Desde mis 17 años mi vida dio un gran giro, de la noche a la mañana me convertí en papá adolescente, mi mate me había dejado, decía que no estaba conforme con la vida que le estaba dando. No se que esperaba, solo éramos unos adolescente con las hormonas revolucionadas por haber encontrado a nuestras parejas destinadas. me vi solo o casi solo, cuidando de una niña que ya tiene 10 años. Gracias a mis padres pude salir adelante con mi bebita, mi Lucecita, por ellos pude terminar de estudiar, me dieron la fuerza para criar a mi hija sin perderme en el intento, ha sido difícil, pero no imposible.
La amo tanto que por ella daría todo y más.
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La Chef
Cap.21
Clara
Una hermosa mujer entró a la oficina a las 8 de la mañana, la reconocí al instante, para ser sincera, no me convence que quiera trabajar aquí. su cuerpo esculpido, quizás con el mejor cirujano plástico del país, se encontraba enfundado en un lindo vestido floreado que llegaba sobre sus rodillas, era alta, tanto como Javier y debo decir que sus ojos oscuros eran intimidantes y no irradiaban nada bueno.
— Hola, busco a Javier
— ¿tu eres? ~cuestioné en su mismo tono~
— Soy Andrea la nueva chef del campamento ~alzó una ceja~
— El no está disponible en este momento, tienes que esperar ~respondí~
— Avisé que llegaba hoy, él debería estar esperando por mí ~comentó disgustada~
— ¡oh! Como lo siento, él tenía cosas importantes que hacer, y tu no avisaste a qué hora llegarías… no te preocupes, lo iré a buscar quizás ya se desocupó y te pueda atender.
La dejé y prácticamente salí corriendo de la oficina, ¡Diosa! Que mujer más desagradable, Yanara tenía toda la razón cuando decía que era una mala idea contratarla.
— Mi amor, ¿Dónde vas?
— A buscar a Javi, llegó la nueva ~rodé mis ojos~
— Uy parece que no te simpatizó… amor por favor no le heches a perder la mañana a ese ogro ~comentó cómico mi esposo~
— ¿por qué esta de buen humor? Eso es raro en estos días
— Resulta que Alonso encontró a su pareja… y obviamente no es almendra
— Jajaja y ¿Quién es?
— La pequeña Angélica
Minutos después de encontrarme con Javier y me diera la indicación, que acaté de muy buenas, fui a la oficina para dejar esperando otra vez a aquella mujer
— Lo siento, Javier está ocupado ¿puedes esperarlo?
— ¿no me puedes llevar donde él? ~espetó~
— Imposible, está en área restringida, resolviendo un problema del campamento, pero puedes esperar aquí, ahí está la clave del Wifi y el sillón es bastante cómodo, te dejo, tengo que preparar tu papeleo.
Así tal cual me indicó mi lindo primo la dejé esperando y me fui al comedor a tomar desayuno con los demás.
— Les aseguro que esa mujer no va a durar mucho tiempo aquí
— ¿por qué dices eso? ~cuestionó Javier~
— Primo, es desagradable, no me extrañaría encontrarla haciendo una pataleta en la oficina por hacerla esperar, y ¿Quién viene vestida a un campamento vestida con zapatos de taco alto y vestidos de alta gama? ¿cree que esto es un campamento de modas? ~me burlé~
Almendra
— Mi niña, ya todos los cachorros están listos con su comida, ven a comer algo, hoy no te vi comer nada.
— Maitecita, Angelica podría explicar porque todavía no como nada ~me burlé~
Mi loca amiga me quedó mirando un poco nerviosa, y no le quedó más opción que contarle a su mamá lo que había acontecido a primeras horas de la mañana.
— Entonces tu loba decidió aparecer, no sabes lo feliz que me hace esa noticia mi niña ~exclamo feliz la mujer~
Ambas estaban muy emocionadas, y yo como espectador de tan adorable escena estaba igual de emocionada que ellas, mis ojos se aguaron y antes de romper en llanto las abracé a las dos y besé sus frentes.
— Almendra, mañana mismo voy a sumarme a la búsqueda de tu historia con los gemelos, tengo una gran amiga que puede ser de mucha ayuda ~comentó Maite~
— Gracias mi viejita, ahora voy a comer porque me suenan las tripas.
— Almendra… disculpa por lo de esta mañana, no pensé que Mabel fuera a ser tan posesiva, no quise asustarte ~habló Angelica mientras me servía mi desayuno~
— No te preocupes, fue algo muy gracioso de ver, pero de igual manera quiero que ustedes dos sepan que aun que Alonso esté para chuparse los dedos, no me gusta, no de esa forma, es más como un amigo o un hermano, así lo siento ~sonreí~
— ¿Cierto que está exquisito? ¿Dónde estaba que no lo encontré antes?
Con mi desayuno listo, empecé a comer, ¡uf! tenía tanta hambre, el pan amasado estaba de muerte, calentito y con mantequilla como a mi gusta, una taza grande de café con leche y un pocillo de frutas y ya estaba lista para empezar a cocinar el almuerzo.
Sopa de arvejas con carne de cerdo/ tallarines con salsa/ ensaladas de pepino, lechuga y tomate/ jugo natural/ de postre durazno.
Era el menú del almuerzo de hoy, me concentré en el sofrito para la sopa y la salsa, mientras Maite media las cantidades de legumbres y tallarines, Angelica lavaba las verduras, vegetales y duraznos
— Disculpen, sé que a esta hora están ocupadas, no quiero molestar, vengo a presentarles a alguien.
La voz ¿incomoda? De Javier nos distrajo y antes de darme la vuelta me lavé las manos y las sequé. Horror, nunca pensé que me iba a volver a encontrar con tan desagradable persona frente a mi y ¡maldición! Ahí estaba, parada en la puerta con sus ponzoñosas manos bien afirmadas del brazo de Javier, no pude dejar de sentir nauseas ¿Qué mierda hace ella aquí? ¿Qué tiene con Javier?
Javier
Tomé desayuno tranquilamente y cuando estuve listo, me acerqué a mi lucecita para darle un beso y un abrazo y me fui con Clara y Agustín a la oficina, ya eran cerca de las 9:30 de la mañana, quería dejar todo listo para retomar mi trabajo con los niños, siempre era así, los primeros días me dedicaba a organizar todo, desde los trabajadores has los pedidos de mercadería y otros papeleos.
Que esta mujer llegara tres días después de la entrada oficial, era una falta de respeto, ahora pienso que debí hacerle caso a mi hija cuando me dijo que no le parecía la persona idónea para el trabajo.
— Buenos días, siento la demora, tuve asuntos muy importantes que resolver ~mentí descaradamente~
La mujer giró su cuerpo quedando frente a mí, se notaba la intención de hacer un berrinche y reclamar la demora, por alguna razón se contuvo de hacerlo.
— Muy buenos días, soy Andrea, su nueva chef ~batió sus pestañas coquetamente~
— Si, Clara me lo dijo, pasemos a la oficina ~indiqué~
La hice pasar primero, ella caminaba con gracia, elegancia y sensualidad, movía sus caderas de un lado al otro, aquella situación se me hacia incomoda y ya me encontraba hastiado de su presencia, la hice tomar asiento, y le entregué su contrato.
— Tome señorita Andrea, este es su contrato, lea en detalle, deben estar sus datos personales bien escritos
— Por favor, Javier, no me trates de usted, tutéame ~sonrió~
— Soy su jefe, si a Clara le hablo por su nombre es por que es mi prima, “usted” es mi empleada.
— Me haces sentir vieja y no lo soy ~ ¿hizo un puchero? ~
Supongo que se dio cuenta de que no iba a cambiar de opinión y empezó a leer el documento en sus manos
— ¿Está todo bien? ~quise saber~
— Si, no hay nada que arreglar, está todo bien claro ~firmó~
— Bienvenida a ser parte de la comunidad del Campamento Luna Roja ~estreché su delgada mano~
— Muchas gracias… hay algo que me gustaría saber…
— Si, dígame ~solté su mano~
— ¿estás soltero? ~preguntó con más coquetería aun~
En ese incomodo momento, como si de mi salvadora se tratara Clara hizo aparición en la oficina con cara de pocos amigos y una expresión sombría en su rostro.
— No quería molestar, aquí le traigo algunas cosas que va a necesitar
Clara le entregó a Andrea una cotona de cocinero, su delantal y un estuche con implementos que le podrían servir en la cocina.
— Muchas gracias, no sabía si tenia que traer mis implementos, aun así, traje algunas cosas, me quedaré con la cotona y el delantal ~alzó una ceja~
— Entonces como ya estás lista, vamos voy a mostrarte el lugar ~dijo Clara~
— Si no te molesta preferiría que Javier me mostrara el campamento.
alzó la ceja, no estaba contenta, de verdad que esta mujer le cayó muy mal.
— Javier tiene muchas cosas que hacer, pero bueno, así me da tiempo de ver a Felipe que me estaba llamando.
Mi prima dio la media vuelta y se fue dejándome solo con Andrea que me hacía sentir como si yo fuera una presa.
-Dante: esta mujer va a ser un problema no me gusta
-Javier: hay que tratar de estar lo más ocupado para no encontrarnos con ella a cada rato.
-Dante: es demasiado confianzuda y su olor me da nauseas y a eso agrega que te tiene bien agarrado del brazo.
Puse mis ojos en donde ella tenía su delgada mano y en efecto, había entrelazado sus manos en mi brazo.
— ¿podemos empezar por los dormitorios? Quiero saber dónde está el mío ~dijo coqueta~
— Pensé que querrías recorrer tu cocina primero.
— Eso puede ser después ~me guiño un ojo~
-dante: es definitivo, no me agrada su olor
-Javier: me siento incomodo
Si Dante no me lo hubiera dicho no me doy cuenta, Andrea en definitiva no huele bien, bueno en realidad, olía a algo que a mi nunca en la vida me ha gustado, para mi era asqueroso y me daba nauseas… desde pequeño si hay algo que no soporto es el olor a melón, herencia de mi mamá odiamos con el alma el melón.
— Javier… no contestaste mi pregunta ~soltó una leve risita~
— ¡oh! ¿Qué pregunta?
— Antes de que Clara llegara a la oficina te pregunté si estás soltero
— Ah, eso… estoy en pareja, y tengo una hija de 10 años
— ¿una hija? Guau que sorpresa ~aun así no soltó mi brazo~
Seguimos caminando, le mostré el sector de los baños y duchas, los dormitorios, todo de forma rápida para llegar luego a la cocina.
— Esa de allá es tu cocina, hoy en la tarde llegan tus ayudantes, no los cité antes ya que no estaban aquí todavía.
La llevé a su lugar de trabajo, según ella estaba bastante bien para ser una cocina de campamento, su cara en ni un momento demostró sentimiento alguno.
— Ahora te voy a llevar a la otra cocina, de la sección intermedia para que conozcas a las demás.
A lo lejos pude ver a mi Lucecita que me escaneaba para nada feliz, no quiso acercarse y es mejor para mí y obvio que para ella misma, no quiero que pase un momento incomodo como el que estoy viviendo yo. Entramos a la cocina donde estaban Angelica, Maite y Almendra.
— Disculpen que moleste…
Hablé con Maite y Angelica, Almendra terminaba de lavarse las manos, cuando volteó para saludar, sentí la mano de Andrea tensarse en mi brazo y la penetrante mirada de Almendra no se apartaba de la mujer al lado mío. Rayos y centellas volaban por la cocina. Y el ambiente se volvió pesado.