Anna Lía nunca tuvo suerte en el amor, su vida no fue lo que esperaba, pero con su hija la historia no se repite, sino que empeora. Será que nunca serán felices?
Es una novela acerca de la violencia de género y la desaparición forzada de personas.
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Muchos cambios
Mi padre se preocupa cada vez más por mi, ya no quiere salir de casa porque ahora se que en el pueblo me ven como la pobre huérfana, me hacen menos y eso me lastima y me da rabia. Además estoy triste por Lorenza, elle se va a ir a seguir con sus estudios a Mazatlán y vivirá con su madrina que reside allá. Me da tristeza pero también envidia. Yo no tengo ningún familiar que me pudiera recibir, además que no podría dejar a mi papá, es la única familia que me queda.
En fin todo parece moverse menos yo.
Pero mi vida también cambiaría. Cuando Lorenza me platicaba sus planes mi papá la escuchaba muy atento aunque disimulaba qué no. En su mente ideaba la manera de que yo también tuviera otras oportunidades, el quería verme feliz y sabía que sin mi amiga solo estaría más aislada.
Terminó por pedir la opinión de los padres de Lorenza y ellos lo orientaron. Le presentaron a Doña Chonis, la madrina de su hija que tenía una casa de huéspedes y era donde estaría mientras estudiaba. Pero debido al costo de el hospedaje la única opción era que estudiará por la mañana y trabajara por la tarde. Definitivamente a él le parecía que era peor que me quedara encerrada en casa toda la vida. Así que habló conmigo y ni bien me explico con detalle su plan yo me enoje y con mi gran bocota le dije que quería deshacerse de mi, que le estorbaba y no se cuántas barbaridades. No se desesperó y me explico bien todo lo que pensaba y no me quedó de otra qué decirle que si.
Se que estaba sacrificandose por mi, pero también me dolió sentir que lo único que tenia se quedaba atrás. Lo único bueno es que me acompañaba mi amiga de siempre así que me iría a cambiar mi vida, pero no de la manera que se esperaba.
Pasaron los días y nos preparamos para partir, yo tuve que comprar ropa y lo necesario para mudarme ya que estando en la casa siempre no daba importancia a lo que usaba, generalmente era ropa vieja y remendada ya que no había mucho dinero, otro sacrificio que teníamos que hacer.
Con todo listo llegó el momento de la despedida y el dolor con ella, dejaba al único hombre que me había cuidado y querido toda mi vida. Muchos cambios para mi y para él.
Nos marchamos, con los ojos llorosos y el corazón agitado. Empezamos una etapa de incertidumbre y esperanzas, todo por un futuro mejor.
Nos instalamos con Doña Chonis en una recamara las dos y me tocaba buscar un trabajo de medio tiempo de lo que fuera, siendo que nunca había trabajado más que en la casa. No sabía por donde empezar, y como no tenía experiencia ni relaciones, me daba verdadero pavor no encontrar nada y no poder cubrir los gastos. Doña Chonis muy atenta me pregunto que podría hacer para ver algún modo de ayudarme a encontrar trabajo. Después de unos días en los que anduvo buscando como colocarme, consiguió un puesto en una mercería muy grande, yo no tenia mucho conocimiento, pero como mi mamá cosia, más o menos estaba familia rizada con estos artículos y me resultó un poco más fácil comenzar.
Ya estaba encaminada, y creí que todo marcharia bien, cuán equivocada estaba, pero en ese momento no lo podría adivinar.
Trabajaba todas las tardes y salía ya de noche, según el horario salíamos a las 8:00 pm qué era la hora de cerrar la mercería, pero nos teníamos que quedar a acomodar todo lo que quedaba fuera de su lugar y a hacer el corte de caja. Éramos 7 empleados, el encargado, dos muchachos que se encargaba de surtir todo del almacén, tres chicas que atendimos el mostrador y una señora que hacía la limpieza. El encargado se ocupaba del dinero y el corte de caja, pero no podíamos irnos hasta que el terminara por si hacía falta algo. A veces ya habíamos terminado de acomodar todo y mientras el terminaba nos quedábamos platicando entre nosotros.
El encargado se llamaba Alfredo, era el mayor de nosotros a excepción de Chavelita la señora que limpiaba, que además era prima de Doña Chonis, Los chicos de almacén eran Esteban y Sergio y mis compañeras de mostrador Cecilia y Norma. Estaba haciendo amistad con ellos, y se me hacia gracioso quejarme y despotricar contra todo lo que no me gustaba del trabajo, como siempre metí la pata. Alfredo se enteró de lo que hablaba y claro que no le gustó nada. Un día cuando llegué me llamó la atención delante de todos y me dijo que si tan mal estaba el trabajo estaba en libertad de buscar otro, pero no creía que en otro sitio me dieran siquiera una oportunidad puesto que mi trabajo dejaba mucho que desear y el no me recomendaría de ninguna manera.