Fernanda siempre creyó que Víctor era su mate, su pareja destinada, un vínculo sagrado que ningún hombre lobo podía romper. Pero su mundo se desmorona al descubrirlo en los brazos de Natalia, su propia hermana, en un acto de traición que rompe no solo su corazón, sino el frágil equilibrio de la manada.
Devastada y sintiendo que algo oscuro ha corrompido el vínculo que los unía, Fernanda huye del territorio en busca de respuestas. En su camino encuentra a Marcus, un hombre lobo renegado que fue desterrado injustamente como alfa de su manada. Él también lleva el peso de una traición que cambió su vida para siempre. Unidos por el dolor y la necesidad de justicia, Marcus se convierte en un aliado inesperado para Fernanda.
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La Red de la Oscuridad
En la mansión de Marcus, el ambiente había cambiado desde que el vínculo entre él y Fernanda se había sellado. Aunque sus momentos juntos habían sido de intensidad y pasión, ambos sabían que la sombra de algo más grande y oscuro se cernía sobre ellos. Fernanda sentía el peso de la conexión que ahora compartían, mientras Marcus no podía apartar de su mente las palabras de advertencia de la Madre Luna ni el peligro creciente que representaba Eisha.
Fernanda estaba en la biblioteca, uno de los espacios más imponentes de la mansión, decorado con estanterías altas de madera oscura y tomos antiguos que narraban las historias de su raza. Se encontraba absorta hojeando un libro con textos sobre los vínculos y sus significados, tratando de entender mejor lo que significaba su unión con Marcus. Sin embargo, no podía concentrarse. Sacha, su loba interior, habló en su mente, interrumpiendo sus pensamientos.
—Fernanda, algo no está bien. Puedo sentirlo. La oscuridad nos rodea.
Fernanda cerró el libro de golpe y suspiró, masajeándose las sienes. Desde el momento en que Natalia y Víctor la habían traicionado, su vida se había convertido en un torbellino de emociones y peligros constantes. Sentía que su vida estaba atrapada en una lucha más allá de su control. Ahora, más que nunca, sabía que debía prepararse.
La puerta de la biblioteca se abrió, y Marcus entró con su presencia dominante, como si el aire a su alrededor siempre fuese más denso. Sus ojos buscaron a Fernanda al instante. Esta vez no había rastro de la pasión de otras veces, solo una preocupación que era imposible de ignorar.
—Necesitamos hablar, dijo Marcus con una firmeza que no dejaba lugar a dudas.
Fernanda lo miró con curiosidad, pero también con una leve aprensión. Sabía que el vínculo les permitía percibir los sentimientos del otro, y el peso de lo que él quería decir parecía inevitable.
—¿Es sobre lo que pasó anoche? preguntó, refiriéndose al extraño e inquietante momento en que, en mitad de la noche, había sentido como si alguien, o algo, los estuviera observando desde las sombras.
Marcus asintió y se acercó para sentarse frente a ella, su postura tensa.
—La Madre Luna, dijo después de unos segundos, sus palabras pausadas como si no supiera cómo continuar. Se me apareció.
Los ojos de Fernanda se abrieron con sorpresa.
—¿La Madre Luna? ¿Por qué?
Marcus tomó aire profundamente, como si las palabras que estaba a punto de pronunciar le pesaran enormemente.
—Me habló de Eisha, su hermana gemela. No sabía que existía, pero parece que su historia está intrínsecamente ligada a todo lo que está sucediendo ahora.
Fernanda frunció el ceño, intrigada pero también desconcertada.
—¿Eisha? Nunca había oído ese nombre. ¿Qué tiene que ver con nosotros? Eisha representa la oscuridad misma. Desde los inicios de nuestra raza, ha intentado destruir lo que la Madre Luna creó. Fue consumida por la envidia y el odio hacia su hermana, y desde entonces ha trabajado en las sombras, orquestando su venganza. Natalia… Marcus vaciló, sus ojos reflejando el dilema interno que enfrentaba al decir aquello Natalia está bajo su influencia.
Fernanda sintió cómo el frío del miedo se apoderaba de ella.
—¿Qué? su voz tembló.
—La oscuridad de Eisha la ha manipulado, probablemente desde hace mucho tiempo. Por eso Natalia tomó las decisiones que tomó, traicionándote y aliándose con Víctor. Pero hay más… Marcus bajó la mirada, como si lo que estaba a punto de revelar fuera una carga aún mayor. La Madre Luna me dijo que tú y yo fuimos elegidos para ser un faro de luz contra esa oscuridad.
El impacto de sus palabras cayó como un relámpago. Fernanda se levantó de golpe, sus movimientos eran un reflejo de su incredulidad y resistencia.
—¿Elegidos? repitió. Marcus, yo no pedí esto. No pedí ser traicionada, no pedí este vínculo, y mucho menos pedí ser el "faro" de nada. ¡Esto no es justo!
Marcus también se puso de pie, su altura imponiéndose mientras la miraba con calma.
—Lo sé, Fernanda. Sé que no es justo. Ninguno de los dos pidió esto. Pero no podemos ignorarlo. Natalia, Víctor están bajo el control de Eisha, ese ser oscuro no se detendrá. No podemos permitirnos ser débiles.
Fernanda se giró hacia la ventana. Desde allí, podía ver el bosque que rodeaba la mansión. Era un lugar hermoso, pero ahora parecía teñido de peligro. La idea de formar parte de una guerra entre deidades la abrumaba.
—¿Qué significa todo esto para nosotros? preguntó después de un largo silencio, sin girarse para mirarlo.
Marcus se acercó, colocándole una mano en el hombro con suavidad.
—Significa que tenemos que estar preparados, dijo con firmeza. Natalia y Víctor no descansarán hasta encontrarte. Pero no estás sola. Yo estoy contigo, y juntos enfrentaremos lo que venga.
Fernanda finalmente lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de temor y determinación.
—No voy a dejar que Natalia me gane. No después de lo que me ha hecho, aun cuando este bajo manipulación de la oscuridad murmuró.
Marcus asintió, viendo el fuego que ardía en ella, un fuego que, sabía, sería vital en los tiempos oscuros que se avecinaban.
Mientras tanto, a kilómetros de distancia, Natalia caminaba inquieta por su habitación. Los recuerdos de su reciente encuentro con Eisha seguían atormentándola. Las palabras de la diosa oscura resonaban en su mente como un eco.
—Eres mi obra maestra, Natalia. Tu odio, tu ambición… todo ha sido el combustible perfecto para mi poder.
La puerta se abrió bruscamente, interrumpiendo sus pensamientos. Víctor entró, su presencia tan firme y autoritaria como siempre, aunque sus ojos reflejaban una frustración contenida.
—¿Alguna noticia? preguntó con voz áspera.
Natalia negó con la cabeza, aunque su mirada no se apartó de él. Sabía que había una tensión creciente entre ambos, un vínculo nacido de su unión y su traición conjunta.
—Nada. Es como si Fernanda hubiera desaparecido del mapa, respondió.
Víctor gruñó, cruzando la habitación con pasos firmes.
—Si está viva, la encontraremos. Si está muerta, mejor para nosotros. Pero no soporto esta espera, Natalia.
Las palabras de Víctor tenían un doble significado, y Natalia lo sabía. Sus labios formaron una sonrisa que combinaba burla y desafío.
—¿Qué es lo que realmente no soportas, Víctor? ¿La espera o a mí?
En lugar de responder, Víctor la tomó de la cintura, acercándola a él con una intensidad que no dejaba lugar a dudas. El vínculo entre ellos, alimentado por la oscuridad y el odio compartido hacia Fernanda, se manifestó en ese instante como un fuego oscuro, devorándolos.
Desde las sombras, Eisha observaba con satisfacción. Su figura etérea, envuelta en un manto que parecía absorber la luz, emergió mientras sus ojos carmesíes brillaban.
—Perfecto... murmuró para sí misma. Natalia, querida, tú y Víctor serán la clave para destruir lo que mi hermana tanto ama.
Eisha levantó una mano, y una oscura energía envolvió a Natalia. Un escalofrío recorrió a la joven, ajena al sello que la diosa acababa de imponer sobre ella.
Mientras tanto, en la mansión de Marcus, Fernanda despertó sobresaltada por un sueño en el que Eisha la enfrentaba. Marcus estaba a su lado, dispuesto a protegerla. La guerra estaba por empezar.