Los primeros capítulos narran la primera vida de Alicia. Esta protagonista tuvo dos vidas, y en la segunda vida se desarrolla la saga final, donde ya se definirá cuál es su destino: si vivirá o morirá.
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Asesinato
Kim se enfureció conmigo:
- ¡Estás loca! Todos están muertos.
Le respondí:
- Fue en defensa propia. ¡¿Qué?! ¿Me vas a meter presa?
Él respondió con enojo:
- ¡No! Pero no seas imprudente.
Una de las que trabaja con él se acercó a mí; ella tenía el pelo rojo y estaba vestida de policía.
Ella me pronunció estas palabras:
- ¿Por qué usted está con el jefe?
La miré fijamente y le respondí:
- ¿Eres su amante?
Ella respondió:
- ¡No!
Sonreí:
- Entonces no tengo por qué darte explicaciones. Los empleados no deben cruzar la línea; lo que yo haga con tu jefe no te importa.
Ella trató de responder, pero le pedí que se callara:
- ¡Cállate! Aprende a conocer tu lugar, insolente.
Ella me miró con enojo:
- No me voy a callar, el jefe me quiere mucho y no voy a permitir que usted lo enrede.
Me empecé a reír:
- ¿Qué vas a hacer para impedírmelo?
La familia de Kim llegó al lugar: su padre, su madre, su tía y su prima.
La prima de Kim es una mujer sensual, con pollina y cabello largo. Se acercó a mí y me dio una bofetada:
- ¡Zorra! Por tu culpa, mi primo desprecia a su prometida.
Me puse furiosa, pero Kim me agarró:
- ¡Kim, saca a tu prima de aquí antes de que cometa un error!
Una mujer madura pero hermosa se acercó a mí:
- Disculpe a mi sobrina, soy la madre de Kim. ¡Es un gusto conocerla!
Le respondí:
- El gusto es mío. ¡Es usted una mujer hermosa!
Ella sonrió:
- Muchas gracias, querida. Tú también eres muy bella y sensual. Quería conocerte; admiro a las mujeres fuertes y empoderadas que salen adelante con sus hijos. ¡Puedes ir a tomar una taza de café cuando gustes!
La tía de Kim, hermana de su madre, empezó a tirar veneno:
- ¡¿Cómo vas a invitar a esta mujer a tu casa?! Por culpa de ella, mi sobrino ha descuidado a su prometida.
Me acerqué a ella:
- Mire, señora, entre su sobrino y yo no hay nada más que una relación laboral. No le voy a permitir que me irrespete.
La madre de Kim la mandó a callar:
- ¡Cállate! Yo invito a quien se me pegue la gana, es mi casa, no tuya.
La tía de Kim le respondió:
- Vaya, como siempre dejándome mal.
Kim se enfureció:
- ¡Ya basta! Ustedes son mujeres exitosas, emprendedoras, con clase y estatus; están quedando como verduleras y corrientes. ¡Tía, mi madre decide a quién lleva a su casa!
Sonreí:
- Me retiro, no estoy de humor para escuchar tonterías.
Me marché a mi casa; mi hija estaba dormida:
- Mi pequeña, ¡perdón por no ser una madre presente! Espero poder amarte como es debido alguna vez. Me puse feliz cuando supe de mi embarazo, pero cada vez que te veo recuerdo esa noche, pensé quePodía olvidar lo que pasó con Arthur. Me acosté con él para comprobar si no me afectaba, pero es doloroso para mí. Ambos fuimos víctimas. Cada vez que te veo, recuerdo esa noche. ¡Te protegeré para que no pases nunca por lo mismo!
Al día siguiente, decidí ir a la Hacienda a resolver algunos inconvenientes.
La prima de Kim y su madre estaban planeando ir a amenazarme en mi Hacienda:
- Madre, esa perra no me robará el amor de Kim. Yo lo amo, por eso hice todo lo posible para separarlo de esa estúpida. Voy a ir a demostrarle a esa mujer que a mí nadie me va a quitar a mi hombre.
Escuché un murmullo en mi Hacienda. Salí afuera y era la prima de Kim:
- ¡Con usted quería hablar!
Le respondí:
- ¿De qué tienes que hablar conmigo?
Ella se acercó a mí:
- Te lo diré en tu cara: ¡Aléjate de Kim o te arrepentirás!
La miré fijamente:
- ¿Dónde has visto que una hiena le tema a una rata?
Ella me dio una bofetada:
- ¡Estúpida, a mí no me llamas rata!
Le di un puñetazo en la cara y la agarré del pelo:
- La bofetada de la vez pasada te la dejé pasar, pero esta vez te voy a enseñar a respetar.
Ella empezó a gritar:
- ¡Suéltame!
Saqué mi látigo y la empecé a azotar:
- Perra de mierda, te dije que no te metieras conmigo y no me hiciste caso.
La empecé a azotar sin piedad; no paraba de azotar a ella, que estaba llena de sangre. Kim apareció y me empujó para que yo pudiera soltarla:
- ¡Estás loca!
Volví a sacar mi látigo, pero él me agarró la mano:
- ¿Acaso quieres matarla?
Saqué mi revólver y los apunté; la prima de Kim estaba nerviosa:
- ¡Estás loca! Me duele mucho.
Presioné el revólver:
- ¡Se largan de mi hacienda ahora mismo o no respondo!
Él tomó a su prima y la llevó hasta su carro; ella estaba muy mal herida.
Uno de los empleados se acercó:
- ¡Señora! ¿Por qué hizo eso?
Tomé mi látigo y empecé a azotar al empleado hasta dejarlo inconsciente.
Kim llevó a su prima al hospital, muy mal herida. La madre de su prima, Alexa, se puso furiosa:
- ¡Debes denunciarla, casi mata a mi pobre hija!
Kim respondió:
- Tu hija fue a amenazarla a su hacienda, no la podemos denunciar.
La policía llegó al hospital:
- ¿Se encuentra la señora Alexa Soog?
La madre de Alexa respondió:
- Es mi hija, está delicada.
El policía respondió:
- Tenemos una orden de arresto por violación a propiedad privada y amenaza.
El policía puso el audio donde ella me amenazaba; la esposaron en la camilla.
Minutos después aparecí yo:
- Kim, le recomiendo que mueva muy bien sus influencias porque no retiraré la denuncia.
La madre de Alexa se acercó a mí y trató de darme una bofetada, pero le agarré las manos:
- ¡Mucho cuidado, señora! Si no quiere terminar como su hija, no lo vuelva a intentar.
Kim me pronunció estas palabras:
- ¡Por favor, retira la denuncia!
Me empecé a reír:
- ¡No!
Los policías la quitaron de la camilla y se la llevaron a la cárcel; ella gritaba:
- ¡Sueltenme, mamá!
Le pronuncié estas palabras:
- Eso es para que aprendas que a Leticia nadie la amenaza.
Tomé mi teléfono y llamé:
- Quiero que le den una grata bienvenida en la cárcel; denle hasta por debajo de la lengua antes de que la liberen.