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El Libro Maldito

El Libro Maldito

Status: En proceso
Genre:Mitos y leyendas / Romance / Terror
Popularitas:291
Nilai: 5
nombre de autor: Ana María H

_ Llego a mi casa después de un día agotador, solo quiero un baño y dormir por toda una semana. Todo está oscuro, entro sin fuerzas, camino como zombi hasta que ¡bam! caigo en el piso. ¡Mierda! He tropezado con algo. ¡¿Qué es esto?! Enciendo las luces, !!! Mi casa esta toda revuelta, faltan los muebles, no hay nada todo está vacío. Ni los electrodomésticos, ni mesas, ni sillas, no hay nada. ¿A dónde han ido mis pertenencias?, avanzo por la habitación, ¡me han robado!, ¡¿cómo sucedió esto?!

NovelToon tiene autorización de Ana María H para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

¿Dónde estoy?

Sr Harrison: ¡¿quién eres?! ¡¿Cómo te atreves a destruir mi propiedad?!

Lumiel: solo te haré una pregunta, ¡¿dónde está?!

Sr Harrison: ¡¿qué?! ¡¿quién eres y a quién buscas?!

Lumiel: Lidia, ¡¿dónde está Lidia?!

Sr Harrison: ¡así que tú eres el malnacido que se ha convertido en su amante!

No lo dejó terminar de escupir sus palabras venenosas, se acercaba amenazante a él. En pánico mandó a sus hombres a impedirle el paso.

Sr Harrison: ¡¿qué hacen bastardos?! ¡detenganlo, mátenlo si es necesario!

Las órdenes estaban dadas pero cumplirlas sería algo imposible. Lumiel como la naturaleza era amable, apacible, pero también tenía su lado salvaje. Similar al agua que representa la vida, pero también puede convertirse en catástrofe. No demoró mucho para que aquellos que intentaron ir contra él cayeran muertos a sus pies, después de todo solo eran humanos. Sin nada que lo protegiera y a costa de su orgullo ese señor lleno de soberbia rogó.

Sr Harrison: ¡no me mates! ¡yo no sé dónde está! hace más de sies meses que no la veo, ella no está aquí.

Lumiel: si no eres tú, quien más haría algo en su contra.

Sr Harrison: no miento, no la he visto. Puedes revisar si quieres. *Esto seguramente es obra de esas dos.*

Lumiel: no necesito tu permiso.

Con solo mover sus manos el viento irrumpió por cada puerta, ventana, rendija de esa casona. Habitación por habitación como un huracán revolcando todo, buscando una pista, un indicio de la presencia de su amada, pero nada no había rastros de ella. Talvez ese hombre no mentía, si Lidia hubiera pisado ese lugar habría encontrado algún rastro, pero era como si se la hubiera tragado la tierra.

Mientras su amada despertaba en un lugar extraño, esas mujeres se la habían llevado, usaron algo para dormirla y ahora despertaba en un sitio desconocido, pequeño, oscuro, encadenada de pies y manos en una jaula en la que apenas cabía. Pero no estaba sola, el graznar de los cuervos rompía el silencio del sepulcral agujero.

Lidia: ¿dónde estoy? *Intento moverme, pero las cadenas me lo impiden y ¿esos cuervos? Hay algo extraño en ellos, vivo en el bosque rodeada de criaturas salvajes, pero estas aves no me dan la sensación de un ser vivo. Son siniestras, revolotean sobre mí, me observan con esos ojos rojo sangre que parecieran escudriñarme. No sé cuál será el motivo de esas mujeres pera mantenerme aquí. Lumiel, ¿dónde estás? ¿Acaso yo seré la causa de tu perdición? Si esa dos van tras de ti... Solo espero que no te causen daño.*

Lumiel revisó de punta a cabo la mansión Harrison en vano, frustrado volvió al centro del Pueblo. Los habitantes de Shadowvale miraban con curiosidad al extraño. En medio del pueblo crecía un gran árbol, talvez él podría darle las respuestas que buscaba.

Lumiel: tú que has estado aquí desde hace años, dime lo que has visto, muéstrame el secreto que guardan tus hojas.

Vio como se llevaban a su mujer, como nadie hizo nada aunque pidió ayuda y por supuesto a las causantes de su desaparición y esas dos serían problemáticas. Eran seres humanos un poco más fuerte que el resto, pero lamentarían el día que se metieron con Lidia. Sin pensarlo más siguió el rastro que dejaban ambas mujeres, los humanos que pactaban con lo oscuro no podían ocultar el hedor a muerte que se pegaba hasta lo mas profundo de sus almas. No le sorprendió hallarlas juntas, lo esperaba, el era su objetivo.

Lumiel: entregemela o yo iré por ella y no dejaré nada en pie.

Freya: así que era cierto que esa chica logró atraparte, ¿por qué no una de nosotras? Somos más hermosas y poderosas que esa simple pueblerina.

Lumiel: ¿hermosas? ¿poderosas? no digas estupideces ¿por qué piensan que nunca pudieron poner un pie en mi bosque? Desde aquí se siente el hedor que se esconde detrás de esa supuesta belleza, son solo máscaras que disfrazan lo podridas que están por dentro. Ninguna de las dos podría siquiera llegarle a los talones a Lidia.

Las mujeres sonrieron con malicia, los insultos, las ofensas, no importaban. Verlo hablar con fervor solo convertía en certeza sus sospechas, ese hombre ante ellas amaba a esa mujer y que no haría un hombre enamorado por salvar a su amante.

Nezara: la tenemos y no podrás encontrarla por mucho que la busques.

Lumiel: ¿eres consciente de que no te conviene provocarme?

La tierra tembló, la naturaleza resonaba, se retorcía ante su ira.

Freya: ¿piensas intimidarnos? pues eso no será suficiente. Te reto a que la busques, usa tu poder y encuéntrala, si puedes. La hemos escondido bien, podemos ser simples mortales pero somos receptáculos de algo más poderoso y lo sabes.

No quería tratar con ellas, serían molestas y con Lidia de rehén estaba en desventaja, pero aceptó el reto. Usó su poder, buscó en el lugar. Los cielos relampagueaban, la tierra temblaba, como si literalmente alguien agitara el mundo. Encontró su rastro en esa residencia, en esas mujeres, pero luego nada. Como si un muro rodeara su objetivo, no podía creerlo ese mal presentimiento que lo tenía pensativo ahora era pánico. Estaba intranquilo cuando Lidia le dijo que iría al pueblo y como no podía acompañarla dejó con ella una parte de si mismo, después de todo originalmente era un espíritu pero no podía sentir esa parte de si y eso no era posible ¿qué habían hecho esas dos para impedir que la encontrara?

Freya: ¿satisfecho?

Lumiel: entregemela, no te ha hecho ningún mal

Freya: no tengo nada en contra de la chica, liberarla no es problema, pero quiero algo de ti.

No le gustaba estar contra las cuerdas, no podía encontrarla pero tampoco podía confiar en ellas a leguas se veía que no cumplirían su palabra.

Lumiel: ¿qué es lo que quieres?

Nezara: sométete a nosotras, sirvenos

Escuchar semejante petición lo hizo encolecer, el era un Rey, un ser superior, como podría ser sirviente de un simple humano aun si lo fuera solo Lidia sería capaz de lograrlo.

Lumiel: están completamente locas

Nezara: tal vez, pero piénsalo. Mientras te recuerdo que si algo nos sucede a cualquiera de las dos Lidia morirá.

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