dos vidas al borde del abismo, sus sentimientos y emociones se cruzan, sueños inalcanzables.
Sora un chico de 19 años que ha abandonado sus sueños y Mai una chica de 18 que no sabe como avanzar, a donde nos llevará su encuentro.
NovelToon tiene autorización de Nijuma San para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capitulo 19: Confesión
Al día siguiente, El cielo de la mañana se vestía con pinceladas suaves de nubes rosadas, deslizándose como suspiros entre los rayos del sol. Las gaviotas flotaban en la distancia y el aroma a pan recién horneado aún se colaba desde las callejuelas del pueblo.
Mientras que temprano por La mañana, un mensaje en sus celulares se había mandado, al verlo, tomaron sus celulares y revisaron el mensaje, que decía.
¡Será hoy!, en donde quedamos encontrarnos
La luz suave del amanecer se colaba entre las cortinas de la habitación de Mai, pintando de dorado las paredes y acariciando su rostro dormido. Los sonidos del pueblo comenzaban a despertar: el canto de los pájaros, el crujir de las ruedas de un carro a lo lejos, y el rumor del viento moviendo las hojas del gran árbol frente a su ventana.
Mai se desperezó lentamente. Tras vestirse con un conjunto sencillo y recogerse el cabello en una trenza, bajó por las escaleras de la casa rumbo a la tienda de su padre, como cada mañana. Llevaba una canasta con telas nuevas que su madre le había pedido entregar.
Llegando a la tienda, vio a Kaito y a Sora quienes Hablaban en voz baja, con los rostros más serios de lo habitual. No discutían, pero parecía una conversación cargada de intención. Al verla aparecer, ambos reaccionaron de inmediato.
"¡Mai!", exclamó Kaito, con una sonrisa algo nerviosa.
Sora dio un paso hacia atrás, bajando la vista por un momento como si se sintiera atrapado.
"¿Tan temprano ya estás ayudando en la tienda?", añadió Kaito, tratando de sonar casual.
"Es la misma hora de siempre, ¿por qué preguntas?", respondió Mai algo perdida
Mai los observó por unos segundos, con una expresión suave pero atenta. Algo en su interior le decía que se estaban guardando algo… aunque no sabía exactamente qué.
Sora se adelantó con amabilidad.
"¿Estás libre esta tarde? Pensábamos ir con Kaito a la plaza de los trigales… para ver el atardecer. ¿Te gustaría venir?".
Mai lo miró, algo sorprendida. Ese lugar quedaba a media hora del pueblo.
"La plaza de los trigales…", repitió casi en un susurro, y luego asintió, " Me encantaría".
Kaito pareció aliviado.
"Perfecto. Nos vemos allí", dijo con un gesto rápido, alejándose junto a Sora hacia la calle lateral.
Luego ambos se saludan, "Bueno yo ya me voy", agrega Sora, saludando a Mai y a Kaito, quienes tenían que trabajar en el súper, Mai mira a Kaito, con una mirada intrigante e intensa, "¿de qué hablaban ustedes dos?", preguntó Mai.
"Nada, nada, era eso, ja, ja, ja, era para invitarte a ir a la tarde a los trigales", responde Kaito nervioso, luego lo disimula con una risa, acercándose a Mai y dándole una palmada en el hombro.
Mientras Sora camina por el sendero junto al lago, con su cuaderno de dibujo bajo el brazo. Se sienta bajo un árbol, dibujando en silencio la hermosa vista de tan grandioso paisaje. Mira el cielo y respira hondo. Está nervioso, y muestra miedo. “Ya... no puedo con esto”, se dice en voz baja. Luego guarda su cuaderno y se dirige a su casa, donde sigue pintando el cuadro que había comenzado.
Emily pasa la mañana en el café donde trabaja, sirviendo a los clientes con una sonrisa. Pero en cuanto tiene un descanso, saca su celular y lee el mensaje de Sora nuevamente. Su expresión cambia a una mezcla de ansiedad y esperanza. Se apoya contra la puerta trasera del local y mira al cielo lanzando un gran suspiro. “Espero no te equivoques, Sora…”
Sato se despierta tarde, como de costumbre, y apenas ve el mensaje, salta de la cama. “¡Rayos, es hoy!”, exclama. Se viste apresurado y corre a casa de Cecili porque habían quedado de ir juntos con Emily. Su energía contrasta con el nerviosismo de los demás. En el camino, se detiene frente al lago y ve su reflejo en el agua.
Cecili pasa la mañana arreglando su jardín. Mientras riega las flores, reflexiona sobre lo que significa reencontrarse como grupo. Su abuela le pregunta si está bien, y Cecili sonríe suavemente. Luego entra a su habitación, toma una vieja foto de los cinco juntos y la guarda en su bolso. “Hoy… es el día”, dice mientras acaricia la trenza que solía usar en aquellos tiempos.
La mañana en el pueblo pasó tan rápido, como si el tiempo mismo hubiera decidido apurar sus pasos en complicidad con el destino. El sol ascendía lentamente, derramando su luz dorada sobre los tejados de tejas rojas y las calles empedradas aún húmedas por el rocío. Las persianas de madera se abrían una tras otra, dejando escapar aromas de desayuno, risas suaves y canciones viejas que salían de alguna radio olvidada.
Los niños corrían sin rumbo en las calles con mochilas grandes para sus espaldas pequeñas, mientras las abuelas barrían el polvo del frente de sus casas, saludándose con un, "Buenos días". Los gatos dormían en las ventanas, y el tintinear de las bicicletas llenaba el aire con un ritmo familiar.
Sora deja de pintar y comienza a limpiar y guardar sus materiales, da las últimas pinceladas de manera suave y delicada, había llegado la hora, Sora toma una campera de tela fina y sale rumbo a casa de Kaito quien lo esperaba en la entrada de su casa.
Emily se dirigió a Casa de Cecili, allí la esperaban Cecili y Sato, quienes ya estaban listos para partir. Mientras que Kaito y Sora se adelantaban para buscar a Mai.
"¿Estás bien con esto?, Sora", pregunta nervioso Kaito, "Sabes que siempre puedes decir que tuve algo que hacer y te vas con ella".
Sora mira a kaito, en su mirada había un fuego que no se podría apagar por más agua que le lanzarán, "Kaito, quiero ayudar, quizás no pueda hacer mucho pero... Quiero que Mai deje de esconderse".
"Quiero que Mai deje de tener miedo"
Esa frase fue suficiente, Para que Kaito se diera cuenta de que no necesitaba de nada más, agacho la cabeza con una sonrisa orgullosa, puso su mano sobre el hombro de Sora, "Sabes amigo yo apoyo tu relación con Mai", le dice Kaito, sabiendo bien que Mai lo había elegido a él.
"¡Que!", exclamó Sora, "pero si Mai y yo, no somos nada", le dice a Kaito.
"Ja, ja, ja, amigo creo que eres más siego de lo que pensaba", le dice Kaito riéndose a carcajadas.
Al llegar a casa de Mai, ella salía despacio de la casa, abriendo la puerta con suavidad, detrás de ella sale su madre, "Cuídense, y diviértanse", dice Yui saludándolos. Eran a penas las dos de la tarde mientras que se dirigían a los trigales.
El camino se hizo corto, con las paradas en momentos para tomar agua, o admirar las flores, kaito le contaba anécdotas a Sora sobre su infancia y Mai reía, recordando algunas en las que estuvo presente.
"¿Recuerdas Mai?, cuando solíamos rodar por esa colina", le preguntaba Kaito riendo.
"Tenías que verla, ja, ja, ja, en ese tiempo solíamos creer que éramos autos de carrera con los chicos", agrego luego.
Mai reía de manera sutil, su mirada era algo triste cuando recordaba esos días, como si se sintiera culpable, Sora la veía y no podía evitar pensar, en lo que sucedería con lo que estaban a punto de hacer.
Pero debía comportarse de manera normal, así que sonrió fingiendo estar divirtiéndose, "Mai ha puesto a que en esos días disfrutabas mucho con tus amigos", le dice Sora.
Mai mantuvo su mirada al frente, Kaito y Sora qué iban a penas unos pasos atrás se miraron entre ellos, "Si", responde Mai a secas.
"Bien, llegamos", Dice Kaito. Ambos se quedan viendo el Cartel y las escaleras qué llevaban directo a la plaza, mientras que subían el silencio que los acompaño se llenó de pensamientos entre ellos, miradas distantes y otras fugaces.
Sora saca su celular y mira la hora, "pareció que caminamos horas", dice Sora, "¿y qué hora es?", preguntó Kaito. "Son la tres y media", responde Sora.
"Bien que tal si buscamos un lugar donde sentarnos", dice kaito, con una voz algo sobreactuada.
"Y... que tal ese lugar", respondió Mai, con una sonrisa pura. El camino de blancas piedras que guiaban el lugar, visto desde arriba parecían franjas blancas con dorado en sus costados, con bancas en cada equina, un lugar que todavía a Sora le parecía de un sueño.
"Allí", Dice Kaito con voz fuerte. Tanto Sora como Kaito ambos miraban para todos lados, Mai lo noto, ya que ellos parecían más distraídos de lo normal, como si estuvieran siendo perseguidos.
Sin que se dieran cuenta, Sora aprieta su pecho, sintiendo un dolor fuerte, tratando de disimularlo, cuando Mai lo mira, él sonríe de manera que ella no sospeche nada. "Todavía no... aún no es el momento". Dice Sora.
"¿Amigo estás bien?", le pregunta Kaito, haciendo que Mai se preocupe, "¿pasa algo? ¿Estás bien?", pregunta Mai. Sora intenta sonreír, y cuando ya no siente el dolor les responde, "Sí es solo el cansancio".
Al llegar al tronco caído, los tres se suben en él, "Hace mucho tiempo no venía aquí", dice Kaito.
Mai da un salto y caza la mochila qué Kaito cargaba, "bien yo Prepararé las cosas", dice, mientras sacaba una gran manta y la apoyaba en el suelo sutilmente. Sora estaba recostado En el tronco mirando las nubes, buscándoles forma.
Kaito estaba sentado, viendo al cielo al igual que Sora, "chicos vengan, sírvanse", dice Mai con Voz dulce. Habían llevado, dulces, desde pancitos caseros, hasta galletitas, Té y Jugo.
"Que rico", dice Sora, "¿verdad?", dice Kaito, "Siempre me gustaron los panes que hacían tu abuela Sora", agrega luego.
"Las galletas de tu mamá Mai, no se quedan atrás", dice Sora.
Mai sonríe mientras se sirve té, Kaito le pasa una taza pidiéndole también, y luego Sora se queda viéndola fijamente, "¿Mai?", Sora deja salir un suspiro, Mai se queda viéndolo con una sonrisa. "¿Me sirves a mí también?", dice luego, como si el valor que tenía, se hubiera escapado.
Luego de unas horas de risas, la tarde empezaba a alejarse lentamente, Kaito se recostó en un lado del tronco con un pasto en su boca masticándolo, Sora se queda viendo el cielo naranja qué el sol les brindaba, Mai quien estaba a su lado deja salir sin querer un tema, el cual Sora no sabía como tocar.
"Solía venir aquí, con... con kaito y también". Mai estaba nerviosa como si quisiera soltar algo que no podía dejar salir. "Mai puedes... puedes contarme", dice Sora volviendo su mirada hacia ella de manera que no se despegaría más de la suya.
Mai sierra sus ojos, toma aire y luego suspira tan grande como para tranquilizar a todo un grupo completo de personas, "Solía venir aquí, con mis amigos, la verdad son lindos recuerdos. No sé cómo estarán ahora, pero espero que ellos se encuentren bien", dice Mai mientras voltea su mirada hacia atrás viendo a Kaito.
"¿Que paso entre ustedes?", pregunta Sora con una mirada pasiva y voz dulce. "No te hagas por favor", le responde Mai, "se muy bien que te has estado viendo con ellos, estoy segura que te lo han contado todo", Mai queda en silencio, y su mirada pasa a estar fija en el suelo.
"No... por supuesto que no", responde Sora, "si, me había estado juntando con ellos, y son buenos chicos, pero lo que tú tengas que decir...", dice Sora con una mirada fija en ella, Cuando Mai lo ve sus ojos de color marrón, reflejaban el cielo, tornándolos en un color rojizo, con una confianza inconfundible. "Quiero escucharlo de ti", dice Sora, con gran confianza.
Mai se para y camina hacia los trigales metiéndose entre ellos, el sol incendio el momento inmortalizando la silueta de Mai en la vista de Sora, el atardecer se apodera de un momento que parecía haber quedado atrapado en el pasado. Mai comienza a llorar de manera inconsolable, Sora se queda viéndola, sabía bien que si se interponía en ese momento, jamás tendría otra oportunidad.
"Sora yo, no quiero. Que tú sufras. Por mí", dice Mai entre lágrimas," por eso, aleje a todos, por eso te pedí que te alejaras, pero tú y Kaito no me dejaron, y por eso se los agradezco", la voz de Mai comenzaba a quebrarse, sus palabras salían entrecortadas, y lloraba de manera que parecía romperse.
Sora se acerca a ella con ojos vidriosos, aguantando su llanto todo lo que podía. "Mai sea lo que sea puede contarme", Mai no podía parar de llorar, en su garganta se formaban un nudo que la estaba ahorcando de a poco.
Luego ella, cae de rodillas al suelo, sus lágrimas su pasado eran un peso que ella debía sacarse de encima, "Mai", dice Sora con lágrimas en sus ojos.
"Yo tengo, poco tiempo de vida", dice ella con voz rota y ya cansada. "Hace un año me dijeron que tengo una enfermedad del Corazón, que es incurable", y su llanto, luego se rompe por completo sin saber como frenar su llanto.
Mientras tanto sin que ella se diera cuenta, en el tronco donde se encontraba Kaito, se acercaban al lugar, Emily, Cecili y Sato, quienes habían estado escuchando todo desde un lugar escondidos, esperando el momento.
El grito y llanto de Mai, retumba en cielo, Sora se acerca a ella inclinándose, se arrodilla y abraza a Mai. Ella rodea su cuello sin poder frenar sus lágrimas, "Yo no quería... no quería que nadie sufriera por mí por eso los aleje a todos, no podía soportarlo, ya no quería vivir. Pero tú... tú me salvaste". Decía Mai.
"Entonces déjame salvarte, Mai", respondió Sora levantándose lentamente, junto a ella.
Como si Sora se diera cuenta en un principio, hizo que Mai mirara al frente, al hacerlo vio a Kaito, y a los demás acercarse. Mai ve a Sora confundida y entre lágrimas, sus ojos mostraban miedo, estaba confundida y perdida.
"Hola Mai", dice Emily suavemente. Pero Mai sale corriendo directo a las escaleras a una velocidad incomparable, "Mai espera", grita Emily. Kaito pone su mano en el hombro de Emily antes de que ella salga de tras suyo.
Pero en su costado, Sora pasa como flash, persiguiendo a Mai. "¿por qué...? ¿Por qué no me dejas ir tras ella?", pregunta Emily a Kaito.
"Tiene que ser Sora quien lo haga... Él podrá convencerla, solo confía en él", Emily queda viendo junto a los demás, con lágrimas en sus ojos.
Sora llegaba a las escaleras, cuando vio a Mai quien trataba de bajar corriendo los escalones, y logra alcanzarla a la mitad, tomándole de la mano. "No... déjame", exclamó Mai llorando.
"No... no puedo hacer eso, si te vas ahora, no cambiaras nada. no dejes que sea en vano el esfuerzo que ellos hicieron por ti", dice Sora con voz alta.
"No lo entiendes, si ellos se quedan a mi lado, sufrirán, por eso me aleje para que no tengan que llorar por mí. Déjame ir", dice Mai, intentando sacar su mano sostenida por Sora.
"Mai, ellos quieren disculparse contigo, vinieron para verte. Puedes odiarme luego, puedes golpearme si quieres. Pero eso no quitara el hecho de que tú, necesitas de nosotros", Sora logra calmara Mai, y luego mira hacia las escaleras para empezar a subir. "Mai... deja que te salve", agrega luego con una voz dulce.
Mai se rinde ante Sora, y de la mano comienza a volver a donde sus amigos. De la nada Mai se para en un paso y Sora se voltea a verla, "tengo miedo", dice en voz baja y temblorosa.
Sora se queda viéndola, "eres la chica más valiente que he conocido Mai, yo sé que lo superaras", dice Sora. Mai apretá con fuerza la mano de Sora y se dirigen juntos hasta aquel tronco, donde todo había comenzado, y donde debía terminar.
Mientras que Kaito hablaba con Emily y los demás, "Quizás ustedes no recuerden, porque éramos chicos en aquel entonces", dice Kaito de manera misteriosa.
"Recordar ¿qué?, exactamente", pregunta Cecili, confundida, al igual que los demás.
"Fue hace mucho, pero lo recuerdo. Éramos niños, jugábamos en la colina donde se encuentra el templo de la suerte y la vida, ese día jugábamos carreras, así que bajamos corriendo las escaleras, pero unos 6 escalones antes de terminar, Mai se cae y rueda hasta el final", Cuenta Kaito.
"Sí me acuerdo ese día, después la curaste y la llevamos a su casa", agrega Sato.
Las chicas se quedan viendo a Kaito, sin confundidas por completo. "Pensé que quien la ayudo fue un señor qué se encontraba en el camino", dijo Cecili.
"No... ese día Mai lloraba, y su rodilla sangraba, yo y Emily no sabíamos que hacer, y Sato y tú Cecili lloraban. Y de la nada un niño de pelo largo, bajaba con una mochila de la colina, y nos ofreció su ayuda. Curo a May en el lugar, y luego nos llevó a la casa de su abuela, quien la terminó de curar fue doña Yuka", dice Kaito en voz baja.
"E... espera, espera, dices que ese niño... el niño era Sora", Dice Emily asombrada. "Así es, es por eso que luego solíamos ir a casa de doña Yuka, porque jugábamos con él. Pero ni siquiera Sora nos recordaba", Agrega después, mientras todos ven a Mai y Sora acercarse a ellos.
Mai y Sora quedan frente a ellos, Sora ve a los chicos y les sonríe suavemente, Mai quien no podía verlos a los ojos, quedaba con su mirada en el suelo. El sol comenzaba a bajar lentamente, sus rayos cruzaban los trigales, volviendo su color dorado.
El cielo se prestaba para el momento, las nubes que se formaban, de diferentes formas y colores cálidos envolviéndolos en un ambiente de total serenidad y calma.
Por un momento, El silencio se apoderó de ellos, sin saber que decir o como empezar, "Mai, yo quería... quería disculparme contigo hace tiempo", dice Emily. Mientras que se acercaba lentamente a ella.
"Queríamos verte, todo este tiempo queríamos disculparnos", dice Cecili con lágrimas en los ojos callando como cascada, "quería disculparme, por no haberte acompañado todo este tiempo", decía entre llantos, y voz rota por el mismo.
"Yo no quería apartarlos, pero me deba miedo... miedo de que ustedes salieran lastimados, perdónenme", sería Mai, llorando de tal manera que no podía quedar parada, ella sola.
Emily se acerca a ella abrazándola, seguida de Cecili, "yo quería pedirte Perdón Mai. perdón porque fui un mal amigo contigo y me aleje, porque no sabía como ayudarte", decía Sato, quebrado por el momento.
Mai estira su mano y atrae a Sato hacia ella, abrazándolo, sin despegarse los cuatro, entre lágrimas y disculpas, Kaito se arrima a Sora apoyándose en él, sobre su hombro, "Muchas gracias, amigo, muchas gracias", le decía Kaito mientras observaba el momento de un reencuentro, que jamás pensó, podría pasar.
Sora dejo salir un suspiro tan grande que, parecía haber guardado por años, luego se sienta en el suelo, mirando con ojos serenos y sonrisa cálida hacia los trigos, que se mecían con el viento.
Luego todos se separan un momento, yendo hacia Sora quien los ve, "¿Qué pasa chicos?", preguntó.
Todos los demás lo quedaron viendo, con unas sonrisas que mostraban paz y calidez, y luego se sentaron a su alrededor, "Gracias Sora", dice Emily dándole un beso en la mejilla.
Sato le da un golpe pequeño a Sora en el hombro, de esos pequeños golpes entre amigos, que demuestran afecto y amistad, todo parecía haberse arreglado.
"Chicos", dice Sora viendo a cada uno de ellos, "Soy yo quien debería darle las gracias a ustedes. Muchas gracias... A todos, gracias", dice Sora.
Cuando el sol comenzaba a bajar, ocultándose detrás las montañas, dejando ver un paisaje sereno, un verano que parecía no acabarse nunca, y días que iban y venían a voluntad propia.
"Un amigo puede ayudarte, te ayudará a pesar de los problemas en los que estés, cuenta con ello"