El amor es el único sentimiento capaz de traspasar cualquier barrera o prejuicio impuesto por la sociedad, ya sea por diferencia de edad, religión, estatus o clase social, aunque a decir verdad muy pocos son los valientes que deciden dar ese paso de fe y confesarse ante esa persona que considera un imposible.
En esta historia el protagonista descubrirá que su amor no es tan inalcanzable como creía, ya que Lucia lo admira en secreto, porque sabe que a pesar de que Danilo es un soltero empedernido, un conquistador nato que le rehúsa al compromiso con ella es diferente.
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Capítulo N°19
Loreta acomodo un mechón de cabello detrás de la oreja de Lucia y sonrió antes de depositar un tierno beso sobre frente de su hermana, tal como lo hacía cuando ella era pequeña y dormían abrazadas en la misma cama, pero de inmediato rompió el abrazo que las mantenía unidas y frunció el ceño al sentir que su piel estaba hirviendo y por primera vez se dio cuenta que minúsculas gotas de sudor cubrían por completo su rostro y cuello.
—Cariño, ¿te sientes bien?—preguntó apartándose de repente e inspeccionando su expresión.
—Sí mamá—contestó confundida—. Solo tengo una molestia en la pierna, me arde muchísimo como si me estuviera quemando por dentro, debe ser por culpa de Luca que está jugando conmigo—comentó recostándose en la almohada con verdadero cansancio y sus mejillas enrojecidas.
Loreta tomó el interruptor cerca de la cama y lo presionó con desespero pero al ver que no obtenía respuesta por parte de la enfermera dijo secándose las lágrimas al ver que su hermana deliraba.
—Iré a buscar un doctor, no te ves bien y creo que tienes fiebre.
—No te preocupes mamá. Estoy bien, solo necesito descansar un poco.
—No lo creo, algo no está bien, solo hace unos minutos hablabas con normalidad, ya vuelvo buscaré ayuda—comentó con tristeza.
—Mami no me dejes —pidió con lágrimas en sus ojos.
—Cariño, intenta descansar —ordenó antes de salir de la habitación a toda prisa.
En el pasillo Loreta identificó a unos de sus hombres, entonces le hizo señas para que custodiara la puerta mientras ella corría con desesperación en busca de algún doctor.
Lucia cerró sus ojos, estaba agotada y solo deseaba dormir unos minutos sin ningún tipo de interrupción. Su cuerpo temblaba sin control, tenía frío y por más que se cubría con todas las mantas que poseía la cama no era suficiente. Sus espasmos involuntarios la alertaron, sin embargo no podía mantenerse despierta y poco a poco fue perdiendo el conocimiento.
Entre sueños vio como la puerta se abrió de repente entonces un enfermero ingresó al cuarto empujando una silla de ruedas y puso el seguro detrás de él. Ella estaba algo mareada, pero algo en ese hombre le parecía familiar, su forma de caminar, la forma en que la miraba tan intensamente con esos ojos oscuros la intimidaron, sin embargo no podía identificarlo, en su cabeza poseía una cofia y la mitad de su rostro estaba cubierto por una cofia.
—Doctor, me siento mal, quiero a mi mamá —balbuceó cerrando sus ojos casi sin energía.
Roberto se acercó a la cama rápidamente, descolgó su pierna del arnés, acariciando su rostro limpiando el rastro de sus lágrimas y la miró desconsolado, no se parecía en nada a la joven radiante de siempre. Con cuidado la tomó entre sus brazos y susurró.
—Tranquila amor, pronto estarás bien.
El cuerpo de Lucia se convulsionaba de tal manera que él sintió verdadero temor a perderla así que la observó con detenimiento. Los labios de la joven estaban blancos y agrietados, sus mejillas tenían un rojo intenso que contrastaba con su piel pálida y su tez brillaba al estar cubierta por un sudor frío.
—Amor, ¿qué tienes? —murmuró sobre su rostro mientras besaba con desesperación su frente a través del barbijo—. Reacciona, debemos salir de aquí —dijo conmocionado pero entonces unos fuertes golpes sobre la puerta lo alteraron —. No importa lo que tenga que hacer pero saldremos de este lugar y tú serás mía —sentenció antes de aferrarse a la joven y ver como la puerta se abría bruscamente.
Loreta entró al cuarto con un arma en la mano, mientras que era custodiada por dos de sus hombres y el doctor.
—¡Deja a mi hermana sobre la cama sino quieres que te vuele los sesos, maldito infeliz! —ordenó mientras le quitaba el seguro al revólver.
—Lucia es mía y no me iré de este lugar sin ella, antes prefiero morir que abandonarla —gritó.
—Sí eso es lo que quieres, te concederé el deseo —respondió Loreta y sus ojos brillaron extasiada con la idea de disparar.
—Señora, baje el arma. Está en un hospital —pidió el médico a su lado mirando para todos lados.
— Este imbécil quiere secuestrar a Lucia y no lo voy a permitir.
—Señor, baje a la paciente, no cometa una locura —suplico el doctor acercándose al supuesto enfermero —. Esa mujer necesita ser asistida o puede morir en cuestión de minutos porque está teniendo una reacción adversa al antídoto —explicó mientras levantaba sus manos en señal de paz.
Roberto miró a Lucia, se veía peor de cuando ingresó al hospital, así que resignado la dejó sobre la cama, se quitó el barbijo y besó sus fríos labios.
—Volveré por tí, no pienso renunciar a lo nuestro sin luchar—susurró cerca de su boca y la volvió a besar.
Al separarse, tomó el arma que llevaba escondida entre su ropa, apuntó hacia Loreta y la miró desafiante.
—Saldré de está habitación y nadie me va a seguir o juró que no tendré piedad en acabar con cada uno de ustedes —amenazó sin embargo Loreta le guiño un ojo y le respondió apretando el gatillo.
El tiro fue preciso, el arma de Roberto cayó al suelo de manera inmediata mientras que él sostenía la mano ensangrentada y veía como una de sus falanges se había desprendido por completo.
—Eres una perra, me rompiste la mano, te juró que te voy a matar, haré que pagues por esto.
—Hablas demasiado, me aburres —comentó a medida que acortaba la distancia que los separaba y con su taco apartaba el revólver que estaba cerca de los pies de Roberto y lo alejaba de su dueño —. Sí sabes lo que te conviene, acompañaras a mis hombres a dar un paseo. Lamentablemente pusiste los ojos en la mujer equivocada y no quiero saber lo que te hará Danilo cuando sepa que la besaste.
—¡Maldita bruja, te odio y juró que lo lamentarás! —gritó.
—No lo creo—suspiró cerca del rostro de su nuevo enemigo—. Roberto, realmente fuiste de gran ayuda pero mordiste la mano que te dio de comer y eso no se perdona.
—Yo amo a Lucia, ese idiota no la merece, él no cuido de ella en cambio yo vele por sus sueños, estuve las veinticuatro horas del día siendo su sombra y sin dejar que nada malo le sucediera.
—Ese era tu trabajo, para eso te pagamos una fortuna.
—No quiero el dinero, quiero a Lucia.
—Estúpido, entiende una vez por todas que jamás la tendrás. Ella no te ama y nunca lo hará.
—Mientes.
Loreta negó con la cabeza, esa discusión era absurda, entonces le hizo señas a sus hombres para que entraran en acción, ya estaba cansada de escuchar las tonterías que el guardaespaldas decía y quería que su hermana recibiera atención lo antes posible. Sus escoltas obedecieron de inmediato y a pesar de que el falso enfermero se rehusaba a cooperar, lo tomaron a Roberto de ambos brazos y de manera amenazante lo sacaron del cuarto.
LUCIA NO PUEDE MORIR😭😭😭
Gracias 😊 querida escritora @Lola Lu 🇦🇷 por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️❤️