EL FUEGO QUE NOS QUEMA

Después del desayuno, Said la llevó al trabajo.

—Cariño llegamos.

Said se apresuró a bajar y le abrió la puerta.

—Gracias que-querido.—respondió Lina mostrando una sonrisa tímida mientras bajaba del auto.

—¿Te acompaño adentro?.

—No es necesario, ve, se te hace tarde.

—Está bien amor, te voy a extrañar, estaremos en contacto.

El se acercó a ella y le robó un beso, Lina se puso tan roja como un tomate, al sentir muchas miradas que la encojian, mientras que un puchero se escuchaba a sus espaldas.

—Que linda pareja.

—Nuestos jefes son lo máximo.

Lina quiso desaparecer de vergüenza en ese instante, todo en ella era nuevo.

—Adiós Said, buen viaje.

—¡Adiós Señora de Torner!—Gritó Camil desde el volante, dedicándole un guiño.

—Adiós Camil.—Gritó Lina, mientras sacudía la mano.

Lina giró sobre sus talones y caminó a prisa sintiendo atravesar un caluroso oasis. Rosa que había presenciado la romántica escena desde la entrada, corrió hacia ella emocionada y la rodeó con el brazo.

—Te envidio jefa.

Lina solo sonrió y se mordio el labio de alegría. Mientras pasaban, el chisme se habia exparcido como pólvora y las atractivas modelos rellenas de envidia se hicieron presentes, hablando en voz alta a propósito.

—Que suerte tiene esa gorda.

—Seguro se metió a su cama, que zorra.

—Hay que coraje, el tan perfecto y divino casarse con una golfa, Iuuu.

—En serio, que le vió a la ballena, con ese cuerpo lleno de rollos sólo da asco, para mi que es sólo lástima

—O yes, si en verdad esa tiene autoestima debería de alejarse de el, está muy lejos de encajar en el prefecto mundo de Said.

Lina quería pasar muy a prisa ignorándo al grupo de envidiosas que bebían una bebida light a fueras del del Areá de diseños, pero Rosa la detuvo y gritó de coraje.

—¡Sacos de huesos! ¿quieren ser echadas como un perro? si quieren permanecer en FeelingUnlimited será mejor que mantengan esos labios con botox muy cerrados.

—Rosa no hagas caso, vamos—Susurró Lina en voz baja, intentando persuadir a su amiga.

—Claro que no, esas deben saber cuál es su lugar, eres la esposa del presidente, es injusto para ti. —Respondió Rosa, sujetando las manos de Lina.

Las guapas modelos se miraban con asombro las unas a las otras por un instante y luego se echaron a reír.

—¿Quién demonios se cree?.

—Es amiga de la gorda.

—Osea la mugre.

—Si, ambas son tan tan nacas que se complementan.

—¡Hey ustedes, les juro que se van a arrepentir! el presidente se va a enterar, y ya les quiero ver chirusas—Rugió Rosa enojada.

—Rosa no...

—Tu tranquila amiga, déjame a mi. Les voy a dar una buena paliza.

—Te lo suplico no hagas una escena aquí.

— Aishhhhhhh ok,

Golpeó sus tacones con enojo y volvió su fulminante mirada — ¡Ya lo dije! bola de huesos, así que enfrentense a la ira del Señor.

—Uy si como no, estamos temblando, jajajaja.

Rosa se irguió como un pavo real, y jaló a Lina consigo, dejando a las modelos mofarse de ellas.

En el aeropuerto .

—Said hermano, ¿en serio te enamoraste de ella?, caray hombre hasta que por fin eres domado.

—Esa mujer es especial, todo ella me embriaga.

—Ya te perdí don Juan, jajaja, bueno entonces tu matrimonio va en serio.

—Si.

—Que digo entonces, pues felicidades hermano. Te apoyo en todo.

Camil le dió un apretón de manos, mientras Said sonreía y dirigía su mirada a la ventana del avión.

Entre tanto, Lina entró a su oficina fingiendo una sonrisa.

—Rosa, gracias pero la próxima ves yo me encargo.

Lina dió un profundo suspiro, se sentó y encendió su ordenador.

—Jefa, es que me choca, eres la esposa del presi y además nuestra directora de diseño, desde siempre te han repudiado todos por ser la favorita del ex presi, y ahora más que eres la esposa del Señor, todos aquí hablan a tus espaldas.

—Lo se, ellos hablan porque no tienen más que hacer, estoy bien sólo me importa mi felicidad y punto, lo que digan me resbala.

—Pero...

—Traquila pequeña, gracias por tu aprecio, bueno creo debes volver al trabajo.

—Está bien jefa, permiso.

Rosa salió con descontento, Al cerrar la puerta ella cogió su teléfono mientras se dirigía rumbo al camerino de las modelos

—Esto no se va a quedar así, el presi me pidió cuidar a su amor y eso estoy haciendo, ya me imagino la cara de palo de esas flacas cuando el las corra.

El rostro de Rosa se llenó de una gran sonrisa de satisfacción, mientras marcaba el número de Said, con mucha finta las acusó en voz alta, mientras que los demás empleados sintieron un frío espeluznante recorrer sus espinas dorsales. Ya se imagiban su fin si ofendian a Lina.

—Si jefe Torner, conozco a las modelos, son Tifany, Melody, Kimberly, Lara y sol.

—¡Están despedidas!.—Gruñó Said al otro lado del teléfono.

Rosa entró donde las modelos y puso alta voz.

—Perdón Jefe Torner no lo escuché, ¿podría repetir lo que dijo?.

—¡Dile a esas modelos que están despedidas! y que se olviden de ser contratadas por el resto de su vida, no saben con quien se han metido.

Las modelos se desplomaron al instante al oir el poderoso estruendo de su voz, su carrera había llegado a su fin.

—No se preocupe jefe, ellas la oyeron bien.

—Cuida de mi mujer, adiós.

—Si jefito.

El grupo de modelos se acercó con desesperación ante Rosa, sollozando.

—Por favor, nos equivocamos, perdón, intecede por nosotras ante el jefe.

—Ustedes se lo buscaron chiquitas.

Llena de indiferencia Rosa giró sobre sus talones y se fue.