Los Villanos En Época Moderna

La lujuria y deseo era lo que se respiraba en estos momentos. Sofía, con su piel suave y cálida, abrazó a Iván, quien la miraba con una intensidad que desbordaba, tanto que la sujetó fuerte. La conexión entre ellos, sus cuerpos tan cercanos.

— Oh, ¿Qué sucede? —preguntó Sofía entre risas.

— No es nada... Solo... Me cuesta creer que tengo conmigo. Aquí, en la cama. Sin nada de ropa y muy cerca de mí.

Las palabras de Iván tenían un peso que se quedó en el corazón de Sofía. Era una confesión inesperada, un reconocimiento de lo que ambos deseaban, de lo que habían anhelado durante tanto tiempo en secreto. La idea de que en otra vida podrían haber sido diferentes, de que su historia podría haber tomado un rumbo alternativo, la llenaba de melancolía y deseo.

— En nuestra primera vida, hubo un momento en el que me imaginé que tú y yo no hubiéramos sido enemigos. Incluso, me llegué a imaginar algo parecido a esto...

— ¿A una vida de casados? —cuestionó Iván, mientras la tenía en sus brazos, su voz un susurro seductor que recorría la piel de Sofía.

— Sí. — La respuesta de Sofía fue rápida, pero la intensidad de su mirada decía más que las palabras.

Entonces, sus labios se unieron en un beso, un gesto que era tan dulce que empalaga. El mundo exterior se desvaneció, dejando solo entre ellos caricias y gemidos.

Cada beso era un sinfín de sabores y emociones nuevas. Sofía se sintió viva, como si cada caricia encendiera un fuego en su interior. La delicadeza de sus manos contrastaba con la firmeza de su agarre, y ella se dejó llevar por la corriente de una pasión desenfrenada. El roce de sus pieles era un lenguaje propio, un diálogo de deseos, pasión y un amor que estaba muy oculto entré ellos.

Iván, con su esencia atrayente, respondía a los instintos lujuriosos de Sofía. Ella adoraba cada parte de él, deseando hacerlo suyo no solo está noche, sino para siempre. En ese abrazo, él mordía sus labios, explorando su cuello, dejando marcas que hablaban de su deseo voraz. Sus pezones rosados; se excitaban aún más, intensificando la experiencia de Sofía, quien se entregaba a los sentidos que la envolvía.

Cada gemido que escapaba de sus labios era un lindo sonido para Iván. La intimidad se volvió un arte, los movimiento que daban era un lienzo de su deseo apasionado que trazaba en la cama y en cualquier lugar donde le fueran cómodo las posiciones que hacían naturalmente.

Era solo el comienzo, y un gemido fuerte escapó de los labios de Sofía, revelando la intención de lo que acababa de hacer Iván.

— ¿De... De verdad creció tanto?— soltó ella. Asombrada.

Iván solo guiñó el ojo.

— No solo te voy a satisfacer. Te dejaré temblando hasta por una semana.

Sofía lo agarró por el cuello y le reto.

— Cumple con tu palabra, príncipe. Que no soy fácil. Aunque sea la primera vez, tengo grandes expectativas.

Iván se sumergió en su piel, respirando su aroma. Las palabras que susurró fueron una cura para las heridas de su pasado.

— No sabes cuánto desee esto... Siempre me has gustado, Sofía. Eres tan hermosa en ambas vidas que es difícil no enamorarse de ti. Malvada, inteligente y hermosa...

Esas palabras impactaron en el interior de Sofía. El deseo que sentía por Iván era más fuerte que cualquier pensamiento que pudiera perturbar su momento, pero...

“Yo también te deseaba en aquel entonces... Pero nuestras familias eran obstáculos difíciles de superar que solo nos criaron para odiarnos”

Reflexionó mientras sus labios se encontraban nuevamente.

Entre susurros y risas, Sofía e Iván exploraban la intimidad de sus cuerpos. Cada roce, cada gemido que llenaba la habitación con una música sensual. Sofía se entregó por completo, dejando de lado las preocupaciones y la opresión de un destino pasado que lo separaba antes de su muerte.

Tras alcanzar el primer clímax, la energía entre ellos no disminuyó; al contrario, era un fuego que necesitaba ser alimentado. Comenzaron de nuevo, pues no bastaba con solo una vez; deseaban más, tanto que no le importaba ser ruidosos. Donde los demás se dieron cuenta de la fuerte actividad que había en esa habitación.

Ésto llegó a oídos de la querida suegra y adorada cuñada.

— ¡¿Cómo es posible que a estas horas estén en esos?!... ¡No tienen decencia! — gritó la madre de Iván que estaban acompañada de su Clarisa.

— Tenemos que aguantar madre. La casa. Está casa puede ser de nosotros si Iván hace lo que le decimos. Volveremos a intentarlo una vez mañana tenemos que convencerlo

— Tienes razón.— se escucha un estruendo en la habitación de Sofía e Iván. Ella se molesta.— Tengo que planear algo para Sofía también. Ella es la que se tiene que lo antes posible.

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Al despertar, la alarma no dejaba de sonar con intensidad. Iván, aún sintiendo el peso del cansancio en su cuerpo, detuvo la alarma y sonrió al ver a Sofía durmiendo a su lado. La calidez de su piel era un recordatorio de lo que habían compartido en la noche. La abrazó y le susurró suavemente en el oído.

— Buenos días, mi Santa.

Un murmullo escapó de los labios de Sofía mientras comenzaba a despertar, y su mirada se encontró con la de Iván, llena de ternura.

— Mmmh, Iván. —respondió.

— Vamos a darnos un baño juntos. Tenemos que seguir trabajando.—sugirió, mientras la atrajo hacia él.

Sofía se levantó, abrazándolo con un aire juguetón.

— Está bien. Con la condición de... —le susurra al oído, provocando una sonrisa en su rostro.

Iván, emocionado por su respuesta, la cargó en brazos, llevándola hacia la ducha juntos.

— Pensé que no tendrías fuerzas. —bromeó ella, riendo.

— Fuerzas es lo que me sobra cuando se trata de ti.

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En la gran ciudad. Elena, hablaba con un periodista en un café, como siempre sus palabras llenas de veneno y resentimiento.

— Haz que ese chisme sea recorrido por cada red social. Sofía tiene que ser abandonada por todos lados; repudiada. —ordenó.

— Cualquier chisme es bueno para los medios, así sean falso, aunque si es importante que haya pruebas. Bien, ¿Qué es lo que tienes? —preguntó el periodista, interesado, mientras sacaba su libreta.

— No tengo pruebas, pero he oído que Sofía está podrida por dentro, tiene una enfermedad venérea —soltó Elena, con una sonrisa al pensar en el caos que podría desatar.

Elena era capaz de crear una mentira solo para que así Iván se separara de Sofía. No le importaba las consecuencias, solo deseaba ver caer a su rival, y con cada palabra sembraba la semilla de la discordia. .

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