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La Campesina Y El CEO

La Campesina Y El CEO

Status: Terminada
Genre:Equilibrio De Poder / Traiciones y engaños / Amor Campestre / Completas
Popularitas:87.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Maria L C

Cuando el exitoso y temido CEO Martín Casasola es abandonado en el altar, decide alejarse del bullicio de la ciudad y refugiarse en la antigua hacienda que su abuela le dejó como herencia. Al llegar, se encuentra con una propiedad venida a menos, consumida por el abandono y la falta de cuidados. Sin embargo, no está completamente sola. Dalia Gutiérrez, una joven campesina de carácter firme y corazón leal, ha estado luchando por mantener viva la esencia del lugar, en honor a quien fue su madrina y figura materna.

El primer encuentro entre Martín y Dalia desata una tormenta: él exige autoridad y control; ella, que ha entregado su vida a la tierra, no está dispuesta a ceder fácilmente. Así comienza una guerra silenciosa, pero feroz, donde las diferencias de clase, orgullo y heridas del pasado se entrelazan en un juego de poder, pasión y redención.

NovelToon tiene autorización de Maria L C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 15

Después de un rato, Dalia bostezó. Al verla, Martín se sonrió. Juntos subieron a sus habitaciones; Martín se despidió de Dalia y entró a la suya. Sacó su computadora, se puso a trabajar y le pidió a su asistente que, en cuanto llegara a la empresa, le enviara unos documentos para la reunión que su papá tendría con los inversionistas del extranjero. También le envió un mensaje a su padre, avisándole que estaría en línea durante la reunión. Quería distraerse un poco, concentrarse en el trabajo mientras pensaba en cómo contraatacar a los Montalvo.

A la mañana siguiente, Dalia se levantó temprano, más tranquila. Como cada mañana, antes de ir con Tomás a recorrer la siembra, se tomó un café con la señora Elena y le ayudó a preparar el desayuno.

—Ahora que está Martín en la hacienda, deberíamos pensar en que Yolanda viniera más seguido a hacer la limpieza —dijo Dalia mientras batía unos huevos—. O mejor aún, contratar a otra persona que se quede a dormir aquí.

La señora Elena soltó una risita mientras revolvía el café.

—Yo aún puedo, hija. Durante muchos años he llevado esta casa, y no estoy cansada —respondió con firmeza, aunque con dulzura.

Dalia la abrazó con cariño, sonriendo.

—Lo sé, mi señora bonita, pero te mereces descansar un poco también. Solo piénsalo, ¿sí?

La mujer asintió sin comprometerse. En eso Martin apareció saludando, Dalia le pasa una taza de café. Martin les pregunta de que hablaban y La señora Elena fingiendo una tristeza le empieza a contar…

—Quiere traer a alguien más para ayudarla en la casa.

—¡Yo no he dicho eso! —dijo Dalia riéndose—. Solo digo que ya es hora de que tengas un poco de ayuda, señora Elena. Siempre haces todo tú sola, y ahora que Martín está aquí, es más trabajo.

—¿Y tú crees que yo no puedo con eso? —respondió la señora Elena, con una sonrisa desafiante mientras revolvía los huevos en la sartén.

Martín se acercó a la mesa con la taza de café y las miro fijamente.

—Yo estoy de acuerdo con Dalia —dijo mientras se sentaba—. No porque no puedas, Elenita, sino porque no tienes por qué hacerlo todo tú sola. Podemos contratar a alguien que venga, incluso que se quede, como dice Dalia. No es un lujo, es una necesidad.

—¡Miren nomás! Los dos se pusieron de acuerdo para jubilarme —dijo la señora Elena entre risas—. Bueno, pensándolo bien, Yolanda podría venir más seguido, ella conoce la casa, sabe cómo me gusta tener las cosas. Pero no me saquen de la cocina, ¿eh?

Dalia se acercó para abrazarla por detrás.

—Jamás, esta cocina es tuya y de nadie más —le dijo con cariño.

Martín sonrió al verlas. Esa escena, tan doméstica y simple, le daba una sensación de paz que no sentía desde hacía tiempo. Pero su mente no dejaba de pensar en los Montalvo. Apenas terminó su desayuno, subió de nuevo a su cuarto para conectarse a la reunión con su padre y los inversionistas extranjeros.

Antes de entrar a la videollamada, revisó su correo. Su asistente ya le había enviado los documentos que le pidió. Todo estaba en orden. Ajustó su cámara, se peinó rápido frente al espejo y se conectó.

Durante la reunión, Martín se mostró seguro, preciso y firme en cada intervención. Era claro que había heredado de su padre no solo la inteligencia, sino también la astucia para los negocios. Aun así, una parte de su mente estaba enfocada en otro frente: necesitaba una estrategia para detener a los Montalvo. Ya había sufrido demasiados daños y no pensaba permitir que siguieran interfiriendo con lo que amaba.

Cuando la reunión terminó, le escribió a su padre:

"Papá, todo salió bien. Voy a quedarme aquí un tiempo más. Creo que es momento de que hagamos algo con los Montalvo. Hay cosas que ya no se pueden dejar pasar. Luego te llamo para contarte bien."

Luego cerró la videoconferencia, se quedó unos segundos mirando por la ventana y susurró para sí mismo:

—Es hora de devolverles el golpe.

Dalia también en cuanto terminó, se puso sus botas y salió con Tomás rumbo a los campos. El aire de la mañana estaba fresco, y el cielo completamente despejado. El aroma de la tierra húmeda tras el riego nocturno le resultaba reconfortante. Mientras caminaban entre los cultivos, hablaban de los ajustes que harían esta semana y del nuevo sistema de riego que estaban por instalar.

Regresaron a las caballerizas para recorrer los alrededores unos de los trabajadores ya los esperaba con los caballos ensillados junto al portón trasero de la hacienda. El aire aún fresco de la mañana les daba una sensación de calma, aunque Dalia no dejaba de mirar a su alrededor con cierta inquietud.

—¿Vamos por la ruta de siempre? —preguntó Tomás, ajustando su sombrero.

—Sí, quiero revisar la parcela cerca del arroyo, noté que la tierra está un poco más seca últimamente.

Cabalgaron en silencio durante un rato, observando los surcos y el crecimiento de las plantas. A lo lejos, los trabajadores comenzaban a llegar, saludándolos con la mano. Todo parecía en orden… hasta que llegaron a una cerca al borde de la propiedad.

Tomás frunció el ceño y tiró de las riendas.

—Señorita Dalia… —dijo con voz grave—. Mire eso.

Ambos bajaron de sus caballos y se acercaron. Parte del alambre de púas que delimitaba el terreno estaba cortado. No era un corte accidental, era limpio, reciente. Había huellas pisoteadas cerca, como si alguien hubiera cruzado durante la noche.

—¿Cuándo fue la última vez que pasamos por aquí? —preguntó Dalia, inclinándose a mirar el alambre.

—Ayer por la mañana, pasamos con el joven Martín, todo estaba bien. Yo mismo revisé esta parte.

Dalia respiró hondo, sintiendo una punzada en el pecho.

—Esto no es normal… Alguien entró.

Tomás asintió, mirando con atención el suelo.

—¿Los Montalvo? —murmuró Dalia, sintiendo que su estómago se apretaba.

Tomás la miró con seriedad.

—No lo sé, pero lo que sí sé es que esto no puede quedarse así. Voy a mandar a los muchachos a reparar la cerca, pero vamos a tener que reforzar la vigilancia.

Dalia se quedó un momento mirando la línea rota del alambrado, sintiendo cómo aquella herida en la tierra parecía un presagio. Algo se avecinaba. Y no iba a ser bueno.

Ambos se quedaron de pie en el lugar. La cerca estaba rota, y varios alambres colgaban cortados de manera limpia, como si alguien los hubiese cortado con una pinza o una cizalla. Dalia se agachó y examinó el suelo.

—Aquí está, esto no es por desgaste… —murmuró—. Lo hicieron a propósito.

Tomás asintió, agachándose a su lado.

—Y mire estas huellas… no son de caballo. Son de una camioneta… y pesada. Aquí entró alguien.

Dalia se incorporó con el ceño fruncido, su pulso se aceleraba.

—Voy a avisarle a Martín —dijo, sacando su celular rápidamente.

Minutos después, Martín leía el mensaje desde su habitación. Al ver las fotos que Dalia le mandó del alambre cortado y las huellas, su expresión cambió de inmediato. Cerró la computadora de golpe, se levantó con decisión y tomó su chaqueta.

Bajó apresurado por las escaleras y se encontró con Dalia entrando a la casa.

—¿Estás bien? —le preguntó él de inmediato, tomándola suavemente de los brazos.

—Sí… pero esto no me gusta nada, Martín. No fue un accidente. Alguien entró a la propiedad.

Martín la miró con los ojos encendidos.

—Esto ya no es un simple juego. Están mandando mensajes. Y yo también sé mandar los míos.

Sacó su teléfono y marcó.

—Necesito que me manden las cámaras móviles y a los dos hombres que tenemos en la capital. Esto se puso serio. No quiero a nadie cruzando nuestras tierras sin que lo sepamos. Y prepárense, porque los Montalvo acaban de cruzar la línea.

Dalia lo miró en silencio. Por primera vez, sintió que Martín estaba listo para pelear.

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Alhelí
María LC gracias por compartir ese talento de escribir que tienes
quedo al pendiente de tu próxima aventura
Alhelí
me fascino la historia donde el amor triunfa por ensima del odio y la union de dos familias que dejaron su pasado atras para unirse en ese amor
Alhelí
maravillosa historia llena de amor familiar😍😍
Alhelí
hermosa novela 😍😍
Alhelí
Emotiva la ceremonia de bodas, y los papas de Emiliano no asistieron a la boda
Alhelí
sorprendente la entrada de Emilio, hermosa propuesta de matrimonio 😍😍
Alhelí
Emilio amas muchísimo a Mariana pero las advertencias no estan de mas
Alhelí
el amor debe ser limpio no deberia llevar la carga de los problemas de los antepasados
deldel
Dice Martín que hay vacíos en su vida que no los tiene claros y el papá de Martín le dice a Dalia que hay secretos que no se han develado para proteger a alguien.
Ojalá que no haya sido Martín de pequeño quien haya provocado el incendio y ese sea uno d los secretos y que por eso Martín tenga sus vacíos sin entender !!
deldel
Solo necesita mínimo pedir las cosas por favor, o contratar a alguien para que lo atienda, por que finalmente él es el dueño su abuela se la heredó.
Alhelí
Espero que sus padres no se oponga Mariana y Emilio pueden vivir su amor sin llevar el peso del pasado
Alhelí
Quién será ese Salvador será algún Montalvo
Alhelí
El tiempo pasa y los hijos crecen duele cuando se van lejos de nosotros pero hay que entender que ellos tienen que formar su propio camino
Alhelí
la hacienda está llena de paz y amor y la familia creciendo
Maria Angelica Guillaume
Siempre pienso, porque las novizorras los dejan plantados en el altar, porque no avisarles antes para no dejarlos en ridiculo?
Yuly Ponce
Una historia hermosa que me llegó al alma 💕 felicidades autora 👏👏👏👏👏👏👏❤️
Luci Moya
excelente novela muchas felicidades
Lety
Que fácil es mentir 🤦🤦
Lety
Se enamoro de él siendo una niña 🥰🥰🥰que emoción
Lety
😂😂😂😂😂😂en su vida ha cocinado algo😂😂😂😂😂
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