Conocí el amor de mi vida a los catorce años, Stephen, él, es el sueño de toda mujer. Lástima que es siete años mayor que yo. Era obvio que un chico de veintiún años no se iba a fijar en una preadolescente. Tuve que callar lo que sentía y esperar.
Han pasado cuatro años desde que lo conocí, y ahora no hay nada que me impida conquistarlo. Ni su ex novia loca, ni los prejuicios de la gente , ni siquiera mi padre. Lo amo y él será mío, le demostrare que él y yo nacimos para estar juntos.
Cuando la conocí cuatro años atrás era sola una niña que sufría por el abuso de sus compañeras de clase, tuve que ayudarla, después de todo se había vuelto mi familia.
Pero ahora la veo ir de aquí para aya en mi apartamento contoneando su bonito trasero. Me voy a volver loco!
Derechos de autor reservados
NovelToon tiene autorización de Lkcasdiaz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Amanda tenía razón.
Irina.
Entro al baño y me doy una ducha rápida, al salir, me colocó mi ropa interior. Elijo unos pantalones vaqueros negros, una blusa de tirantes morada una chaqueta de cuero blanca y unas botas del mismo color, no me maquillo, tomo un pequeño bolso y guardo, mi billetera con las tarjetas de credito y algo de efectivo y mi celular.
Salgo de la habitación y bajo las escaleras, en la sala Stephen ya se encuentra listo esperándome. El viste unos vaqueros negros, una playera blanca con una camisa a cuadros azules y unos tenis blancos.
- Listo, vámonos. - digo, él asiente y lo noto no muy animado por la salida, pero no le doy importancia.
Ya en el centro comercial, estamos sentados en la mesa, esperando que el apartó electrónico nos anuncie cuando esté lista nuestra pizza y noto a Stephen muy ancioso, él mira hacia ambos lados, como si buscará a alguien, aunque trata de ser discreto, no lo logra.
- ¿Estás bien? - cuestionó.
- Sí. - responde.
- Esperamos a alguien? - vuelvo a preguntar.
- No, ¿ Por qué preguntas eso?
- Mueves la cabeza de un lado a otro. - digo, él no dice nada y decidió no preguntar más. En ese momento una mujer llega a nuestra mesa.
- Hola, Stephen. - saluda, sin mirarme.
- Hola Camila. - le responde él sonriendo.
- ¿Cómo estás? Supe que tú y Vannesa habían terminado. - comenta sonriente.
¡Ah no tonta aléjate él es mío!
La rubia es linda, debo admitirlo, es alta, delgada, con pocas curvas, pero aún así tiene buen cuerpo y llama la atención, tiene el cabello rubio liso, hasta las nalgas, la tipa me mira sin darme importancia, pero al repararme frunce el ceño. sus ojos son de color café, largas y rizadas pestañas y nariz perfecta. ( la cual estoy segura lo consiguió gracias a una cirugía) sus labios están pintados de color rosa, y está vestida con unos vaqueros de mezclilla, un top straple amarillo y unos tacones del mismo color. Ella me sonríe hipócritamente y yo hago lo mismo.
- ¿Y quién es ella? - cuestiona. - Supongo que tu hermana. - comenta.
- No, ella es mi hermanastra. - responde él.
Al oírlo decir aquello siento una punzada en mi corazón. Le lanzó una mirada de indignación, el sólo desvía la mirada hacia la chica. En ese momento nuestro aparato de espera comienza a bibrar y lo tomo rápidamente.
- Voy por la pizza. - digo levantandome de la mesa.
¡Idiota! No soy su hermanastra, bueno sí lo soy, pero no soy solo eso, el debió de presentarme como su novia, no como su hermanastra.
En ese momento, cuando llegó al punto a recibir la pizza, un pensamiento cruza mi cabeza, miro Stephen quién continúa hablando con la chica que le coquetea descaradamente, él sonríe tranquilo, hace unos segundos conmigo no estaba así.
¿Será que no se siente agusto porqué le da vergüenza que lo vean conmigo? Pensar eso hace que mi corazón se estruje, así que desecho ese pensamiento.
Te estás imaginando cosas Irina.
La chica coloca en la barra la pizza y unos refrescos, tomo la pizza y camino hacia la mesa, cuando estoy cerca a ellos escucho lo que la rubia le dice.
- Siempre pensé que Vannesa y tú no congeniaban, tú eres tan maduro y ella tan... bueno ya lo sabes. - dice y puedo jurar que sonríe tontamente. - Tú necesitas a una mujer madura y...
- Permiso. - digo interrunpiendola, ella se mueve hacia un lado. Miro a Stephen enojada y este sonríe nervioso lugo me devuelvo por los refrescos.
Tú necesitas una mujer madura, sí seguro, como tú tonta.
Tomó los refrescos y vuelvo a la mesa, donde la tipa sigue parloteando, ¿ Qué no se piensa marchar?
- Tal vez tú y yo podríamos salir una noche. - comenta y tomó asiento, miro a Stephen esperando para escuchar su respuesta y este le sonríe nervioso.
Dónde le diga que si, lo mando al diablo justo enfrente de toda esta gente.
El abre la boca y la vuelve a cerrar.
- Lo siento, yo.. estoy saliendo con alguien. - responde.
La chica abre la boca sorprendida, y luego la vuelve a cerrar.
- Okay. - dice. - Disculpa mi atrevimiento. Ya los dejo, disfruten la pizza, nos vemos luego y ... disculpa.
- No tranquila, y fue un placer hablar contigo, salúdame a tus amigas.
- Si claro, adiós. - la rubia se aleja de nosotros y me aguanto las ganas de alzar mis manos dándole gracias a Dios.
Él me mira esperando que diga algo, pero me mantengo en silencio y comienzó a partir mi pizza.
.- Es.. una vieja amiga. - comenta y asiento. - Es algo coqueta, pero nunca me ha interesado. - dice y nuevamente asiento. - ¿Estás molesta por algo? - cuestiona.
Levanto la mirada de la pizza y lo miro tranquila.
- No, ¿ Tengo motivos para esta enojada... hermanastro? - siseo y él asiente.
- Yo... ella es un poco Cotilla y.... No quiero que valla con el chisme a Vannesa, son amigas.
- ¿Enserio? ¿ Y te coquetea descaradamente e incluso te invito a salir? Vaya que estás rodeado de gente agradable y leal. - comento. - Términemos la pizza y volvamos al aparamento, para que te sientas cómodo. - siseo, él no responde nada.
********
Los días pasan rápidamente, y en un abrir y cerrar de ojos, el primer semestre universitario está a punto de terminar, esta semana ha sido agotadora, sólo parciales, presentaciones, proyectos. ¡Dios ya quiero que esto acabe!
A todo esto se suma la insistencia de Leonel a que vaya a Francia y lo que más me tiene preocupada. Stephen.
A este punto creí que nuestra relación estaría un poco más definida, o más bien, que ya todos supieran de ella. Hace pocas semanas le propuse contarle a nuestros padres que estamos saliendo, pero él se negó, dijo que todavía no era el momento, además de eso, muy pocas veces (por no decir que casi nunca) salimos juntos, cuando lo propongo el se niega o inventa una escusa, esto me tiene muy preocupada, pues la teoría que al no le gusta que nos vean juntos, cada vez toma más fuerza.
De corazón, espero estar equivocada.
Le comenté mis dudas a Víctor y el me dijo que sólo eran ideas mías, que me tranquilizara, que lo que pasa es que Stephen es de esas personas que prefieren estar encerrados en casa, y a decir verdad si es así, El es un poco adicto al trabajo y antes de que tuviéramos algo, él muy poco salía, así que eso es lo único que me mantiene sólo un poco más tranquila.
Voy llegando a mi auto y mi celular suena, lo tomo y al ver que es Leonel es inevitable pensar en no contestar, pero mejor lo hago.
- Hola Leo... Papa. - saludo.
- Hola hija, ¿Cómo estás? - cuestiona.
- Bien, ¿ Y Tú?
- Bien hija.
- Que bien y ¿ Dime? estoy entrando al auto.
- Bueno hija te llamo para saber qué has pensado, ¿Vas a venir?
Ruedo los ojos y echó la cabeza hacia atrás.
¡Dios por qué!
- Estoy organizándome papá, sabes que tengo que ir a casa.
- Hija, por favor.
- Papá, estoy muy cansada, está semana ha sido agotadora, voy a conducir y no tengo manos libres, hablamos más tarde. -
- Está bien hija, te llamo luego. - dice y cuelga la llamada.
Tiró el celular en el asiento de al lado y enciendo el auto.
Al llegar al condominio, la puerta del garaje se abre y entro al sótano para estacionar el auto, pero cuando me estoy acercando a mi lugar de estacionamiento, lo que mis ojos ven hacen que frente el auto de golpe.
Stephen está besándose con Vannesa, la lágrimas amenazan con salir de mis ojos, pero me ánimo a pensar que esto es un mal entendido, veo como Stephen la toma por los hombros y la empuja.
- ¡Mierda no vuelvas a hacer eso! - le grita y alivio recorre mi cuerpo, salgo del auto y ambos se percatan de mi presencia.
Los miro todavía un poco en shock por lo que ví. Vanessa me mira enojada.
- ¿Y tú qué haces aquí niña? muévete Stephen y yo tenemos asuntos que resolver. - me sisea.
La ira recorre mi cuerpo y estoy dispuesta a cerrarle su gran boca, pero Stephen habla.
- La que se tiene que ir eres tú, ya te he dicho que no me interesa volver contigo, puedes decir y hacer lo que quieras, no hay manera en el mundo que vuelva a estar contigo.
La tonta abre los ojos y luego comienza a derramar lágrimas.
- ¿ Por qué me tratas así? Yo te amo, y lo único que he hecho es hacerte feliz? - ella intenta agarrar a Stephen, pero este la esquiva
- Vannesa voy a llamar a la policía. - le advierte él.
- Llámala, no me importa, de aquí no me marcho hasta que recapacites y entiendas que nadie te va a ser más feliz que yo, que ninguna otra mujer te amará como yo te amo. .
Dios, esta tipa de verdad está mal.
-¡ Basta Vanessa! - exclama enojado.
- ¿Hay otra mujer, cierto? - pregunta y su mirada es la de una persona que ha perdido el juicio. - ¿Hay otra mujer? ¿Quién es? ¿Dime quién es? - pregunta enloquecida. Entonces sus ojos se fijan en mi. - ¿Eres tú verdad? ¿Tú eres la que se está metiendo entre nosotros? Lo sabía desde un principio lo supe, viniste a separarnos.
Abro mi boca para decirle que sí, que soy yo la mujer con quién Stephen está saliendo, pero el me interrumpe.
- No, ella no es. - dice y lo miro sorprendida, pero él no me mira. - Jamás tendría algo con ella. - sus palabras se clavan en mi corazón como un cuchillo. - Dejala en paz y por favor márchate, no hay ninguna otra mujer, entiendelo. No te amo Vannesa, nunca lo hice y no lo haré.
- Si tú no estás conmigo, prefiero estar muerta, me escuchas.
-Si haces eso es tú problema, no creas que me voy a sentir culpable, no voy a caer por segunda vez en ese truco. has lo que quieras.
Ella abre los ojos sorprendida, pero después su mirada cambia a una furiosa.
- Vas a pagar por eso, si no eres mío, no serás de nadie. - dice y se marcha.
Él me mira y intenta tocarme, pero lo esquivo.
- Irina, lo del beso fue un mal entendido, ella me tomo por sorpresa y.. -
- Entendí lo del beso. - digo intentando no llorar. - Lo que no entiendo, es el echo de que por segunda vez me has negado. - digo y él abre los ojos. - Así que jamás tendrías algo conmigo.
Él mueve la cabeza de una lado a otro.
- Irina, no te tomes eso enserio, lo hice para evitar más problemas. - explica tratando nuevamente de tocarme, pero lo esquivo. - ¡Dios, solo quise evitar que se pusiera mas histérica!
- Puede que eso sea cierto, pero admítelo, Stephen, también lo hiciste, porqué no quieres que nadie se entere que estamos saliendo. - decido desahogarme y encararlo. - Dime la verdad Stephen, ¿Te avergüenza que se enteren que sales conmigo?
Mi pregunta lo toma por sorpresa y abre la boca para decir algo, pero la vuelve a cerrar. Aquello solo confirma mi teoría.
- ¡Dios como pude ser tan estúpida!
- ¡No, no! Las cosas no son así. Irina, escúchame.
- Si no es así, ¿ Por qué no tenemos citas como cualquier pareja? ¿ Por qué no vamos a restaurantes, al cine? Llevamos saliendo tres meses Stephen, y en esos tres meses, sólo hemos salido junto cuatro veces, ¡Y una de esa fue al supermercado! - exclamo molesta.
A este punto no puedo aguantar más las lágrimas y las dejo salir.
- Eso no es así, sólo escúchame, Irina. No me avergüenzo de ti, lo de no contar nuestra relación, es porqué aún no es tiempo. - me explica.
- Está bien, te creo. - digo secando mis lágrimas. - Demuestrame que estoy equivocada. - comento me mira confundido. - Hace unos días, mientras limpiaba la habitación, en tu escritorio encontré una invitación para ti y un acompañante a una gala. - su mirada ahora es de nerviosismo. - Quiero que vallamos a esa gala y me presentes a todos como tu novia. - exijo.
El me mira sin saber que decir, si me quedaba alguna duda, ya todas quedaron despejadas.¡ El se avergüenza de mí!
Doy media vuelta lista para irme, pero el me toma del brazo.
- No te vayas así, hablemos, déjame explicarte. - me pide y veo arrepentimiento en sus ojos, aquello me duele.
- ¿Que me vas a explicar? ¿Que te gusta tenerme en tu cama, pero te da vergüenza que todos sepan que te acuestas con una chica de 18 años?
- Irina.
- Suéltame. Al final, no tengo nada que reprochar, yo me busque esto. - las lágrimas salen de mis ojos, mientras mi corazón se desmorona. - Ingenuamente creí que podría enamorarte, crei que un chico como tú, tomaría enserio a una mocosa, la única culpable de todo esto, soy yo. - El me suelta y seco las lágrimas de mi rostro. - Pero no te preocupes, está chiqulilla ya te va a dejara en paz, ya aprendió la lección, tú no eres para mí.
Al decir esto, corro hacia mi auto y entro en él , Stephen está parado donde lo deje, sin decir una palabra, y sin mover un músculo.
Amanda tenía razón los chicos grandes, sólo te rompen el corazón.