Curvas del Destino
Una historia de amor, coraje y renacer.
Lina Song perdió a su madre a los 16 años y terminó en un orfanato, donde su sobrepeso la convirtió en blanco de burlas y humillaciones. Al cumplir 18, con esfuerzo y el apoyo de trabajadores sociales, consigue empleo como auxiliar de limpieza y luego en una cafetería para poder pagar su renta.
Allí conoce a Daniela Ling, hija de un millonario, quien se convierte en su mejor amiga y la ayuda a ingresar a la universidad. Todo parece mejorar… hasta que aparece Luzbel Shao, un joven poderoso y arrogante que no tarda en hacerle la vida imposible. Pero lo que inicia como acoso se convierte lentamente en una pasión imposible de ignorar.
Cuando el primer amor de Luzbel regresa y Lina descubre que está embarazada, su mundo vuelve a romperse. Decide huir y empezar de nuevo… lejos del dolor y los secretos.
¿Podrá el amor sobrevivir a la distancia, el poder y las heridas del pasado?
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Mentiras que calman el alma
Departamento de Daniela – 3:30 a.m.
Sonido ambiente: llaves girando en la cerradura, tacones sobre el suelo de madera, un suspiro largo.
- ¡Qué noche, por dios! – exclamó Daniela quitándose los zapatos apenas cerrando la puerta del departamento – Tengo los pies hechos polvo, pero valió la pena. ¿Viste las caras de todos cuando entraste?
Yo apenas asentí.
Mi sonrisa era débil, más cansada que feliz.
- Si… fue bonito.
Daniela me observó un segundo y después dijo.
- ¿Estas bien?
- Si, solo cansada.
- Bueno, si necesitas hablar… sabes que puedes contar conmigo, ¿sí?
- Lo sé, Dani. Gracias.
Daniela me abrazó brevemente y luego se fue directo a su habitación, arrastrando los tacones como si fueran grilletes.
Yo cerré la mía en silencio, cerrando la puerta con un suave clic.
Encendí la lámpara de mi buro.
Mi reflejo en el espejo aún mostraba los restos del maquillaje que Daniela había aplicado con tanto entusiasmo unas horas antes.
Mi vestido descansaba sobre el respaldo de la silla, y mi cuerpo todavía guardaba el temblor que me dejó el encuentro en el balcón.
Me senté en la cama.
Y de pronto, todo lo que había tratado de bloquear mientras volvía a casa, regreso con fuerza:
La mirada de Luzbel.
Su voz ronca.
Su amenaza.
Sus palabras vulgares.
El miedo.
La presión de su cercanía.
La sensación de pertenecerle sin haberlo querido jamás.
Me abracé las piernas y apoyé la barbilla en las rodillas.
El corazón me latía con un ritmo más sereno, pero mi mente no encontraba descanso.
- ¿Por qué lo hizo? – me pregunté en voz baja, como si alguien pudiera oírme desde la soledad.
Luzbel nunca me había hablado.
Apenas me dirigía una mirada en la universidad y en la cafetería.
Ni siquiera se había molestado en fingir cortesía en todos estos días.
Y ahora de la nada, se aparecía en mi espacio… posesivo, celoso, enfermo.
- Debía estar borracho… - susurre, casi como un consuelo – Si… seguro había bebido más de la cuenta.
El la única explicación.
Tal vez me confundió con otra, o solo quería molestarme.
Intente convencerme de eso.
De que lo que había pasado no era grave.
De que nadie como Luzbel pondría los ojos en alguien como yo, si no era por culpa del alcohol.
Que su mirada cargada de deseo no había sido real.
Que sus palabras no significaban nada.
- No va a acordarse. Mañana ni siquiera me va a mirar. Y mejor así.
Pero, aunque lo repetí en mi mente varias veces, no logre calmar del todo esa sensación extraña que tenía bajo la piel.
Como si algo peligroso hubiera sido liberado y estuviera rondándome, esperando a aparecer otra vez.
Me metí en las sábanas sin quitarme del todo el maquillaje.
Cerré los ojos y deseé olvidar.
Departamento – Domingo, 10:07 a.m.
Luz entrando por la cortina.
Notificación de celular.
El zumbido suave del teléfono fue lo que me despertó.
Parpadee varias veces antes de estirarme y tomarlo del buró.
Lo desbloque con los ojos todavía medio cerrados.
1 nuevo mensaje – Iván: “Buenos días, Lina 😊 No quería molestar muy temprano, pero… ¿te gustaría ir al cine conmigo hoy? Es domingo, el día sagrado del descanso jaja. Yo invito 😉”
Un pequeño nudo se deshizo dentro de mi pecho.
Después de la noche anterior, esa dulzura era como un bálsamo.
Yo me mordí el labio inferior, leyendo el mensaje tres veces.
Luego mire la hora.
Era domingo, y hoy no tenía turnos en la cafetería ni clases.
Era mi único día libre de la semana.
Y en ese momento, supe que necesitaba eso.
Algo tranquilo.
Algo normal.
Algo real.
Mensaje de Lina para Iván: “Hola, Iván 😊Me despertaste con una sonrisa. Sí, me encantaría ir al cine contigo. ¿A qué hora?”
Pulse enviar.
Después deje el teléfono sobre mi pecho y cerré los ojos por unos segundos.
Esta vez, sin pesadillas.
Solo una pequeña esperanza.
Un suspiro diferente.