La Verdugo Y El Demonio De Tasmania.

Rachel fiore

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-Al llegar a la escuela, nos dirigimos hacia la rectoría. Al entrar, observé a mi hermana sentada en silencio, por lo que me acerqué y le pregunté- ¿Qué ocurrió, pequeña?.

-En ese momento, escuché a la directora afirmar- La niña agredió a su compañera. Como saben, esta escuela tiene un prestigio que debemos mantener y no podemos permitir comportamientos de esa naturaleza. Por lo tanto, no tendremos más remedio que darla de baja.

-Miré a mi hermana y, con un tono suave, le pregunté-Dime, cariño, ¿qué sucedió?

- Ella me dice- Lo que sucede es que no aguante más. Me molestaba todos los días, me pellizcaba y esta vez decidí defenderme, como me dijo Olivia. Lo siento.

- Yo la tomo de la mejilla y le digo- ¿Por qué no me lo dijiste a mí?

- Ella, entre lágrimas, me responde-Es que no quería preocuparte, Rachel.

- Le digo-Debes decírmelo todo lo que te pase, ¿entiendes? Eres lo más importante para mí. Olivia tiene razón: debes defenderte desde el primer momento que alguien te ataque para que jamás te abusen.

- Me dirijo a la directora y expreso- Esa niña ha estado molestando a mi hermana, y ustedes, como responsables del cuidado de los niños, no han tomado ninguna medida. Por lo tanto, solicito que se expulse a esa niña.

- Ella me responde- Señorita Rachel, lamentablemente no teníamos conocimiento de la situación. Hablaremos con los padres de la niña y le pedimos sinceramente una disculpa. Nos comprometemos a hacer un borrón y cuenta nueva.

- Yo le respondo- ¿Borrón y cuenta nueva? Acaba de mencionar que pensaba dar de baja a mi hermana, y ahora que se sabe que esa niña ha estado molestándola durante mucho tiempo, usted sugiere un nuevo comienzo. ¿Me está tomando el pelo?

- Ella, sonriendo por los nervios, dice- Señorita Rachel, la niña es hija del gobernador, usted comprenderá.

- He escuchado lo que dice Leandro-. ¿Acaso porque la niña es hija del gobernador usted hará la vista gorda? Desde que Lucía está en esta escuela, he realizado donaciones considerables, por lo que tenemos el mismo derecho. Exijo que expulse a esa niña o asumirá las consecuencias.

-La veo tragar en seco y, visiblemente nerviosa, responde-Por favor, señor Leandro, lleguemos a un acuerdo. Yo hablaré con ellos para que la niña no vuelva a molestarla y le pida disculpas.

- La interrumpí y le dije- Mi hermana no volverá a pisar esta escuela de porquería. Esto no quedará así.

- Tomé a mi hermana de la mano y salimos de la rectoría, mientras Leandro nos seguía. Al llegar al auto, mi hermana me abrazó entre lágrimas y me dijo- Lo siento, osito.

- Yo le respondí-No te disculpes, no hiciste nada malo. Mañana buscaremos una mejor escuela donde pueda tener nuevos amigos. Te pido que me prometas que jamás me ocultarás nada. Promesa de Mechique.

-Ella me observa, sonríe suavemente y coloca su meñique junto al mío, diciendo- Promesa de meñique.

-Escucho a Leandro invitarnos a comer helados, por lo que aceptamos. Pasamos toda la tarde con él, fue muy divertido. Leandro ha sido una figura fundamental para mi hermana; ella lo quiere mucho y lo ve como un padre, ya que cuando nos brindó su ayuda, mi hermanita apenas tenía unos meses. Si no hubiera sido por él, mi hermana no estaría conmigo. Después de varias horas, llegamos a la mansión. Al entrar a la sala, observamos a Olivia, quien se acerca hacia nosotros. Lucía corre hacia ella y le informa que se defendió, motivo por el cual ya no asistirá a esa escuela. Olivia le sonríe y le dice que hizo bien en tomar esa decisión, asegurándole que la nueva escuela será mucho mejor. Me pregunto por qué Lucía confió más en Olivia que en mí y por qué Olivia no me comunicó lo sucedido. Al ver a la niña correr hacia las escaleras, me dirijo a Olivia y le digo-Olivia, si sabías que mi hermana estaba sufriendo de bullying, ¿por qué no me lo mencionaste?

- Ella me responde - Lo supe anoche y quise comentártelo, pero no estaba en tu habitación. Lamento si me entrometí, pero noté que estaba siendo objeto de bullying por los moretones que tenía en los brazos. ¿Acaso no los has visto?

-Me siento perpleja; no me había percatado de esto. Dios, tanto tiempo dedicada a trabajar para Leandro, dejando de lado lo más importante en mi vida: Lucia. Soy una mala hermana. En silencio, me retiro y subo las escaleras hacia la habitación de Lucia. Al entrar, escucho unas voces y descubro a Gian jugando al té con Lucia, quien le está hablando amablemente. Sonrío desde el umbral de la puerta, y ella le ofrece más té, a lo que él acepta con entusiasmo. Ellos se percatan de mi presencia, y mi hermana me hace una señal para que me acerque, por lo que lo hago. Comienzo a jugar con ellos en voz baja y le digo a Gian- ¿Qué haces aquí? Pensé que te irías.

-Él responde- Cancelé el viaje. Quería saber qué había sucedido y no pienso dejarte sola. -Luego toma mi mano y añade- Sabes que puedes contar conmigo.

- Le sonrío; sus palabras hacen que mi corazón lata de emoción. Más allá de las palabras, me demuestra con hechos que desea todo conmigo. Va por buen camino, ya que yo también quiero todo con él. Este hombre me gusta mucho. Le digo- Gracias por quedarte.

- En ese momento, mi hermana nos interrumpe y pregunta- ¿Ustedes qué son?

- Nos miramos un poco avergonzados y le digo- Somos novios, caramelo. ¿Qué opinas?

- Ella comienza a brincar de alegría y dice- ¡Genial! Así me seguirá comprando más dulces que me gustan y me dará más obsequios. -La veo taparse la boca y abrir los ojos sorprendida. -

- Miro hacia Gian, quien desvía la mirada, haciéndose el desentendido. Es evidente que ha logrado conquistar a mi hermana; por eso, durante estos días, ella me preguntaba mucho por él, me decía que le agradaba e insistía en que saliéramos todos juntos. La observo salir de la habitación y giro hacia Gian, diciéndole-Así que compraste a Lucía.

-Él me hace una seña y, señalándose a sí mismo con un gesto, me dice- ¿Yo comprándola? No, mi amor, solo quería ganarme su aprecio. Además, si logro ganarme a mi cuñada , también ganaré a mi novia. -Luego, me roba un beso mientras sonríe y añade- Tu hermana me contó lo que sucedió en la escuela; la directora debería recibir su merecido.

-A lo que yo le respondo- Sin duda se lo merece; si no hay escuela, no hay directora.

-Él me sonríe y me dice- Te ayudaré, lo haremos a lo grande.