Rendra logró ingresar a la facultad de medicina gracias a una beca. En la universidad, era menospreciado por ser pobre y tener un aspecto simple. A menudo, incluso era víctima de acoso.
Pero detrás de todo eso, Rendra era un verdadero genio. Con apenas 22 años, ya había memorizado la anatomía humana y complejos manuales de cirugía. Lo más sorprendente: sabía aplicar con precisión todo lo que había aprendido.
Por su brillantez, alguien le ofreció un trabajo poco común: ser médico en un burdel. Allí, atendía a trabajadoras sexuales, adictos, personas apuñaladas o baleadas, y mucho más.
Pero todo se complica cuando, por accidente, Rendra cruza su camino con un temido jefe mafioso…
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Capítulo 16
¡Aj!
¡Aj!
¡Aj!
Ese gemido sensual rompió el silencio de la sala VIP. Después de bailar como loco en la pista de baile, Vino contrató a una mujer para satisfacer su lujuria.
En esa sala VIP, Vino no estaba solo con la mujer a la que había pagado. Allí también estaban Sandi y Jeki, sumergidos en el placer del éxtasis.
Mientras tanto, Ian, él solo sonreía con malicia mientras observaba el coito de Vino y la mujer en el sofá. De vez en cuando, bebía alcohol directamente de la botella.
Esa escena reflejaba la actitud hedonista de los jóvenes ricos de hoy en día. Cuando ya tienen mucho dinero, no saben lo que es el esfuerzo y usan el dinero de sus padres para darse placer.
Vino solo se bajó los pantalones hasta los muslos. Con la camisa desabrochada, embestía a la mujer de pago debajo de él. La mujer se llamaba Audy, su cuerpo ahora estaba completamente desnudo.
El cuerpo de Audy se retorcía con fuerza mientras Vino la embestía. Hasta que no pudo evitar soltar un fuerte gemido cuando llegó al orgasmo.
Vino volteó a Audy. La mujer quedó en cuatro patas, de espaldas, como un perro. Vino continuó embistiendo a Audy con ferocidad. De vez en cuando le golpeaba las nalgas a Audy hasta que se enrojecían.
Los gemidos de Audy se volvieron más desenfrenados cuando Ian se acercó y vertió alcohol sobre su cabeza. Con su sonrisa maliciosa, Ian escupió a la mujer.
A los ojos de Vino y sus amigos, las mujeres eran solo seres inferiores. Especialmente las mujeres que estaban dispuestas a vender su dignidad a cualquiera.
Vino llegó al clímax. Su boca se abrió de par en par mientras soltaba un gemido de placer. Después de eso, se retiró y tiró su preservativo a la papelera. Vino se volvió a poner los pantalones.
A diferencia de Audy, que parecía exhausta. Cayó boca abajo en el sofá.
—¡Eh! ¡Zorra! ¡Ponte la ropa! —ordenó Vino a Audy. Se sentó frente a Ian.
—¿Ya estás colocado? —preguntó Vino.
—Un poco. No demasiado. No puedo consumir demasiado porque mañana tengo turno de interno —respondió Ian.
—Sobre la chica para acercarse a ese imbécil... ¿Qué tal si es ella? —sugirió Vino mientras miraba a Audy, que parecía ocupada poniéndose su corto vestido de noche.
Ian observó a Audy con detenimiento. —¿Parece joven. ¿Qué edad tiene? —preguntó él.
—¿Cuántos años tienes, zorra? —Vino le preguntó directamente a Audy.
Audy se quedó atónita al escuchar cómo la llamaba Vino. Luego dijo: —Veintiún años. ¡Y me llamo Audy! ¡No zorra!
—¿En serio? ¿Si no eres una zorra? Entonces, ¿por qué estás aquí ofreciendo tu mercancía a tantos hombres? —se burló Vino, mirando a Audy con desprecio. Luego se echó a reír con Ian.
Audy solo pudo apretar el puño de una de sus manos. Ese tipo de insultos eran habituales para ella. Pero Audy, por supuesto, era consciente de que su trabajo era realmente así de sucio.
—Si seguís insultándome, mejor me voy —añadió Audy mientras se levantaba y se colgaba el bolso.
—Eh, eh, eh... No te vayas todavía. Tenemos algo de qué hablar. —Vino tiró de Audy hasta que la mujer se sentó en su regazo.
—¿Qué? —preguntó Audy con aspereza. Intentó cambiarse de sitio, pero Vino no la dejó.
—Tengo un amigo que es muy molesto y arrogante. Quiero que lo seduzcas. ¡Si lo consigues, te daré 500 millones! —ofreció Vino.
—Interesante. Pero quiero un adelanto primero —respondió Audy, aceptando de inmediato. La oferta de cientos de millones, por supuesto, la tentó.
—Eso es fácil. Te pagaré 50 millones por adelantado —dijo Vino.
—¡Cien! —Audy quería más.
Vino curvó una comisura de sus labios. Asintió lentamente y volvió a burlarse de Audy llamándola zorra.
—Por cierto... ¿Quién es el hombre al que debo acercarme? —preguntó Audy, abrazando a Vino y acercándose más.
Vino se estremeció ligeramente. Siempre se sentía tentado por las mujeres de rostro hermoso. Especialmente una chica joven como Audy. Vino incluso ya había contratado a Audy varias veces, así que no era de extrañar que ya se conocieran.
—¡Ian! ¿Tienes una foto de ese imbécil? —preguntó Vino sin apartar la mirada de Audy.
—Espera un momento. Intentaré buscarla en la web de nuestra universidad —respondió Ian. Buscó un momento hasta que finalmente encontró la foto de Rendra. Pero cuando iba a dársela, Ian vio a Vino besuqueándose de nuevo con Audy.
—¡Qué pervertido! Y eso que ya tiene dos novias. Todavía se acuesta con mujeres de pago —se quejó Ian con incredulidad. Decidió enviarle la foto de Rendra a Vino por chat. Después de eso, Ian se fue primero. Recordando que él era el único que tenía turno de interno mañana por la mañana.
