En Arendelle se había corrido el rumor de que existía una bruja que se escondía en lo más profundo del bosque, nadie podía afirmarlo pero el rumor estaba ahí y nadie se atrevía a cuestionarlo.
Pero un buen día el Alfa del pueblo decidió ir al bosque a cazar, sin pensar que una trampa para osos lo atraparía estando transformado en licántropo, habiendo escapado de ella fue atacado en el camino y malherido, cansado y a punto de caer inconsciente, vio a lo lejos a una mujer que estaba corriendo hacia él y sin pensarlo fue hacia ella y luego de ello no supo qué sucedió después pero de algo estaba seguro...
Había encontrado a su compañera...
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Capítulo 17
SCARLETT
Llegamos al Palacio, salí de la camioneta y al ver el enorme Palacio de piedra, daba esa sensación de ser inquebrantable e imponente. Estaba asombrada por el acabado, era liso y los detalles eran delicados, pero a la vez perfectos, las ventanas estaban cubiertas por cortinas blancas que dejaban a la imaginación lo que podría haber por dentro.
El Rey Alfa y el Beta salieron de la camioneta después de mí, quise ir por mis cosas, pero no me fue permitido debían revisarlas para asegurarse de que no hubiese traído venenos o cuchillos, no me importó en absoluto dado que había huido sin nada más que mi vestido de novia y un anillo que vendí para poder sobrevivir.
Entramos al Palacio y me quedé asombrada por lo sencillo y elegante que era. Las paredes color marfil le daban ese toque magnífico y elegante al lugar, del techo colgaba un candelabro de techo antiguo con luces blancas tenues, con cristales colgando de este.
A la izquierda había tres escalones que daban a la sala de estar que era sencilla de un tapiz chocolate liso y suave a la vista. Mientras que más adelante se encontraban puertas dobles de madera blancas con picaporte de manija de bronce, supuse que era el estudio o algo así.
Entonces sentí una mano en mi espalda que me empujaba en dirección hacia aquellas puertas. Miré sobre mi hombro y era el Rey Alfa, su mano fuerte y poderosa era cálida al tacto, sentía un extraño cosquilleo que desconcertaba, pero a la vez era reconfortante.
Me llevó hasta su oficina la cual era enorme, contaba con un gran escritorio color chocolate, un sofá y una infinidad de libros sobre los estantes que estaban a lado de la ventana de la esquina. Era impresionante la gran cantidad de conocimiento que tenía en ese lugar, estaba tentada a ojear cada libro que había en cada uno de los estantes, pero me detuve al sentir la mirada de Su Majestad sobre mí.
—Toma asiento, por favor—. Me ofreció asiento en el sofá, me senté y él hizo lo mismo, se sentó demasiado cerca así que me alejé un poco, y él insistía en estar muy cerca de mí, entonces llegué a un punto en que estuve a punto de caerme, pero antes de siquiera caerme decidí usar magia para mantener mi distancia de él y viceversa.
Al hacerlo estábamos a unos cinco centímetros de uno del otro, lo cual no le agradó a él, aunque poco me importaba.
—¿De qué desea hablar conmigo?—Pregunté yendo directamente al asunto.
—Como sabes habido muchas brujas que han venido a lo mismo que tú a tener un lugar donde vivir y tener un trabajo que nos les traiga problemas, sin embargo... muchas de ellas han venido por parte de la Tribu Luna Sangrienta, ¿Conoces a la Tribu?—Asentí.—Pues, la Tribu ha buscado hacerse un espacio aquí con la intención de una reconciliación, pero no pienso llegar a eso, no es conveniente por obvias razones que seguramente conoces—. Asentí nuevamente.—Entonces..., quiero que te asegures de que esa Tribu JAMÁS ponga un pie en Arendelle y en las cercanías a este, no importa cuántos hechizos o encantamientos tengas que usar, alguna hierba u objeto no importa cuán caro sea, úsalo y si debes poner una maldición hazlo—. Dijo decidido.—¿Entendido?—Asentí, pero antes dije:
—Debo ser honesta con usted Su Majestad, el hecho de tener que mantener alejada a la Tribu Luna Sangrienta de aquí, no es difícil por supuesto lo haré, pero, por otro lado... El hecho de maldecirlos puede provocar que se rompa el tratado que se tiene con las demás Tribus lo cual puede provocar una guerra innecesaria en la cual no habrá un ganador y, por lo tanto, eso hará que quieran destruir a Arendelle hasta los cimientos, así que por favor piénselo bien, porque el hecho de poner una maldición... no es algo con lo cual se pueda jugar porque no es así—. Le dejé en claro ese punto, porque si llegaba a poner una maldición entonces no habría vuelta atrás y ni siquiera yo podría destruir esa maldición si llegaba a ponerla, claro. Y yo esperaba que no fuera necesario hacerlo.
—Lo entiendo, únicamente que quede claro que eso solo será cuando sea realmente necesario. Solamente cuando sea de vida o muerte—. Estuve de acuerdo con ello.
—De acuerdo, entonces haré todo lo que esté en mi alcance para evitar que la Tribu Luna Sangrienta venga aquí—. Algo me decía que posiblemente tendría que enfrentarme no solo con esa Tribu sino también con la mía, lo cual iba a ser un desastre.
Me fui de su oficina al sentir esa extraña sensación de hormigueo que me estaba picando y ardiendo a la vez, no lo entendía porque sabía que esto ya lo había sentido antes cuando realmente no fue así; sin embargo, no iba a discutir eso y me fui de ahí.
Al salir comencé a rascarme hasta dejar completamente rojo mi brazo y lleno de marcas, por tanto, que me había rascado.
Luego de un rato la comezón cesó y pude estar en paz el resto del día.