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Mi Mafioso Posesivo

Mi Mafioso Posesivo

Status: Terminada
Genre:Yaoi / Mafia
Popularitas:1.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Raylla Mary

Dimitri Volkov creció rodeado por la violencia de la mafia rusa — y por un odio que solo aumentaba con los años. Juró venganza cuando su hermana fue obligada a casarse con un mafioso brutal. Pero lo que Dimitri no esperaba era la mirada fría e hipnotizante de Piotr Sokolov, heredero de la Bratva... y su mayor enemigo.

Piotr no quiere alianzas. Quiere a Dimitri. Y está dispuesto a destruir el mundo entero para tenerlo.

Armas. Mentiras. Deseo prohibido.
¿Huir de un mafioso obsesionado y posesivo?
Demasiado tarde.

NovelToon tiene autorización de Raylla Mary para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 19

Rendido al Don

La puerta de la mansión Mikhailov se cerró con fuerza.

El sonido resonó por el mármol como una sentencia.

Alexei caminaba al frente, sus pasos firmes, silenciosos y letales.

Demitre lo seguía, corazón acelerado, la rabia aún viva en la garganta.

El silencio entre los dos era más sofocante que cualquier grito.

Alexei subió las escaleras hasta el piso superior, abrió la puerta de su propio cuarto y, sin mirar hacia atrás, dijo:

— Entra.

Demitre entró.

La puerta se cerró con un golpe seco.

Alexei se volteó, los ojos completamente oscurecidos por los celos.

— ¿Qué carajo estabas haciendo con ese idiota de la mafia brasileña? — su voz era baja, pero cortante como una navaja.

— Conversando. — Demitre respondió, desafiante. — ¿Qué esperabas? Estabas ocupado… con ella.

Alexei dio un paso adelante.

Otro.

Uno más.

Hasta acorralarlo contra la pared.

La mano grande sujetó el cuello de Demitre — no lo suficientemente fuerte para lastimar, pero sí lo suficientemente firme para dejar claro quién era el depredador allí.

— Eres mío, Demitre. Lo dije desde el comienzo.

— Ah, ¿ahora soy tuyo? — escupió con rabia. — ¿Pero ella puede tocarte? ¿Puede besarte frente a todos y yo tengo que tragarme eso?

¿Te gustaría que un hombre me besara así?

Alexei lo encaró. Los ojos estaban oscuros, vacíos… la propia muerte en silencio.

— Quien te toque...

quien siquiera ose soñar con eso…

sentirá la muerte respirando en el cuello antes incluso de entender que se equivocó.

Y si es el mundo entero…

entonces el mundo entero muere.

Las palabras fueron dichas con calma.

Pero dentro de él, la rabia, los celos y la necesidad enfermiza de Demitre quemaban como lava.

— ¿Y tú? — gruñó Alexei. — ¿Qué querías con ese idiota?

Demitre lo empujó — o lo intentó.

Pero Alexei no se movió.

Y entonces, sin aviso…

él jaló a Alexei por la nuca y lo besó.

Un beso cargado de rabia.

De posesión.

De todo lo que él negaba hasta ese momento.

Alexei respondió con la misma intensidad.

Las bocas chocaron como dos reinos en guerra.

Lenguas, dientes, respiración caliente y descontrolada.

El sabor de los celos, del dolor, del deseo prohibido y reprimido…

Cuando se separaron, jadeantes, Demitre apoyó la frente en la de él.

— Te odio. — murmuró, casi sin aliento.

— Óptimo. — Alexei sonrió con los labios rojos. — Odiar es el primer paso para amar a alguien como yo.

Se miraron.

Allí ya no había máscaras.

Solo dos hombres rotos, peligrosos, y peligrosamente atraídos el uno por el otro.

Y por primera vez…

Demitre no intentó huir.

Aún jadeantes, los dos se encaraban en el cuarto silencioso.

La tensión entre ellos era densa como humo de pólvora.

Demitre pasó la lengua por los labios, sintiendo aún el sabor de Alexei, y sonrió — una sonrisa burlona, pero con un brillo nuevo en los ojos.

— Nunca más sonrías a otras mujeres. Ni a otros hombres.

— Él se acercó más. — Tu sonrisa… tu cuerpo… tu atención… es mía.

Alexei no respondió. Solo lo encaraba.

— Y si alguien te toca de nuevo… — Demitre continuó, — quién sabe si deje a Theo tocarme también. A ver si él…

Fue demasiado lejos.

Alexei explotó.

Sin pensar, el Don lo empujó contra la pared.

No con violencia.

Pero con urgencia.

Con unos celos que atravesaban todas las capas de control que él luchaba tanto por mantener.

Su mano firme sujetó el mentón de Demitre, los ojos de él tan negros que parecían dos pozos sin fondo.

— No. Repite. — su voz salió baja, mortal. — Repite eso. Te desafío.

Demitre tragó saliva, pero no retrocedió.

— Dije que puedo dejar que Theo me toque. — desafió, con una sonrisita provocadora. — ¿Qué vas a hacer?

Alexei se acercó más, pegando sus cuerpos.

— No tienes idea de lo que estás diciendo, Demitre.

Theo Garcia ya tiene un pie en la tumba.

Y si tú lo permites…

Yo termino el trabajo.

Con mis propias manos.

La rabia de él no era ruidosa.

Era contenida. Precisa.

Letal.

Pero dentro de los ojos de él…

La muerte ya danzaba.

Demitre tragó saliva.

El corazón latía descontrolado.

Y por primera vez, él entendió que no era solo Alexei el que era posesivo.

Él también lo era.

— Me perteneces… — susurró Demitre, con la respiración caliente. — Y yo te pertenezco. Entonces, si tú puedes matar por mí…

yo también puedo matar por ti.

El silencio entre ellos se rompió con otro beso.

Más bruto. Más salvaje.

Esta vez, sin resistencia.

Allí, en aquella pared, en la oscuridad del cuarto,

ya no había máscaras.

Ya no había juegos.

Solo dos hombres peligrosos, quemando de deseo, celos y locura el uno por el otro.

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