Dicen que la historia la escriben los vencedores.
Que los héroes son solo villanos que supieron contar mejor su versión.
Yo no crecí con cuentos de hadas.
Crecí con sus sombras.
Mi nombre es Hope Michelson.
Soy la hija de una loba alfa y del híbrido más temido del mundo.
Llevo en la sangre la magia de los brujos, la furia de los licántropos y la sed eterna de los vampiros.
Mi linaje está marcado por la tragedia, la traición… y el poder.
Durante siglos, mi familia fue temida por todos.
Hasta que fueron malditos, encerrados en un sueño del que solo yo puedo liberarlos.
Pero para hacerlo, debo encontrar al Doppelgänger.
Y tomar su sangre.
Esta es mi historia.
La historia de una heredera sin reino,
de una hija sin padre,
de una bestia con corazón humano.
Mi historia… y la de un linaje maldito.
NovelToon tiene autorización de abbylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capítulo 20
POV HOPE
La tenue luz de la mañana se colaba por las cortinas gruesas de la mansión. Mi cuerpo aún dolía del ritual, pero mi corazón latía con fuerza. No de miedo… sino de esperanza. Después de doscientos años, estaba rodeada de mi familia otra vez.
Había una calidez en el ambiente, como si el pasado quisiera abrazarnos una vez más antes de que el mundo volviera a caer.
Estaba sentada en el salón principal, vestida con ropa limpia, con una taza caliente de té entre mis manos. El fuego crepitaba suavemente en la chimenea. A mis espaldas, escuché pasos. No necesitaba mirar para saber quién era.
— Sabes que no tienes que anunciarte —susurré sin girarme—. Siempre podré reconocer tus pasos.
— Y yo siempre reconoceré el tono altivo de mi pequeña loba. —La voz de Nicolai era profunda, cálida… más humana de lo que recordaba.
Me puse de pie y me giré lentamente. Allí estaba. Mi padre.
El mismo rostro marcado por la historia, los ojos dorados que alguna vez me miraron con ternura y autoridad a partes iguales. Se acercó a mí sin prisa, y cuando estuvo a solo un par de pasos, abrió los brazos.
— Ven aquí, lobita...
Corrí hacia él y me lancé a su abrazo. Mi rostro se hundió en su cuello mientras las lágrimas brotaban sin control. Él me sostuvo con fuerza, como si no quisiera soltarme jamás.
— Me hiciste tanta falta… —murmuré entre sollozos.
— Lo sé… Y tú a mí —respondió con un susurro que parecía venir de las profundidades de un recuerdo olvidado.
Nos quedamos así por minutos eternos, hasta que escuchamos pasos a nuestro alrededor. Elijah, Rebekah, Kol y Finn ingresaron al salón con una mezcla de respeto y nostalgia en sus miradas. Jay los siguió a una distancia prudente.
Rebekah fue la primera en acercarse.
— Hope… —sus ojos brillaban de emoción—. Has crecido tanto… y no solo en edad. Has hecho algo que ninguno de nosotros pudo: darnos una segunda oportunidad.
Elijah asintió con solemnidad.
— Has cargado con un peso que no te correspondía, y lo has hecho con una determinación que pocos tendrían. Te debemos todo.
Kol, por su parte, simplemente sonrió con arrogancia y dijo:
— Sabía que mi sobrina sería una bruja maldita y genial desde que la vi por primera vez.
— Gracias… a todos —dije, tragando la emoción—. Pero no los liberé solo para revivir el pasado. He pasado estos siglos investigando, buscando una salida… Y la encontré.
Mi padre me miró con interés.
— ¿Una salida?
— Una cura —respondí con firmeza—. La bruja original, Agnes… no solo desarrolló el hechizo del vampirismo. También creó una cura. Una forma de devolvernos la humanidad.
Todos se quedaron en silencio.
— Podemos ser libres —continué—. Humanos. Una vida sin persecuciones, sin guerras, sin traiciones. Podemos envejecer, tener familias, vivir... sin ser monstruos.
Rebekah fue la primera en mostrar esperanza en el rostro.
— ¿Estás diciendo que… podríamos ser normales?
Asentí.
— Sí. Podríamos vivir en paz.
Por un momento, el silencio se volvió expectante. Pero la risa de Nicolai rompió la atmósfera.
— Hope... hija, creo que aún estás algo aturdida por el ritual —dijo con una sonrisa burlona.
Fruncí el ceño.
— Hablo en serio, padre.
Él se acercó un paso, con su mirada firme.
— Escúchame bien… Nosotros no fuimos hechos para soñar con vidas mundanas. No somos parte de ese mundo. Somos los depredadores más grandes que han existido. Criaturas superiores. Si quisiéramos convertirnos en humanos comunes... ¿qué impediría a nuestros enemigos aplastarnos?
— ¡No tienes enemigos ahora! —dije, alzando la voz—. ¡Podemos dejar todo atrás!
— No... —negó lentamente—. Si renunciamos a nuestra naturaleza, tus tíos perderán todo lo que son. Y tú y yo... tú y yo seguiríamos condenados. Somos licántropos, Hope. Aun si el vampirismo desapareciera, cada luna llena nos transformaría. No hay cura para lo que somos tú y yo.
— ¿Y preferís vivir como bestias? ¿Arrastrar a los demás contigo?
— Preferimos sobrevivir, hija. Preferimos ser temidos a ser presas. ¿Sabes cuántas brujas murieron para encerrarnos? ¿Cuántos aquelarres se unieron para sellarnos en el olvido?
Lo vi con horror mientras su voz se volvía más dura.
— Y no volverá a pasar. Esta noche, cuando el eclipse alcance su punto más alto... cada bruja suprema del mundo morirá. De eso nos encargaremos nosotros.
Me quedé sin palabras.
— ¿Qué... estás diciendo?
— Ya está todo planeado. Mientras tú dormías, tus tíos y yo tomamos decisiones. No habrá guerra, porque no quedará nadie que la inicie. Sin sus líderes, los aquelarres se desmoronarán. Los vampiros se rendirán. Los hombres lobo nos seguirán. Y nosotros... gobernaremos las sombras.
Retrocedí un paso.
— ¿Esto es por lo que querías volver...? ¿Para continuar la masacre?
Nicolai me miró con calma, como si yo fuera la niña ingenua que aún creía en cuentos de hadas.
— Yo volví por mi familia. Por ti. Pero la paz que sueñas, hija… no existe para nosotros. Nunca existió.
Sentí un nudo en la garganta. Apreté los puños.
— No volviste por mí… —susurré—. Volviste por el poder. Por la guerra. Por la venganza.
Él frunció el ceño por un segundo.
— Hope…
— ¡NO! —grité, con lágrimas cayendo de nuevo, pero ya no de emoción—. ¡Pasé siglos sola! ¡Luchando! ¡Creyendo que si podía traerlos de vuelta, podríamos tener una segunda oportunidad! Pero tú… ¡TÚ sigues siendo el mismo monstruo de siempre!
Rebekah se adelantó.
— Hope, por favor…
— No… —dije, alejándome—. Yo quería a mi familia de vuelta, pero no para esto.
Nicolai me miró, esta vez con un matiz que no conocía: decepción.
— Estás confundida. Pronto lo entenderás. Cuando el mundo te dé la espalda otra vez, verás que solo los nuestros están para ti.
Me giré, sin decir más.
La conversación había terminado.
Caminé por el pasillo, mis pasos retumbando como un eco de traición.
Jay me encontró en la escalera, viéndome con preocupación.
— ¿Todo bien?
— No… —dije con la voz baja—. Pero lo estará.
Porque ahora lo entendía todo.
Ellos no eran mi salvación. Yo fui la suya.
Y pronto, tendría que elegir de qué lado estar.