El matrimonio de Scarlet con Adolfo, hijo de un importante empresario que está en un hospital en estado vegetativo los salvaría de la ruina. Claro que ella no lo sabía, su madre estaba haciendo los arreglos para llevar a cabo dicha boda... Scarlet veía a su madre ir de aquí para allá, sin imaginar que era su propia boda lo que estaba planeando. Ella aún no cumplía la mayoría de edad, su más grande anhelo era llegar a ser una gran arquitecta y construir toda clase de edificios, ¿lo logrará algún día?
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Hemos llegado preciosa, desde hoy esta será tu casa...
¿Joaquín?, ¿por qué me haces esto?
¿Y todavía lo preguntas?, tú me despreciaste por un hombre que ni siquiera puede ver nada...
Y tú, ¿cómo sabes eso?, ¿acaso me has estado espiando?
Mira Scarlett, desde hoy esta será tu nueva casa, y olvídate de mi hermano, jamás volverás a verlo. Joaquín demostraba todo su coraje y sus celos, no podía evitarlo...
¿Qué le han hecho a Afolfo?... Scarlett no pudo evitar que las lágrimas bañaran su rostro.
No seas dramática, nada le pasará a ese ciego imbécil...
Joaquín no podía creer que Scarlett prefiriera a un moribundo y además ciego...
No hables así de mi esposo.
Tu esposo me ha quitado todo, yo siempre he sido su sombra, mis padres lo eligieron a él para su heredero, ¿y yo qué?, aquí sigo esperando a que mis padres me vean, y ahora la mujer que amo es la esposa de mi hermano.
¿Por qué dices eso?, cuando tú me conociste yo era la prometida de Adolfo...
Pero en ese entonces yo no lo sabía, y me enamoré de ti... Y tú, ¿qué haces?, te casas con otro y no siquiera me das la oportunidad de cortejarte.
Por favor, no le hagas daño a mi esposo...
Joaquín, por toda respuesta la tomó del brazo y la llevó hasta un cuarto, aquí te quedarás hasta que entiendas que nada puedes hacer, tú serás mía tarde o temprano.
¡No me dejes aquí, ábreme, Joaquín!, ¡Joaquín!
Joaquín ya no la escuchó, iba saliendo en ese instante de la casa... Les encargo mucho que la señora no salga para nada de la casa, dijo Joaquín a sus secuaces.
Varios días después, en Coahuila...
Mamá. ¿ya viste a los nuevos vecinos?, el señor se me hace conocido, ¿qué no es el hijo del empresario más cotizado?
Sí, han de ser esposos, hace como un año que están casados...
¿Y si les llevamos unas galletas y chocolate para darles la bienvenida?, Moremi le decía a su madre...
Ellas venían de Estambul, se habían establecido en Coahuila, ya que el esposo de Reyhán, era de México.
Llevaban dos años viviendo en esa mansión, los mismos que tenía esa casa sola, se alegraron de que por fin tenían vecinos.
Me parece buena idea, deja hornearlas, al rato vamos...
Así Reyhán se puso a hornear unas deliciosas galletas...
Mientras Moremi, preparaba un delicioso chocolate...
Eran una familia muy unida, siempre dispuestas a ayudar al necesitado, Moremi iba en el cuarto semestre de la Facultad, ella se preparaba para ser abogada, quería defender a los inocentes que caían en la cárcel...
Listo, mamá, ya está el chocolate...
Ok, ya están también las galletas...
Vamos pues, de seguro les encantará...
Madre e hija fueron con los vecinos nuevos, llevaban galletas y chocolate...
Se pararon frente a la puerta y tocaron suavemente...
Daniela le advirtió a Afolfo; cualquier movimiento extraño que hagas te mato y mato también a los intrusos.
Estás loca, no puedo ver, ¿qué podría hacer, si estoy indefenso ante ti?
Pues más te vale...
Daniela fue a abrir...
Buen día, somos sus vecinas, yo soy Moremi, y mi madre Reyhán, trajimos galletas y chocolate, ¿podemos pasar?
Daniela no tuvo más remedio que dejarlas pasar, está bien, pasen...
El hombre que vive contigo, ¿es tú esposo?, perdona que te tutee, somos casi de la edad.
No importa, sí, es mi esposo, traeré vasos y platos, y también traeré a mi esposo, él está ciego, por eso yo lo cuido mucho.
Perdón no sabíamos...
No se preocupen, en seguida vuelvo...
Vamos amor, estás advertido....
Rato después... Él es Adolfo, mi esposo y yo soy Daniela, traje los vasos...
Poco rato después todos disfrutaban la merienda, a Daniela le parecieron buenas personas...
¿De dónde son?, tienen un acento raro... Preguntó Daniela con curiosidad.
Nosotras venimos de Estambul, mi esposo es mexicano, acá tiene sus negocios. Además, Moremi va en el cuarto semestre, está estudiando leyes... Espero que seamos buenos vecinos...
Daniela también les contó parte de su vida; yo no estudié nada, como ven me casé, mis padres están viajando por el mundo, y los padres de él también...
Bueno, nosotras nos vamos, lo que se les ofrezca, solo llámenos...
Entonces Adolfo dijo con la mejor de sus sonrisas, pueden venir cuando gusten, son bienvenidas, y les extendió las manos ambas.
En cuanto se fueron, pero, ¿qué te has creído?, ¿con qué autoridad las invitas a esta casa?, Daniela echaba chispas por los ojos...
¿No dijiste que esta era mi casa?, dijo Adolfo con cara de inocencia...
Está bien, no pasa nada...
Regresa a tu cuarto, recuerda que siempre cargo una pistola.
La policía ya estaba enterada de la desaparición de Scarlett y Adolfo, y los buscaban intensamente...
Habían puesto pasquines en todos los postes y tiendas de autoservicio, no fue posible localizar a los padres de ambos, estaban de viaje y no sabían dónde habían ido.
Graciela, Josefina y Victor habían dado parte a la policía...
¡Dios mío, que no les pase nada, por favor!, Graciela oraba con todas sus fuerzas...
No se preocupe señorita, no descansaremos hasta dar con ellos...
Gracias, oficial.
Ahora regresen a sus casas, en cuanto sepamos algo les avisamos.
No se preocupen, estarán bien. Victor quería ser optimista pero ni él mismo sabía qué iría a pasar.
Será mejor que nos vayamos, más tarde nos hablamos para ver las novedades...
Josefina tiene razón, tenemos que regresar a nuestras casas.
Al poco rato ya se habían ido todos...
La policía seguía buscando...
Un mes después, Scarlett y Adolfo no daban señales de vida...
Moremi, tu padre irá a Monterrey para cerrar un negocio y quiere que lo acompañemos, ¿quieres ir?
Sí, mamá, me encantaría. Moremi se veía muy ilusionada.
Bueno, pues entonces haz la maleta para varios días, mañana mismo nos vamos...
Sí, mamá...
Al día siguiente ya iban rumbo a Monterrey...
Pedro (el papá de Moremi), las invitó a comer.
Al pasar por una tienda de autoservicio, Moremi vio varios pasquines, el hombre que venía ahí ella lo conocía bastante bien.
¡Adolfo!, dijo...