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Florecer De Las Cenizas

Florecer De Las Cenizas

Status: En proceso
Genre:Autosuperación / Traiciones y engaños / Cambio de Imagen
Popularitas:4.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Orne Murino

A veces perderlo todo es la única manera de encontrarse a uno mismo

NovelToon tiene autorización de Orne Murino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 19 – “Nuevos comienzos”

Juliana se miraba al espejo antes de salir, ajustando el vestido simple pero elegante que había elegido para esa noche. No era un atuendo pensado para seducir, sino para sentirse cómoda y segura. Por primera vez en meses, notaba que la sonrisa que se dibujaba en sus labios no era forzada.

Mattia había insistido en invitarla a cenar “fuera del trabajo”, y aunque dudó al principio, Mica la animó a aceptar. No era una cita romántica en el sentido estricto, sino una oportunidad para conocerse en un terreno distinto al de la oficina y los problemas.

Cuando bajó las escaleras de su casa y lo vio esperándola junto a su auto negro, Juliana sintió un cosquilleo extraño en el estómago. Mattia, impecable en un traje oscuro sin corbata, le abrió la puerta con una sonrisa cálida.

—Estás preciosa —le dijo en un castellano que mantenía ese ligero acento italiano que a ella le resultaba encantador.

Juliana bajó la mirada, sonrojada.

—Gracias… vos también.

El restaurante elegido no era ostentoso, sino acogedor: luces tenues, mesas separadas para brindar intimidad y un ambiente donde las conversaciones podían fluir sin interrupciones. Juliana se sorprendió cuando Mattia pidió una botella de vino toscano sin siquiera mirar la carta.

—Es de mi tierra —explicó mientras llenaba ambas copas—. No es lo más caro de la carta, pero tiene algo especial. Como la vida misma.

Juliana rió suavemente.

—¿De qué parte de Italia sos? Nunca me lo contaste.

Mattia apoyó los codos en la mesa, entrelazando las manos.

—Nací en Florencia. Mi familia tiene viñedos desde hace generaciones. Crecí entre las colinas de la Toscana, rodeado de campos y del olor a uva en fermentación. Pero yo… siempre fui el que miraba más allá del campo.

—¿Más allá? —preguntó Juliana, intrigada.

—Sí. Mientras mis hermanos se quedaban con el negocio familiar, yo soñaba con viajar, aprender. Estudié en Milán, y ahí conocí el mundo de la moda y el textil. Empecé desde abajo, trabajando como pasante en una pequeña empresa. Con el tiempo, logré abrirme camino y ahora… bueno, ahora estoy aquí, con una de las empresas de carteras más prometedoras de Buenos Aires.

Juliana lo escuchaba con atención, sorprendida por la pasión con la que hablaba de su pasado.

—Suena como un camino lleno de esfuerzo —comentó—. Tus raíces en la Toscana… deben ser un lugar hermoso.

Mattia asintió, su mirada perdiéndose un instante como si recordara paisajes de su infancia.

—Lo es. Pero también aprendí que a veces, para crecer, hay que dejar atrás lo que uno más quiere.

Las palabras resonaron en Juliana como un eco. Ella también estaba aprendiendo eso: que para florecer tenía que dejar ir a Martín, aunque hubiera sido su vida durante tantos años.

Durante la cena hablaron de cosas triviales, como la comida argentina, la dificultad de aprender el idioma, o anécdotas pequeñas que arrancaban carcajadas. Juliana se sorprendió a sí misma riendo con libertad, como no lo hacía desde hacía mucho.

Al terminar, Mattia la invitó a caminar. La noche porteña estaba templada, con una brisa ligera que movía suavemente los árboles de la vereda. Caminaron sin prisa, lado a lado, sin necesidad de llenar cada silencio. Era una compañía que no pesaba.

En un momento, Mattia se detuvo.

—Juliana… sé que tu vida está en un torbellino ahora mismo. No quiero apresurar nada ni poner presión. Solo quiero que sepas algo: admiro tu fuerza. Y si me lo permitís, me gustaría estar cerca para ver cómo florecés.

El corazón de Juliana se aceleró. Nadie le había dicho algo así desde que todo comenzó. Sintió que sus ojos se humedecían, no de tristeza, sino de alivio. Mattia tomó su mano con suavidad y, sin apartar la mirada, la llevó a sus labios y depositó un beso delicado sobre sus nudillos.

Ella se quedó inmóvil, sorprendida, pero en paz. Había algo en él que no era invasivo, sino respetuoso. No estaba reclamando un lugar, estaba ofreciéndolo.

—Gracias, Mattia —susurró Juliana, apenas audible.

A kilómetros de distancia, Martín se encontraba en su lujoso departamento, rodeado de muebles caros que no lograban tapar el vacío que lo devoraba. Una copa de whisky en la mano, la mirada perdida en la ventana que daba a la ciudad. El eco de la soledad lo golpeaba más fuerte que cualquier condena.

En su mesa había flores marchitas, restos de intentos fallidos de reconquistar a Juliana. Ninguna llamada respondida, ningún mensaje contestado. Cada silencio de ella era una daga en su orgullo.

Se levantó tambaleante y lanzó la copa contra la pared, viendo cómo el cristal se rompía en mil pedazos.

—No es suya… —murmuró con los ojos inyectados de rabia—. Juliana es mía. Siempre será mía.

Pero en lo profundo de su pecho, la certeza lo estaba consumiendo: la había perdido. Y esa obsesión crecía, oscura y peligrosa, como una sombra que no dejaba de expandirse.

Juliana, en cambio, al volver a su casa esa noche, se sintió distinta. No había promesas grandilocuentes ni futuros trazados, pero algo en su interior se encendió con la certeza de que la vida le estaba dando una segunda oportunidad.

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Maritza Suarez
👍
Lorena Itriago
Martín no estaba preso? no entiendo porque está en su departamento?
Lorena Itriago
tengo una duda Micaela y Camila son la misma persona?
Edith Villamizar
Hola inicio de ésta historia 🌹
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