Balas de Venganza del Mafioso (Amarte o Matarte)

Klara se miró en el espejo, sin poder creer que ahora era una novia, una boda que nunca esperó, pero que no pudo rechazar porque Andra había sido muy importante en su vida.

...... INICIO DEL FLASHBACK......

Hace 9 años, Klara sufrió un trauma tan grande que quiso suicidarse, imaginando el dolor que sintió al descubrir que su padre había sido asesinado por el amante al que tanto amaba.

Terminó en el hospital debido a las heridas en sus muñecas, y fue Andra, el médico que la atendía, quien sintió lástima al verla en ese estado.

—Necesitas ser fuerte. Sé que tus problemas son graves, pero el suicidio no es la solución —dijo Andra cuando Klara intentó quitarse el catéter intravenoso de la mano. Era la segunda vez que Klara intentaba suicidarse y, por coincidencia, Andra estaba de guardia para atenderla.

—¿Por qué debería vivir? Ya no tengo a nadie. No tengo motivos para vivir —lloró Klara amargamente, su corazón estaba realmente destrozado.

—Haz de ti misma la razón para seguir viviendo, no te dejes abatir por las circunstancias. Es difícil, pero necesitas ser fuerte, Klara. La muerte no es el fin de todo.

Finalmente, el corazón de Klara comenzó a ablandarse, se dijo a sí misma: Sí, no puedo morir antes de asegurarme de que Reyhan se pudra en la cárcel.

Ese fue el primer encuentro de Klara con Andra. Klara estuvo hospitalizada durante tres días, y durante ese tiempo, ella y Andra se acercaron. Andra, que inicialmente solo quería darle fuerzas a Klara, empezó a sentir respeto por ella y a querer conocerla mejor.

Sin embargo, acercarse a Klara no era fácil. Andra se esforzó por consolarla y estar siempre presente para ella; incluso con su apretada agenda como médico, siempre estaba dispuesto a apoyarla y acompañarla. Fue entonces cuando Klara decidió ingresar en la Academia de Policía.

Cada vez que Klara se hería en servicio, Andra estaba listo para cuidar y tratar sus heridas. La amaba en secreto, hasta que finalmente reunió el valor para pedirle matrimonio, sintiendo que no tenían ningún estatus después de 9 años, aunque Klara quizás solo lo veía como un amigo.

—Klara, mi padre siempre me ha animado a casarme, especialmente ahora que tengo 30 años. ¿Aceptarías casarte conmigo? —preguntó Andra, nervioso, mientras estaban en un lujoso restaurante con Klara.

Aquella noche, Klara estaba deslumbrante. De hecho, siempre estaba hermosa, pues había nacido siendo una mujer muy bella. Andra también era un médico muy apuesto, deseado por muchas, pero, inesperadamente, su corazón se enamoró de aquella mujer de corazón roto.

Klara asintió. —Acepto. —No podía ser tan cruel como para rechazar a Andra, que la había acompañado y apoyado con tanta lealtad.

Andra abrazó a Klara con alegría. —¡Gracias, Klara! ¡Estoy tan feliz! Esta es la noche más feliz de mi vida.

...... FIN DEL FLASHBACK......

*¡Clic!*

Los pensamientos de Klara se interrumpieron cuando oyó a alguien abrir la puerta de la habitación. ¿Quién más podría ser sino Andra, que ahora era oficialmente su marido? Andra había llevado a Klara a vivir a una lujosa casa que acababa de comprar.

Andra abrazó a Klara por la espalda y besó su cabello, inhalando la fragancia de sus hebras. —Te amo, Klara. Estoy tan feliz de que finalmente seas mía por completo.

Pero Klara no respondió. No sabía qué decirle a Andra mientras su corazón aún no estuviera listo para él.

Andra giró a Klara hacia él y se inclinó para besarla, pero se detuvo al ver a Klara cerrar los ojos, sus manos temblando mientras agarraba con fuerza su vestido de novia.

Andra suspiró. —Mmm... Podemos hacerlo cuando estés lista. —Sabía que Klara no estaba lista para entregarle su cuerpo y alma. Andra sería paciente y esperaría hasta que Klara estuviera lista para abrirle su corazón. No quería presionarla.

—¡No! Esta noche tenemos que hacerlo. Ahora soy tu esposa, lo que significa que debo estar lista para hacerlo contigo.

Andra finalmente besó a Klara. Se besaron apasionadamente, hasta que sus cuerpos se unieron en una danza lenta, pero intensa y ardiente.

El sonido de sus gemidos resonaba mientras se movían juntos, compartiendo el calor de sus cuerpos y el ritmo de sus respiraciones. La prueba de su unión, una única gota de sangre, manchaba la sábana, símbolo de la entrega de Klara.

Aunque Klara aún no amaba a Andra, sabía cuál era su lugar como esposa. Eso significaba que debía estar lista para satisfacerlo en todos los sentidos.

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