Sagara

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El fin de semana tan esperado por la familia Pradipta finalmente llegó. Sagara, que había estado listo desde la mañana, parecía ansioso por irse e incluso terminó su desayuno rápidamente. Y eso hizo que las personas que ahora rodeaban al joven se sintieran extrañadas.

"¿Entonces vas con el hermano Bumi?", preguntó Papá Zico.

"Tiene algo que hacer, tal vez la próxima vez", respondió Papá Riko, quien luego tomó un sorbo de su bebida.

Sí, quienes originalmente iban a ir juntos resultaron ser solo la familia inmediata quienes fueron allí, aunque a Olla también quería unirse, pero tenía otras actividades que no podía perderse.

Mientras que Sagara sentía que no le importaba con quién iría a esa ciudad, porque lo que quería hacer era averiguar la verdad sobre Aisyah, que se decía que ya tenía un prometido.

"¿Podemos ir ahora?"

"Hm, claro", respondió Papá Zico, ahora estaba tratando de concentrarse en su hijo primero, aunque en realidad Sagara seguía indiferente con él.

Uno por uno, todos se levantaron de sus asientos, incluida Mamá Ameera, quien se unió porque su esposo no podía dejar a la mujer que todavía se veía hermosa sola en casa, aunque eso era imposible porque Mamá seguramente gastaría el dinero de su esposo, el ex viudo.

Sagara caminó primero hacia el garaje, Papá Ricko, al ver el comportamiento de su nieto, solo pudo golpear el brazo de Papá Zico.

"¿Qué le pasa a tu hijo?"

"No lo sé, tiene mucha prisa, como alguien que va a buscar a su alma gemela", dijo el viudo.

El corazón de Mamá Ameera se conmovió al ver eso, había pasado mucho tiempo desde que vio una sonrisa en los labios de su único hijo, y ahora ya no era una sonrisa, sino una pequeña risa de Zico.

Sagara conducía el coche, mientras que su padre estaba sentado delante y Mamá y Papá detrás como de costumbre, dejó que su hijo y su padre hablaran más durante el viaje, aunque no estaba segura.

"¿Estás seguro de que sabes el camino?", preguntó Papá Ricko.

"Sí, papá. Le pregunté al Sr. Conductor, no nos perderemos", respondió Sagara, todavía en un tono relajado a pesar de que su corazón estaba hecho un lío por las muchas cosas que sentía. Desde la curiosidad y ciertamente extrañando a la hermosa chica con el velo.

"No vayas demasiado rápido, llevas vidas humanas, no vidas de cucarachas", advirtió Mamá Ameera, que conocía muy bien el comportamiento de su nieto.

A menos que fuera realmente necesario, Mamá rara vez quería unirse a Sagara porque era como probar su adrenalina. Al igual que su sobrino, Air RaMeZa Rahardian Wijaya, ambos eran amantes del asfalto.

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La distancia bastante considerable que consumía tiempo y energía finalmente valió la pena cuando el lujoso vehículo en el que viajaba la familia de conglomerados llegó al patio delantero de la casa de madera de dos pisos.

"¿Es aquí?", preguntó Mamá con una mirada de asombro.

"Sí, esta es la casa del papá, mamá".

Sagara inmediatamente bajó sin más preámbulos, realmente parecía impaciente, tanto que ni siquiera invitó a su papá, papá y mamá.

"Assalamu'alaikum", saludó Sagara cuando ya estaba frente a la puerta, que estaba parcialmente abierta.

"Assalamu'alaikum, papá, mamá, hermano Fatih", repitió Sagara, aunque se había quedado allí por un tiempo, eso no lo hizo presuntuoso para entrar sin permiso.

"¿Hay alguien?", preguntó Papá Zico.

"Sí, aquí está la prueba, la puerta está abierta", respondió Sagara, asomando ligeramente la cabeza hacia adentro.

Después de casi cinco minutos de espera, una figura femenina de mediana edad salió con pasos apresurados.

"Waalaikumsalam warahmatullahi wabarakatuh, niño Sagara", dijo la madre con incredulidad y todavía un poco sorprendida de quién había venido a su casa.

"¿Cómo estás, madre?", preguntó Sagara mientras tomaba la mano de la madre para besarla con respeto.

"Alhamdulillah, niño. Estaba en la parte de atrás, por eso tardé un poco en salir", respondió la madre, quien inmediatamente miró a las personas detrás de Sagara una por una.

Sagara, consciente de la mirada de la mujer frente a él, inmediatamente presentó a los miembros de su familia uno por uno.

"Lo siento, madre. Sagara vino aquí no solo, sino con su papá, papá y mamá", dijo Sagara con una leve sonrisa que aumentó el atractivo del joven.

Los tres inmediatamente saludaron y le estrecharon la mano a la madre, luego los invitaron a entrar y sentarse en la sala de estar, que siempre se veía limpia y ordenada.

"¿A dónde fueron todos, madre?", preguntó Sagara cuando sintió que la casa estaba muy tranquila.

"Tu padre aún no ha regresado, Fatih tiene algunos asuntos que atender, mientras que Aish--", respondió la madre, quien hizo una pausa en sus palabras y eso hizo que Sagara tuviera mucha curiosidad.

"¿Adónde fue Aish, madre?", preguntó el joven de 19 años.

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Ella también se fue con alguien....