Hijo De La Luna, Hechizado

Raven despertó con el dolor menstrual de siempre, sintiéndose incomoda, decidió ducharse. Pero antes, se acercó a la puerta y quería dejar entrar a Max, sin embargo, no lo llamó, aún seguía un poco enojada con él y se dirigió al baño.

Mientras se duchaba con agua tibia y se relajaba, de pronto la puerta se abrió de repente, asustándola. En la entrada vio a un Max casi transformado en bestia y se sorprendió.

-¿Max…?

-¡Raven! – se acercó y no le importó mojarse por la ducha mientras observaba todo el cuerpo desnudo de ella – ¿Dónde estás herida? ¿Quién te hirió? ¿Cómo pudieron pasar de mi supervisión?

Raven estaba confundida por las incoherencias que él decía, pero cuando lo vio bajar su cara hasta su unión, se sintió sofocada y lo empujó. Y cuando él mencionó el olor a sangre, su cara se tornó escarlata.

-¡Estoy menstruando! ¡Llegó mi periodo!

-¿Periodo?

Él parecía perdido y Raven solo sentía la vergüenza acumularse en su rostro.

-Sí, cada mes viene. ¿Las chicas de tu imperio no tienen periodo? ¿No sangran?

Entonces Max entendió y también se sintió avergonzado de su impetuosidad y se salió de la ducha.

-Sí, pero ellas nunca salen durante ese periodo, al cual llamamos celo.

-Yo tampoco quisiera salir cuando estoy en esas – Raven suspiró – Sal por favor, para que pueda terminar.

Max no se negó y salió, aun salpicando el piso con el agua. Viendo el desastre que había provocado, diligentemente fue a buscar un trapeador y limpiar el agua, además de quitarse la ropa.

Cuando Raven al fin salió, se quedó completamente paralizada ante la vista de él con solo esos calzones que le había conseguido anteriormente. La prenda le quedaba entallada, dejando ver los glúteos bien torneados y el amigo delantero delineado por la prenda, dejándola aturdida.

-¿Qué…? ¿Qué haces?

-Mi ropa mojada dejó agua en el piso, solo lo estoy limpiando.

Raven quería decir que no se refería a eso, pero él se le acercó y la abrazó con cierta fuerza, olfateando su cuello, acariciando su espalda.

-Pensé que te había pasado algo – siguió acariciándola, para luego sentir la protuberancia en su vientre.

Raven sonrió y acarició el miembro de él con cierta picardía, mirando sus ojos ya un poco dilatados.

-Lo siento Max, pero no puedo ayudarte aquí.

-Así como mueves la mano está bien.

Pero mala ella, se dio la vuelta y se fue a su habitación, dejándolo duro y ansioso. Solo escuchó la risa ronca de él, pero no volvió la vista.

***

Dentro de un cubículo de metal y cristal, había una chica con el cabello blanco y ojos como rubís sentada en el suelo. Tenía una bata de hospital y observaba lo que fuera del cristal pasaba. Las cosas que hacían esos humanos la tenían desconcertada, y más aun de cómo pudieron atraparla si ella era la raza demonio, con poderes extraordinarios, casi nada podía detener a su raza, sobre todo con la bendición de Sorel, pero era estúpido que solo el fruto de un árbol mágico, podía debilitar su magia en su cuerpo. Y estaba más deprimida por haber sido arrogante y subestimar a esta especie sin poder, para luego ser derribada. Claro que fue difícil someterla y estaba aliviada que hasta ahora, solo ella era la única de su especie atrapada en esta caja de metal.

Y aun así, sentía cierto odio de ver la codicia de los humanos. No estaba mal querer hacerse más fuerte o tener condiciones para evitar que otras razas los mancillara, pero experimentar con espécimen… en cualquier caso, llevaba un buen tiempo en ese lugar. Por supuesto que había intentado escapar, pero ellos lograron inventar un aparato que bloqueaba su conexión con Sorel, porque teniendo ese vínculo, nada podría encarcelarla, desgraciadamente, esa cosa en su tobillo la tenía sin todo su poder. Ni siquiera podía usar su transformación demoniaca avanzada, solo podía permanecer a merced de estos locos.

Aun así, como ninguno podía usar magia ni sentirla, había intentado por todos los medio pasar la magia que podía acumular en las aberturas de las puertas, intentando hacer una llamada de auxilio. Tristemente, la chica no sabía que la habían transportado a otro mundo, y no importara cuanta magia instara, nadie podía percibirla. Solo cierto lobo que trabajaba como intendente del edificio.

***

Russel de nuevo hiso su trabajo con normalidad, limpiando las ventanas, oficinas y baños, pero su mente estaba en aquel lugar en el sótano. No podía mentirse que había algo que lo llamaba a ese lugar, además de su extrañeza de llevarlo ahí, había como un murmullo susurrando su nombre, erizándole cada poro de su ser, haciéndolo sentir emocionado.

Ésta vez, con ayuda de Max, había aprendido a usar sus sentidos con mejor habilidad, y antes de entrar a cada piso del edificio, olfateaba, determinando cuantas personas permanecían en el piso, y a veces se cercioraba al preguntar a los que deambulaban por el lugar. Aguzó sus oídos para averiguar lo que hacían en las oficinas y se llevó algunas sorpresas, desde que uno jugaba juego de computadora, y otro que tenía un encuentro adultero con bastante ruido a su parecer de él, pero tal vez los demás, al no tener el oído tan fino, no podían escuchar el ruido de la mesa arrastrándose o las palabras vulgares, en todo caso, Russel se sintió avergonzado y terminó sus diligencias en ese lugar.

Cuando bajaba, de nuevo el ascensor llegó hasta al sótano, y como la última vez, solo podía ver la puerta de metal bien cerrada. Aguzó el oído y esta vez pudo escuchar cierto murmullo, pero no eran palabras, sino más bien como aparatos encendidos. Estuvo un buen rato escuchando y determino que no había respiración humana, pero sí otro tipo, incluso podía sentir como magia.

Entonces escuchó una voz suave y armoniosa, que le hiso el cuerpo temblar.

-¿Quién está ahí?

Russel abrió los labios, quería hablar pero se detuvo, entonces esa voz volvió a emitir palabras.

-¿Puedes ayudarme? Estoy atrapada…

Pero Russel no pudo responder, el ascensor comenzó a moverse. Parecía que alguien había llamado el aparato y solo pudo ver cómo las puertas se cerraban y la voz se esfumó como humo.