La Santa Guerrera

La grandes llamas del fuego se reflejaban en la espada de Laila, quiénes no la conocieran en realidad pensarían que era un monstruo.

"¡Sal! ¡Deja de esconderte marica!" Gritó laila al unisono, todos la miraron dejando de luchar.

Un miedo invadió los cuerpos de todos, el Duque Besthat seguía firme como si ese miedo no tuviera lugar en él.

Una persona encapuchada, acompañado de una gran aura oscura que lo rodeaba hacía a todos temblar.

Los bandidos sabían de quién se trataba pero aún así, sabían que no sería nada bueno haciéndolo enojar. Todos guardaron su distancia hacía el pero Laila caminó firme hacía el, con la mirada en alto aún sosteniendo su espada se detuvo.

"Dile a tu jefe que el Duque Besthat tiene asuntos con él." Habló sin miedo, aquél hombre sintió la fuerte mirada de aquella mujer Santa, y lo hizo retroceder un poco.

El Duque se aproximó a ellos y el hombre desapareció.

Todos los bandidos estaban heridos y algunos caballeros también, el Duque mando a encerrarlos y llevarlos al imperio para interrogarlos.

"Todos mis hombres están lastimados por culpa de ese maldito" se revolvió el cabello con desesperación, no quería dañar a civiles y tampoco quería que sus caballeros salieran lastimados, pero había intentado de todo para hacer que pararan, compensaciones, tratos, tierras, dinero, nada funcionó.

Querían la cabeza del Emperador y la de su familia.

Laila curó a los que necesitaban con urgencia tratamiento, ayudo a los doctores que habían llegado del imperio pero algo le decía que tenía que volver.

^^^¿Qué es esto que me está molestando? Me siento frustrada y desesperada.^^^

Se sentó en el suelo, enfrente de un árbol que estaba un poco lejos del campamento, se sobaba las sienes y se soltó el cabello.

Miró sus manos, después a su espada tirada a un lado de ella y suspiró.

Necesito un baño.

Su ropa estaba manchada de sangre y tierra, al igual que su cabello pero no reprochó nada, lo había vivido antes y cerró los ojos recordando a sus amigos.

Quiero volver

Pero ahora no podía hacer nada, aunque muriera, su antiguo cuerpo ya había sido enterrado.

Todo por esa estúpida bomba, decidí sacrificarme para dejar por fin ese lugar, pero volví a dónde mismo. Vaya mierda.

Todos estaban habían logrado apagar el fuego con la ayuda de los toros, Laila también los había curado. Se sentían agradecidos con ella, por qué los había estado cuidando y haciendo compañía sin importarle que se vieran como unos monstruos, sus ropas llenas de sangre seca de hace mucho tiempo habían sido cambiadas por otras pieles a orden de ella.

"¿Estás cansada?" Preguntó Kael sentándose a su lado.

"No es nada duque, solo quiero darme un baño" suspiró y miró el cielo.

"Hay un río cercas, puedes lavarte ahí" Laila arqueó su ceja un poco confundida, pues el mapa que él le había mostrado antes de ir allí, no mostraba ningún río cercas.

"Yo te llevó" Volvió a hablar.

"Creí que no había ríos cercas, o es que acaso me mostró un mapa falso?" preguntó laila un poco sarcástica.

"Ese río está escondido, yo lo conozco por qué una vez el emperador me mandó a explorar cerca de estar tierras, también necesitaba un baño y dando un par de vueltas lo encontré." se levantó y extendió su mano.

"Entonces lo sigo" Sujetó su mando y se levantó.