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Por Mis Hijos Doy Mi Vida.

Por Mis Hijos Doy Mi Vida.

Status: Terminada
Genre:Pérdida de memoria / Mafia / Traiciones y engaños / Sustituto/a / Amor-odio / Completas
Popularitas:29.5k
Nilai: 5
nombre de autor: abbylu

Sabina, una conocida mafiosa, se ve obligada a criar a los hijo de su hermana luego de que está muere en un trágico accidente. Busca hallar respuestas para sabre toda esa situación y saber quien se atrevió a matar a su gemela.

NovelToon tiene autorización de abbylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo 18

Daniel, que se encontraba a unos metros del caos, quiso acercarse a los niños en cuanto oyó el disparo. La avalancha de personas gritando, empujando, lo arrastró por segundos interminables. Cuando por fin logró abrirse paso, llegó a la escena y se detuvo en seco.

Vio a Ámbar, de pie, con un arma en mano. Su cuerpo protegía a los niños con una firmeza que nunca antes le había visto. A su lado estaban los dos hombres que había visto antes: uno cubriendo a los pequeños con su cuerpo y el otro apuntando a la puerta principal. Se notaban entrenados, letales.

—¿Están bien... niños...? —dijo con voz quebrada, acercándose con cautela. Su mirada se clavó en sus hijos, pero ambos seguían aferrados a Patrick.

Ámbar lo miró, sin bajar el arma.

—Estamos bien. Mi equipo de seguridad está buscando a los culpables de esto.

Daniel tragó saliva, sintiéndose ajeno. Se agachó, intentando acercarse a sus hijos, pero estos lo miraron sin moverse.

—Soy yo... Daniel. —susurró, como si el caos pudiera detenerse con esas palabras.

Sebastián lo observó en silencio. Antonio le dedicó una mirada confusa. Ninguno corrió a abrazarlo. Ninguno lloró por él.

Patrick se incorporó lentamente, sin apartarse de ellos.

—Llegaste tarde —dijo sin tacto.

—Me atrapó la multitud. ¡Quería llegar! —respondió Daniel, frustrado.

—Pues ellos no lo saben —replicó Diego, que también se acercó con el arma aún en mano.

Daniel retrocedió un paso. Sus ojos se posaron en los niños, que poco a poco recuperaban la calma.

—No quiero pelear —dijo en voz baja—. Solo quiero estar con ellos. Asegurarme de que estén bien.

Ámbar bajó lentamente el arma y le dirigió una mirada firme.

—Entonces compórtate como un padre. No solo aparezcas. Quédate. Aprende. Protégelos. Gánate su confianza.

Daniel asintió con la garganta cerrada.

—Lo haré.

En ese instante, uno de los agentes de seguridad se acercó a Diego.

—Tenemos a uno de los atacantes. Está herido, pero con vida. Se refugió en la cocina. ¿Órdenes?

Diego intercambió una mirada con Sabina. Ella asintió sin dudar.

—Llévenlo al sótano. Que hable. Y si no lo hace... que grite.

El agente se retiró. Patrick cubrió a los niños con una manta y los abrazó, susurrándoles algo que les hizo reír débilmente.

Daniel los observó, de pie, como un extraño en su propia historia. Pero algo en su interior se encendió. No podía rendirse. No esta vez. No con ellos ahí, tan cerca y tan lejos a la vez.

Mientras el caos aún reinaba en el salón, Ámbar tomó una decisión. Observó a los niños, luego a Daniel, y con tono firme dijo:

—Nos vamos. No voy a exponer más a los niños esta noche. Los llevaré a una casa a las afueras de la ciudad. Estaremos en contacto para que puedas verlos...

Daniel abrió la boca para responder, pero Patrick ya había levantado en brazos a Antonio, mientras Diego hacía lo mismo con Sebastián. La decisión estaba tomada.

Sin esperar más, el equipo de seguridad de Sabina se organizó. Formaron un escudo humano alrededor de la familia y se dirigieron hacia las camionetas blindadas que aguardaban en la entrada trasera. Sabían que esa noche el blanco habían sido los niños. El mensaje era claro.

Ámbar caminaba con paso firme, sin volverse. Por dentro, hervía. Si sus sospechas eran ciertas y Diana estaba detrás de ese ataque, no habría rincón en el mundo donde pudiera esconderse. La encontraría. Y haría que pagara.

Afuera, la escena era un caos mediático. La policía ya había acordonado el área, y los reporteros gritaban preguntas y tomaban fotografías sin tregua. Los reflectores iluminaban la fachada del hotel como si se tratara de una alfombra roja. Pero no había glamour en el miedo.

Cuando Ámbar se disponía a subir a una de las camionetas, un detective se le acercó, bloqueando suavemente el paso.

—Señora Capolá...

Patrick y Diego se miraron de inmediato, alerta. Diego entregó a Sebastián a Patrick y dio un paso adelante, quedándose junto a Ámbar.

—¿Sí? —respondió Diego, con tono cortante.

—Necesitamos que rinda declaración. No puede abandonar la escena aún.

Ámbar alzó una ceja, agotada pero controlada.

—Iré con usted —dijo—. Haré la declaración, pero será breve. Mis hijos han pasado por demasiado esta noche. Necesito volver con ellos.

—Muy bien —asintió el detective.

Mientras caminaban hacia otra camioneta escoltada por policías, Ámbar le susurró a Diego:

—Llama al abogado de la familia. Que venga pronto.

—Ya le envié una alerta —respondió él, sacando el móvil para confirmar que el mensaje había sido recibido.

A unos metros, la prensa se agolpaba tras las vallas, tratando de obtener una imagen, una frase, un nombre. Las noticias del tiroteo ya estaban en todos los portales. “Atentado en evento benéfico. Organizado por la señora Capolá”, decían algunos titulares improvisados. Otros ya especulaban sobre móviles, enemigos, incluso posibles vínculos políticos.

Ámbar subió a la camioneta con el rostro tenso. El interior estaba silencioso. Diego cerró la puerta tras ella, dándole un segundo de respiro.

—¿Estás bien? —preguntó él.

—No. Pero estoy tranquila . Eso basta por ahora.

En otro vehículo, Patrick había logrado calmar a los niños con dulces y promesas de películas. Antonio le preguntó en voz baja:

—¿Cuándo llegara mamá?

Patrick sonrió y con suavidad.

—Pronto. No tienen de que preocuparse.

Sebastián se acomodó en su pecho, pensativo. No dijo nada. Pero su mano no soltaba la de su hermano.

Las camionetas avanzaron por rutas alternativas, mientras el equipo de seguridad verificaba que no fueran seguidos. La noche era un manto oscuro sobre la ciudad, y la tensión seguía palpitando en cada esquina.

La casa de seguridad estaba alejada, custodiada por personal propio de Sabina, con acceso restringido y tecnología de vigilancia de última generación. Apenas llegaron, los niños fueron llevados a una habitación cálida, llena de peluches y libros. Una enfermera los revisó mientras Linda y Marta hablaba por teléfono con el jefe de seguridad y luego con su jefa para avisarle que ya estaban con los niños.

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Sabri Nahir Zapata Zini
Como siempre tus novelas son espectaculares!!! 😍🥰
Sonia Avila
bella 😍 me encantó
Sonia Avila
bonita historia, la unidad , el amor prevaleció juntos formaron una hermosa familia , gracias escritora por compartir tu obra
Sonia Avila
Daniel tiene que convertirse en luchador, para defender a sus hijos
Sonia Avila
jajajaja Patrick es el guardián de los enamorados
Graciela PeMar
Me encantan estas hermosas historias, llenas de amor, bueno con un poco de violencia, pero me encantó, tuvo de todo, buenísima.
Sonia Avila
hay, Daniel estas en aprietos, Sabina es de armas tomar, te acaba de dar un ultimátum 😄

Daniel le hace falta agallas
Thibizay Garcia
Excelente
Sonia Avila
impactante, ellos son muy inteligentes creó que Daniel está aterrado, Sabina es toda una guerrera
Sonia Avila
cada capítulo es emocionante
Rosa Paredes
Excelente
Sonia Avila
Diana, viene tu juicio
Sonia Avila
me encanta 😊 Sabina es una mujer de carácter decidida jajajaja Daniel flojito y cooperando.... será que ellos se enamoren
Sonia Avila
creo que la prometida , de Daniel tuvo algo que ver con la muerte de ámbar
Sonia Avila
divertido 😃 esos bello angelitos me los imaginó lindos
Karina Vazquez Gonzalez
que bella historia con muchas adversidades intrigas prejuicios emociones encontradas pero sobre todo encontraron el amor verdadero puro y supo que en su vida tenía sentido y luchar por dos niños que la necesitaron en capa y espada y todo el amor del mundo ..excelente historia felicidades escritora. nos hiciste vibrar con cada capítulo..
Karina Vazquez Gonzalez
que bueno que por fin se hizo justicia porque su hermana ya descansa en paz y sabina hace felices a sus sobrinos qué los quiere como a su hijo y protegerá siempre con capa de mamá protectora..excelente historia y por fin ella encontró la paz y podrá ser feliz ..
Karina Vazquez Gonzalez
jajajajajaj los agarraron con las manos en las masa y como siempre patrix al rescate de ese par de enamorados
Karina Vazquez Gonzalez
que bella novela de verdad que desde el primer capítulo nos llevaste ala imaginación escritora muchas felicidades..
por fin van a poder ser felices
Karina Vazquez Gonzalez
madre santa pura. a candela porfin ello dos abrieron su corazón para poder amarse libremente excelente historia felicidades escritora
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