Desde los 10 años, Latifa le ha confesado su amor al Príncipe Salomón y le ha pedido que se case con ella. Su destino es ser sólo una candidata a novia del heredero al trono del reino Sufan. Ella sólo es una agregada cultural, alguien a quien nadie ama y nadie extrañará una vez que se cumpla el objetivo de unir a los protagonistas.
Así era hasta que llegué yo, una persona madura que murió en otra realidad, pero esta es una nueva oportunidad para mi, así que no quiero seguir el destino marcado de Latifa, dejaré atrás rogar por el amor de un hombre, las declaraciones sin sentido y pedir el reconocimiento de los padres, es tiempo de darle a esta chica un destino donde ella sea la que tome las decisiones. ¿Habrá alguien que la quiera así?
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¿Celos? 01
Contrario a todos los pronósticos, al siguiente fin de semana el Príncipe heredero llegó al marquesado Leibe, para visitarme oficialmente como candidata a su prometida. Todos temblaban de miedo y sentían que la Marquesa tardaba mucho en hablar con él… su temor era porque él lucía más que molesto.
Esto se debe a que, para su mala suerte, yo me encontraba desde el día anterior en la casa de mi tío Luyain –a quien cariñosamente empecé a llamar tío Lou—para seguir las clases de defensa personal y convivir con Sara, su esposa, quien la semana pasada prometió enseñarme a hornear galletas.
Marquesa Leibe: Majestad, es una gran sorpresa su presencia en el territorio Leibe esta mañana. Pero me temo que no recibimos ningún aviso de su visita.
Salomón: Marquesa, reconozco que es mi culpa, pensé que no necesitaba anunciar mi llegada a mi amiga de la infancia. ¿Podría decirle que estoy aquí? Como sabe, he iniciado las visitas oficiales a las candidatas a Princesa heredera. Habrá escuchado que hace dos semanas estuve en el marquesado Durand y la semana pasada en la casa del Primer Ministro.
Marquesa Leibe: Si se trata de una visita oficial con mayor razón nos habría gustado recibir una notificación, debido a ello me temo informarle que mi nieta no se encuentra en el marquesado. Ella y el joven duque Yeber fueron invitados por mi hijo mayor Luyain a su casa, así que están ahí desde ayer por la tarde y no regresarán sino hasta el día de mañana.
Salomón: ¡¿Está diciendo que mi prome… mi amiga de la infancia está con otro hombre en una casa ajena?!
Marquesa Leibe: No está con otro hombre, como le dije, está acompañada por su nana y mi nuera, al cuidado de mi hijo el Capitán General Luyain Leibe, estoy segura de que lo conoce y no dudará de su prestigio. Sobre el joven duque, tengo entendido que fue invitado especialmente por mi hijo pues tienen intereses en común. Si desea verlos, puede ir sin dudarlo a su mansión. Estoy segura de que a ellos no les causará ninguna molestia.
Un completamente enojado Príncipe Salomón salió de la casa Leibe y se dirigió rápidamente a la mansión del Capitán Luyain, no sabía por qué, pero algo le decía que debía llegar lo antes posible al lugar.
No mandó a ningún mensajero para prevenirlos de su visita, quería atraparlos in fraganti. Al llegar el mayordomo completamente atónito lo guio hasta donde se encontraban el Capitán y el joven Zaid, literalmente ensayando movimientos de lucha con la espada, mientras Latifa usaba una de madera, un poco pesada para ella, pero trataba de imitar los movimientos de ambos hombres.
Al verlos, sin saber por qué suspiró aliviado… no sabía por qué, pero tenía mucho miedo de encontrar a Zaid y Latifa abrazados o, peor… besándose… así que sólo atinó a respirar profundamente y acercarse a ella.
Lo que más lo sorprendió fue verla con ropa de hombre, si bien era holgada, resaltaba bellamente su figura, pero seguía siendo muy grande para su talla, era tan bajita (comparado con su 1.90 de altura) que inclusive se veía tierna tratando de imitar los movimientos de ambos hombres. Todos estaban tan concentrados en lo suyo que nadie notó cuando se acercó a ellos.
Salomón: Así nunca aprenderás Latifa.
Latifa: (Claramente sorprendida) ¡Majestad! No tenía idea de que vendría a visitar a mi tío el día de hoy. Lamento si hemos importunado su agenda. (Mirando a su tío) Tío Lou, ¿por qué no me dijiste que tenías una reunión con su Alteza?
Salomón: Porque no tenía una cita con tu tío. Vine a verte a ti. En realidad, llegué a buscarte al marquesado Leibe, pero me dijo tu abuela que estabas aquí. Capitán, joven Duque, buenos días, pueden descansar.
Dijo ante los hombres que hacían una reverencia hacia él.
Salomón: [Creo que, de las visitas oficiales a las candidatas a Princesa heredera, ésta se acaba de convertir en la más interesante de todas. ¿Así que quieres aprender a usar la espada?] Sostienes mal la espada, y creo que aun esa debe ser pesada para ti, ¿no es así?
Latifa: Bueno, es mi segundo día de entrenamiento, así que trato de hacerlo lo mejor que puedo.
Salomón se quitó la capa, la chaqueta y arremangó su camisa, así que con una paciencia que nunca había mostrado comenzó a corregir cada uno de los errores de postura de la chica, y le explicaba técnicas para mejorar el impulso y la fuerza ejercida.
El entrenamiento duró hasta el mediodía, cuando ella expresó que ya no podía más con el calor, así que su tío decidió que era suficiente, la mandó a refrescarse, mientras ellos se ponían de acuerdo.
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