonar indiferente.

Leonardo desvió la mirada hacia Andrés y le estrechó la mano con cortesía.

—Andrés, me alegra que podamos trabajar juntos en este proyecto.

—Lo mismo digo —respondió Andrés con profesionalismo.

Leonardo regresó su atención a Zoe.

—Hablaremos en mi oficina —le dijo, y sin esperar respuesta, se giró y comenzó a caminar.

Zoe sintió un escalofrío recorrer su espalda. Andrés la miró con preocupación.

—¿Estás bien?

—Sí… —mintió. Estar a solas con Leonardo la ponía nerviosa. Pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para que el no se diera cuenta de lo que causaba en ella.

Respiró hondo y siguió a Leonardo.

Cuando entró a la oficina, vio que él ya estaba sentado en su escritorio. Le hizo un gesto con la mano para que tomara asiento frente a él.

—Siéntate.

Zoe lo hizo, tratando de mantener la compostura.

Leonardo la observó por unos segundos antes de hablar.

—Bien, hablemos del proyecto.

Su tono era completamente profesional, sin rastro de emociones personales. Eso la desconcertó. Pensó que al estar solos, volvería a comportarse como en el evento.

Durante los siguientes minutos, Leonardo expuso los detalles de la colaboración, las metas del videojuego y los plazos a cumplir. Zoe, aunque aún tensa, se concentró en el tema y respondió con precisión.

Pero lo que ella no sabía era que, bajo toda esa fachada de seriedad y profesionalismo, Leonardo tenía un plan muy bien trazado.

Iba a hacer que Zoe se sintiera cómoda y segura trabajando a su lado.

Y, poco a poco, iba a acercarse a ella.

Hasta conquistarla de nuevo. Y que ella le diera una oportunidad de entrar en su corazón.