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Amor En Tiempos De Guerra

Amor En Tiempos De Guerra

Status: En proceso
Genre:Aventura / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor en la guerra / Romance oscuro
Popularitas:1k
Nilai: 5
nombre de autor: Tania Uribe

Yo antes era una espía y asesina respetada por todos, temida por todos, la más importante y reconocida por todos aquellos que oían mi nombre temblaban del terror y la desesperación que sentían al oír de mí. Creía que lo tenía todo, incluso creía que tenía a mi lado a un hombre que me amaba y respetaba como mujer y compañera de equipo. Desgraciadamente estaba muy equivocada y terminé por ser traicionada por él y por la gente que creía que me era leal, pero ni siquiera eso.

Ese día perdí todo y terminé por ser arrestada, humillada, maltratada, casi violada por uno de los custodios que me llevaba a ser finalmente encarcelada, sin juicio alguno en cual pudiera defenderme; era frustrante dado que yo fui una de las personas que propuso que todo criminal, sin importar su rango no tendría un juicio sino que en cambio iría directamente a "Azgaard" la más cruel y sanguinaria cárcel clandestina que el mismo maldito Hitler autorizó sin haber consultado a sus generales y consejeros.

NovelToon tiene autorización de Tania Uribe para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 2.

SOFÍA

Ese Celador rubio liberó sus ojos de los míos para luego atreverse a mirarme de pies a cabeza. Mi corazón palpitaba con violencia debido a que esa mirada lasciva la sentí como sí él me hubiese tocado de forma íntima, era como sí él me hubiera marcado como suya.

Una parte de mí sintió un calor intenso y sensualidad, lo cual me era inconcebible y absurdo. No podía sentir otra cosa más que aborrecimiento y asco. No era mi enemigo pero tampoco mi amigo.

Sólo era alguien a quien podía usar para fines personales. Pero debía mantener las distancias con él, no al revés. Tenía que estar fuera de su alcance y de su mirada, fue mi error provocarlo de la forma en que lo estaba haciendo, no debí mirarlo. Culpa mía. Sus ojos eran atrayentes y seductores.

Pero era humillante el tener que bajar la mirada y cederle el triunfo a él, simplemente no. No iba a ceder a su táctica de intimidación y a la palpable provocación sexual que me enviaba con su postura.

Sentía la intensa necesidad de ir hacia él y decirle todo lo que pensaba acerca de él, al sentir un deseo renovado al sentirme inevitablemente atraída a un soldado Nazi traicionero y mentiroso.

¿Qué era lo que me estaba sucediendo? ¿Por qué no sentía del todo odio y repulsión hacia él? ¿Por qué sentía una fuerte atracción hacia él?

A él le parecía divertido incitarme, leerme como un libro abierto le era agradable o tal vez aceptable mi aspecto físico, además de que le gustaba mi carácter orgulloso y frío.

Era la primera vez que... podía hablar con la mirada o pelear con la mirada y con la postura corporal. Atravesé su dura coraza y él la mía con una facilidad que me tenía intrigada.

Me era extraño ser consciente de otro hombre ya fuera para bien o para mal. Luego de ser arrestada y traicionada por el bastardo que amaba o creí amar, en menos de veinticuatro horas dejé de creer en el amor, en la pasión, el deseo, el romance, el odio y la ira, dejaron de ser importantes para mí dentro de mi corazón y de mi mente.

Tenía sueños y todos ellos fueron destruidos en un parpadeo. Antes era soñadora y ahora era alguien más enfocada, más seria y fría de lo que era antes, incluso más sensata.

Ya no creía en el amor, debido a que era algo... superficial y pasajero. Antes que enamorarme... primero me valoro a mí misma así como también valoro la lealtad hacia a mí como mujer.

Enamorarse era un arma de doble filo, peligrosa, mortal y sobretodo muy tentadora, ya que cuando uno termina siendo apuñalado por ese sentimiento tan efímero y débil... se pierde más de lo que se gana. Y por desgracia lo aprendí muy caro.

Yo no confío en nadie sólo en mi carácter y determinación, no necesitaba nada más. Las personas no eran confiables porque en cualquier momento uno podía recibir una apuñalada por la espalda, en menos de lo que uno de podía esperar e imaginar siquiera.

La única persona en la que confiaba me traicionó y me entregó por un crimen que no cometí. Reveló en dónde me escondía y él mismo hizo el arresto.

Desde ese momento juré que jamás pondría mis esperanzas y mi corazón en alguien que es capaz de traicionarme. Yo sólo confiaba en mí misma y en mi capacidad de supervivencia.

Sentir lo que estaba sintiendo iba en contra de todo lo que pensaba. Mi pecho se agitó en ese momento debido a la inevitable atracción que él despertaba en mí, alguien a quien despreciaba con cada fibra de mi ser.

Parecía que estaban saltando chispas del uno al otro. Y la chica que estaba a mi lado parecía sentir esa misma tensión circular entre el Celador rubio y yo, y por lo visto estaba aterrada por la reacción que podía tener él al respecto.

Posiblemente lo estaba incitando a matarme o a castigarme por mi actitud tajante por negarme a agachar la cabeza ante él con una actitud temerosa y sumisa.

Eso no era mi estilo, además yo no era ninguna prostituta a la que podían poner las manos encima, sin antes matar a quien lo intentara.

Prefería ser asesinada a que acceder a ser una mujer sumisa y asustada por él y por todos los que me rodeaban. Ni siquiera muerta esa bestia desquiciada iba a tocarme.

Sus ojos azules como el mar, se oscurecieron de pronto con un brillo lascivo y penetrante que me enfurecia y bastante, nadie en los años que los que fui Nazi, se ha atrevido a mirarme de aquella forma tan insultante.

Nadie en mi vida me hizo sentir como una mujer barata de la calle, a la que cualquier imbécil pudiera manejar a su antojo.

Mi sangre hervía de coraje e indignación al ver que de sus labios carmesí surgía una sonrisa maléfica cuando lo miré con indignación. Le parecía divertido en sobremanera el ver mi furia y coraje juntos.

Noté que ninguna otra mujer se atrevía a mirarlo de forma directa. Sólo yo parecía estar provocando a ese maldito hijo de perra.

La presa que estaba a mi lado me miraba con súplica rogándome porque dejara de seguir provocando a ese hombre. Tomó mi mano rogándome sin palabras que dejara de provocarlo aún más.

Me mordí el labio inferior y suspiré con resignación. Me rendí sólo porque esa pobre chica estaba temblando de miedo.

Mantuve la vista al frente evitando volver a cruzar miradas con el Celador rubio.

Debía sobrevivir para poder tomar venganza en contra del maldito que me traicionó y vivir la vida que él me quitó en el momento en que me puso bajo arresto.

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