RENACÍ EN LA DUQUESA VILLANA

Llegada la noche y luego de un descanso la pareja ducal salió sola, por pedido de Celia que le había asegurado a Benjamín que disfrutarían más al estar solos y además los guardias merecían descanso y divertirse un poco.

Esta decisión fue muy acertada porque la habían pasado de maravilla y su relación se había afianzado aún más, siendo ya muy noche decidieron regresar a la posada para descansar.

Un nuevo día llego y la pequeña caravana que conformaban los duques y sus guardias continuó su camino está vez sin paradas.

Tanta había sido la incomodidad de Celia que ahora usaba como asiento a su esposo y dormía como si nada sin importarle nada.

Cuando llegaron a la mansión de su propiedad Benjamín bajó en sus brazos a su mujer cubierta con su capa.

Los sirvientes se extrañaron y como la capa cubría el rostro de Celia la noticia de una supuesta amante se propagó por la mansión, al principio solo entre los empleados, pero esta noticia llevó a oídos de un comerciante que justamente estaba haciendo entregas ese día y esto desencadenó una oleada de chismes.

El resto del día solo hablaban de ese tema en la ciudad los nobles no dudaban en reunirse y murmurar algunos a favor de la decisión del duque de tener una amante, ya que era de conocimiento general el pésimo matrimonio que llevaban los duques y la situación con la marquesa no se había propagado aún como para disipar los malos rumores.

Celia durmió hasta entrada la noche ni siquiera tenía la remota idea de cuanto tiempo había pasado incluso casi grita cuando sintió unos brazos rodeándola de atrás, pero recordó que estaba casada y se le pasó el susto y no dudó en voltear para abrazar a su amorcito que estaba dormido.

Se veía tan inocente dormido, pero aún tenía secuelas de su encuentro apasionado y el leve dolor de caderas le recordaba que no crea en esa vil fachada, porque tenía de todo menos inocencia y vergüenza.

La cena fue llevada a su habitación y recién ahí las sirvientas notaron el error que habian cometido por su imprudencia, pero el rumor ya estaba lo suficientemente expandido como para que crean que todo es mentira.

Al día siguiente Benjamín fue informado sobre este tema y se lo comunico a Celia para tomar una decisión conjunta y enseñar una lección a las personas culpables.

Las sirvientas que comenzaron con el rumor fueron despedidas por levantar falsos hacia sus amos y los demás sirvientes que creyeron ese cuento fueron transferidos a otros lugares de trabajo fuera de la mansión solo los empleados antiguos y de confianza que eran el mayordomo Luis, la ama de llaves Estela y el jardinero Jal se salvaron de alguna clase de reprimenda.

Como tenían que hacer una visita al emperador se prepararon de forma elegante y salieron hacia el palacio.

El palacio era magnífico digno de una película antigua con estatuas de oro incluso piedras preciosas, Celia amaba su colección de máscaras que por cierto había crecido considerablemente, pero nada se comparaba a esa preciosura que si fuera hecho en miniatura no dudaría en pasarse horas mirándolo.

Benjamín la sacó de su ensoñación con tener un palacio así de bello y siguieron su camino, Celia no se dejó de maravillar en ningún momento todo le parecía perfecto digno de una pintura.

Su quijada casi cae al suelo cuando llegaron al salón real, ya que aunque tenía unos recuerdos ahí no le hacían justicia a verla por ella misma, al llegar con el emperador casi grita al notar una cara extrañamente familiar.

Celia se quedó en shock, ya que viendo al emperador junto a Benjamín eran parecidos claro que no tenían ni el mismo color de ojos o de cabello, pero notaba similitudes.