🔥 JUEGOS PICANTES: Volver A La Soltería 🔥
Cuatro mujeres.
Un pacto:
Nada de lágrimas por idiotas.
Solo risas, copas en alto…
Y nuevas reglas en la cama.
El juego cambió.
Y ellas están listas para ganar.
JUEGOS PICANTES: Volver a la soltería.
Una novela para reír, gozar y recordar quién manda.
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15. BRUJAS.
Narrador omnipresente.
Los ex se encuentran reunidos en común bar celebrando su victoria.
Flashback.
Mateo llega a su oficina sintiendo cómo la sangre le hierve. La bruja de su esposa y su amante lo han humillado. En un motel.
No solo fueron los malditos golpes… Fue la mirada de burla de Leticia y Lola, junto con sus comentarios hirientes sobre Theodoro, su bien más preciado.
Recordar la sonrisa cruel de ambas al dirigir la mirada a su entrepierna y lanzar esos comentarios venenosos sobre su tamaño le revuelve el estómago. Siempre se ha sentido poco hombre y ha tratado de demostrar lo contrario con su interminable lista de amantes.
—No te preocupes, Theodoro, les haremos pagar por burlarse de tu tamaño —murmura, acariciando su miembro—. No te achicopales, amigo, la potencia no está en el tamaño, sino en los movimientos. Y en eso, eres el mejor.
Se consuela a sí mismo mientras trama su venganza.
Su teléfono personal vibra, haciendo que de un respingo. Es extraño que lo llamen a ese número, muy pocas personas lo tienen. Lo toma y ve el nombre de Miguel Benavides en la pantalla.
El esposo de Mónica. Otra de las malditas que estuvo ayer en el motel. Sin embargo, Miguel siempre ha sido un excelente aliado…
📲—Hola, Miki.
📱—Hola, Theo. Necesitamos reunirnos.
La voz de Miguel suena tensa. Sus dedos tamborilean con impaciencia sobre el escritorio, delatando su urgencia.
📱—¿Y eso? —pregunta Mateo, ansioso, mientras sigue acariciando su ego herido.
📱—Llegó el momento de deshacernos de las brujas… Te espero en mi despacho.
La voz de Miguel destila desprecio. En los labios de Mateo se dibuja una sonrisa maliciosa.
📱—Sabes que no soy un asesino.
Mateo traga saliva. Odia a Leticia desde que descubrió sus amoríos y, peor aún, desde que le limitó sus finanzas. Pero de ahí a matarla… eso es otra cosa.
📱—Deja la pendejada. No las vamos a matar físicamente, pero sí económica, psicológica y socialmente.
📱—Eso sí que me agrada… Sabes que he estado esperando esto desde el día que chantajeé al vejete para que la obligara a casarse conmigo.
📱—Recuerda quién te ayudó con esos papeles y te dijo el secreto del viejo.
📱—Tú… ya que tienen los mismos gustos —dice Mateo con una sonrisa de oreja a oreja.
Recuerda cómo Miguel descubrió la inclinación del anciano. El viejo frecuentaba el mismo club exclusivo que Miguel e intentó seducirlo, lo que le permitió descubrir su secreto y darle el arma perfecta para el chantaje.
📱—Mueve el trasero, que me urge acabar con las brujas —dice Miguel, lleno de ira.
No le perdonará a Monic haberlo hecho quedar mal con el hombre que ama y, mucho menos, que por su puto escándalo eso salga a la luz.
📱—En 30 minutos estoy allí.
Cuelga, toma su chaqueta y sale de la oficina.
Al pasar frente a su secretaria, le da instrucciones mientras ella no deja de observar los moretones en su rostro y la ligera cojera en su pierna derecha.
—Lucrecia, cancela mis reuniones de la mañana. Y si llama la bruja de mi mujer o la estúpida de mi amante…
La secretaria parpadea, sin saber a cuál de todas se refiere. Mateo salta de cama en cama más que una pulga.
—La perra rabiosa de Lola —aclara él rodando los ojos—. Dile que se vaya al infierno y que no la quiero ver aquí. Y si se atreve a venir, ordena a la seguridad que la tiren a la calle... A cualquiera de las dos.
—Entiendo, señor.
—Y antes de que preguntes por los golpes… Anoche me atracó una pandilla de locas desquiciadas. Ah, y a propósito, despide a la chica que Leticia recomendó para recepcionista y que terminamos contratando en el área de aseo.
—¿Marilyn? —pregunta Lucrecia, sorprendida—. Pero si es una chica dulce y muy amable…
—No te pregunté qué te parece —refunfuña.
La secretaria traga saliva y baja la cabeza. Sabe que está en ese puesto porque las amantes no dan pie con bola.
—Disculpe, señor.
—Envíame toda su información al móvil.
Lucrecia asiente, pero cuando Mateo gira sobre sus talones para irse, se detiene de golpe. En un movimiento rápido, retrocede y la señala con el dedo acusador.
—Cuidadito, si te atreves a llamar a la bruja de mi mujer y decirle algo —le advierte con voz baja y afilada—, puedes correr la misma suerte que esa pobre infeliz.
Lucrecia asiente, sabe que su jefe es un hijo de puta rencoroso. Así que mejor mantiene la boca cerrada.
Mientras tanto, en la oficina de Miguel…
—Señor Benavides, hay un par de clientes que solicitan sus servicios —dice la secretaria, alcanzándole unos documentos.
Miguel los toma en sus manos y les echa un vistazo.
El primer expediente es de Milton Díaz. Quiere demandar a su exesposa por lesiones personales y solicita una pensión de por vida. Al parecer, la mujer le arrancó un pedazo de la oreja.
Miguel sonríe al ver la foto de la demandada. Una de las acompañantes de su esposa en el motel anoche.
"Monic… ¿pensabas que podías humillarme y salir impune?"
Pasa al siguiente expediente. Martín Velazco. Solicita la custodia de su hija... Bueno, técnicamente es su madre la que la solicita.
La madre: Marilyn Monroe.
Otra de las que estuvo ayer con Mónica.
Miguel suelta una carcajada seca. Los dioses no podrían estar más de su lado.
—Pasa al señor Milton y dile al señor Martín que me espere un cuarto de hora —ordena a la secretaria.
Luego, con una sonrisa triunfal, añade:
—Tan pronto llegue el señor Casallas, lo haces pasar a mi oficina.
Milton ingresa a la oficina con su clásico andar de hombre fantoche, listo para interpretar la actuación de su vida.
Toma su oreja como si realmente le doliera.
—Buenos días, abogado Benavides —saluda con educación, extendiendo su mano.
Miguel la estrecha mientras sonríe. Conoce bien a los hombres como su nuevo cliente. Se especializa en defender a los inútiles, así que no lo engaña.
—Señor Díaz, tome asiento, por favor —señala la silla frente a su escritorio mientras él hace lo mismo.
Milton inicia su teatro, pero es frenado.
—Me gusta ir directo al punto. Yo le conseguiré la indemnización y una manutención de por vida, pero para que eso sea sencillo, debemos pelear la custodia de sus hijos.
Milton frunce el ceño. Nunca se ha hecho cargo de ellos y no sabe si Patricia, su nueva esposa, estaría dispuesta.
—¿Pero es necesario?
Miguel respira hondo… necesita venderle la idea al estúpido.
—Sí. La custodia le asegura una jugosa mesada y le quitará de encima la futura demanda por alimentos.
Los ojos de Milton brillan de inmediato.
—Sabía que usted era el indicado… Pero además quiero que la bruja me pague el pedazo de oreja. Ahora soy un hombre mutilado.
El abogado sonríe.
—¿Ella tiene alguna propiedad?
Milton recuerda la casa que, por su ineptitud, quemó ayer. Pero sigue siendo valiosa por su ubicación y confort.
—La casa que su madre le heredó.
Los ojos de Miguel brillan y su sonrisa se ensancha.
—Considérela suya.
—¿Cuánto serán sus honorarios…? —pregunta Milton, preocupado.
—Serán gratis. Su exesposa tiene una deuda personal conmigo… y con un amigo —responde Miguel, sonriendo.
—Usted…