Salvador Toledo hereda la empresa de su padre y en ella conoce a la joven secretaria de presidencia, quién ya trabajaba con el difunto. Al tomar las riendas del negocio, una sola cláusula marcaba la obligación del nuevo jefe: no despedir a Isamar Macip.
La pelinegra de ojos oscuros estaba nerviosa por conocer al nuevo dueño, pero más que nada por lo que depararía su futuro con respecto a su puesto de trabajo.
Al conocerse personalmente, comprendieron el porqué de todo. Isamar es una excelente secretaria y anticipa los deseos del CEO, así que Salvador comprende el pedido de su padre; y ella deja de temer cuando él le asegura, con un contrato laboral, tres años más en la empresa.
Pero, ¿qué pasará cuando el secreto del cuarentón sea descubierto por culpa de su asistente?, ¿O qué pensará Isamar cuando el mencionado anteriormente le pida algo inaudito?
¿Ella aceptará por miedo a ser despedida o el CEO aprovechará, la que tal vez es, su única oportunidad?
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Cantidad y calidad
Salvador Toledo
Mi mano aprisiona el tronco duro y empiezo a acariciarlo, mientras escucho las disculpas de Isamar por querer viajar conmigo porque está preocupada por mi salud.
Sí, realmente, lo está, por eso me llama, quiere saber cómo me va en el médico, sin sospechar que sus palabras me emocionan aún más.
—¿Qué estás haciendo en este preciso momento?— cuestiono, interrumpiendo sus palabras.
Esas que ya mencionaban el trabajo, a Juan y a mi tío. Y no, no tengo deseos de enfocarme en eso, ni en ellos. No quiero jalarmelª escuchando esos nombres; solo su voz.
La verdad es que tampoco me importa lo que ella hace, pero no de malo, sino porque lo único que necesito es escucharla hablar de su día, como tantas veces desee.
Lamentablemente, en mis antiguos disfrutes de soledad amorosa, como le llamaré a esta tarea de vaivén, comodidad e imaginación; no tuve su ayuda, a pesar de haberla pensado tantas veces.
Porque... debo admitir, que no es la primera vez que lo hago en su nombre.
No es la primera vez que me masturb° pensando en Isamar.
—Vine... —se aclara la garganta y suspira, volviendo a hablar unos segundos más tarde— a mi casa unos minutos, el señor Samuel me ha otorgado el permiso, ¿necesita algo?
Me encantaría decirle que sí, que solo deseo sus manos en mí, o en su defecto, que me hable sobre cada movimiento que realiza, pero sonaré muy pervertido y no quiero asustarla, o recibir una demanda.
Solo han sido pocos días los que hemos compartido espacio en la empresa o hemos intercambiado palabras, pero en mi caso... Mi atracción por ella, empezó mucho antes. Hace años, para ser más preciso. Esos en los que mis padres la cuidaron, le ofrecieron un futuro, hablaban de Isamar y casi la adoptan.
Esa idea explotaba mi mente, cada vez que lo mencionaban, porque no quería pensar que ella pudiese ser mi hermana legalmente, y al mismo tiempo me reprochaba el querer conocerla a profundidad. Incluso en el sentido más erótic° que pueda existir.
Hubiese sido un enfermo si continuaban con ese proceso legal y yo deseaba, en mi cama, a quien sería mi hermana.
—¿Te sientes bien?— cuestiono deteniendo los movimientos de mi mano.
—Sí, solo he venido a cambiar mi ropa porque tuve un accidente con el café
¿Cambiarse la ropa?
¡Carajo! Eso ha provocado un tirón en mi entrep¡erna por lo que significa.
Claramente, qué para hacerlo, debe quitarse la que ya usa y eso la dejaría totalmente expuesta, pero no la puedo ver. Aunque sí imaginar.
—¿Estás bien?— indago volviendo a posar mi mano donde antes estaba para pensar en ella.
Recuesto mi cabeza en el espaldar del sofá y mantengo el celular en mi oído, aprovechando su suave tono al hablar.
—Lo estoy. — asegura— Pero, justo hoy estaba estrenando un...— hace silencio de repente—. Disculpe, me dejé llevar.
—Hazlo, Isa—pido con una voz que casi no reconozco.
El deseo por ella ha superado todo, incluso mis propios pensamientos, esos en los que idealizo tenerla frente a mí, de pie. Solo con su ropa interior.
En este caso he elegido imaginarla con encaje, pero sé que se vería mejor sin nada, o con esas tiras comestibles que simulan ser un sostén o una tangª pero que no cubren ni siquiera un milímetro de piel.
No sé que estaría estrenando, aunque cualquier cosa sería favorable: un vestido, una camisa, una falda, e incluso la ropa interior.
Todo, absolutamente todo, me haría feliz. Si puedo quitárselo, al menos en mi mente.
—Un vestido.— responde susurrando, como si tuviese vergüenza de decirlo.
—Dime cómo era para conseguirte algunos aquí y así tengas cambios en la oficina.— pido con semejante excusa.
Quiero pensar en cómo se veía y luego, en mi propia película, quitárselo.
—Puedo hacerlo yo, señor.
—Dime su modelo, Isamar. Y tutéame. No estoy tan viejo.
–No lo estás, Salvador— admite.
Mi nombre en sus labios, son una deliciosa tortura. Su tono de voz, una caricia a mi ego y a mi fal°. Me la pone aún más durª y necesito aumentar la velocidad en mis movimientos.
Que no me considere viejo, me entusiasma y me éx¡ta por igual. Maldita sea.
Sé que debí permitir que me acompañase, pero si eso hubiese pasado, no estaría en este momento hablando con ella.
—Era un vestido azul rey, de escote en V cruzado...— menciona lentamente, como si con cada palabra quisiera seducirme.
Sé que no es su intención; que solo es mi imaginación, pero creo lo que deseo y lo disfruto.
Pienso en ese escote, el cual mostraría parte de sus pechos y se me escapa un jadeo, aunque espero que ella no lo note. Se vería sexy, provocadora y divina. Porque no hay mujer más hermosa que ella.
— ¿Ajustado o suelto; corto o largo? Dime para comprarlos.— pido al obtener su silencio.
Estoy casi seguro de que me ha escuchado, pero me excusaré con el ejercicio de mi propio gimnasio.
—Corto y ajustado, sin estampados, ni brillos.
—Bien.
Aprieto mi mandíbula sin poder evitarlo, sabiendo que mi imaginación tiene detalles muy necesarios y alejo el celular cuando me siento muy estimulado, a punto de gemir. No quiero que me escuche...
¿O sí?
—Salvador...— escucho que me llama y hago un sonido para que sepa que presto atención, sin poder, ni querer abrir la boca porque podría decirle todo lo que quiero hacerle.
Solo me ha dicho cómo era su vestido y me tiene así, no quisiera ni imaginar qué pasaría si estuviésemos en una llamada de se×o telefónico.
—¿Estás ocupado? — pregunta.
—Estoy corriendo—miento, aunque no tanto.
Mis pies están en el mismo lugar, pero estoy a punto de llegar a mi cl¡max. Lo puedo sentir, mi corazón está acelerado, mi mano bombea rápidamente, tengo un cosquilleo en mi zona íntima y la respiración es errática.
Corto la llamada de inmediato y sostengo el tarro que contendrá mi esencia, derramándome en él.
Por primera vez, en mucho tiempo y en muchos exámenes, puedo ver tal cantidad. Sin embargo, lo único que importa es la calidad de mis bendiciones.
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PREPÁRENSE PORQUE EN EL SIGUIENTE CAP. VIENE LA INTERVENCIÓN DEL ASISTENTE, CON UNA AYUDITA EXTRA.
¿Quién será y qué querrán?
🖤 ¡Si están leyendo esto es porque Noveltoon lo ha aceptado originalmente!
Recuerden que, por más molesto que sean, los ¡ª×° en medio de las palabras, son porque las palabras textuales son demasiado para el algoritmo de la app y lo rechazan por alto contenido er°t¡co
para crear una bendición 🤭
Gracias 😊 querida escritora Tamara por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️