La vida de Loreta Rosietti, cambiara por completo de un día para el otro, cuando siendo ella la única testigo en presenciar el asesinato de su jefe tiene que buscar al hijo ilegitimo de este, para que se haga cargo de la compañía y le brinde su protección. Con el pasar de los días ella descubrirá que el señor O'Connor no solo era un ceo importante sino el jefe de la mafia y todo lo que parecía ser legal era solo una fachada para ocultar su verdadera identidad. Sin embargo no solo se verá envuelta en varios infortunios a medida que conoce a su protector si no que ni siquiera se imagina que el destino la pondrá de nuevo frente a un hombre que por años intentó olvidar y por el cual guarda mucho rencor o al menos eso cree.
Con tal de vengarse de su ex prometido ella hará una alianza con su nuevo jefe, pero los sentimientos que despiertan ambos hombres en ella hará que caiga en una red de confusión de la que es muy difícil salir.
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Capítulo N°14
Las hermanas ingresaron al hospital como cada sábado a la tarde, se registraron en recepción y subieron al tercer piso hasta el consultorio de la psicóloga. Luego de una conversación de rutina con la doctora, Loreta salió al pasillo y tomó asiento para esperar a su hermanita.
Los minutos pasaban y no había señales de ningún hombre en el corredor que pareciera un mafioso, si es que podía reconocer a alguien así, solo tenía una leve sospecha de cómo se vería por las películas y series que veía.
— Deja de fantasear Loreta Rosietti, no vendrá ningún hombre con armas, tapado y lentes oscuros —se reprochó por sus ideas infantiles.
Ella jugaba con la sortija que se había colocado en su dedo, le quedaba muy grande, pero de igual forma se sentía mucho más cómoda que teniendo el anular vacío, entonces su semblante se entristeció al recordar que hasta hace solo unas horas atrás se encontraba su sortija de compromiso en ese lugar.
El anillo del clan O‘Connor era muy hermoso, una piedra negra muy singular en la cual tenía grabado en oro la letra O y a su vez la atravesaba una pequeña espada. Ella estaba grabando cada detalle en su memoria, cuando el perfume de un hombre invadió su espacio personal, era una fragancia costosa y muy agradable, de inmediato se puso de pie al sentir como unas personas se acercaban y el aroma era cada vez más potente. Dos hombres pasaron frente a ella, eran personas comunes y corrientes que se sentaron enfrente y entonces sus ojos se abrieron de par en par al descubrir al dueño de esa fragancia.
Loreta dejó caer su bolso cuando lo vio caminando con pasos lentos, seguro de sí mismo y con una confianza que jamás había visto antes. Finalmente estando a solo unos centímetros de su rostro ese hombre se detuvo y la miró fijamente.
La joven estaba en shock, su corazón palpitaba con fuerzas a tal punto que le dolía el alma y su pecho se oprimía con tanta solidez que pensaba que iba a desvanecerse en ese mismo instante. De repente sus piernas perdieron el control, ya no podía permanecer en pie, lo que la obligó a sostenerse del respaldo de la silla.
— An… to …nio —habló estupefacta y con la voz entrecortada, entonces él asintió.
Era una maldita broma, el día que al fin había decidido arrancarlo por completo de su vida y comenzar de cero, ese mismo día aparecía de la nada frente a ella y con una sonrisa en sus labios. Ella no salía de su asombro, no podía respirar. Después de tantos años él estaba ahí vistiendo un traje elegante y con zapatos de diseñador, luciendo seguro, arrogante como si nada hubiera pasado en todo este tiempo entonces sus palabras llegaron a sus oídos como dagas que atravesaron su alma.
— Hola muñeca, regrese por ti —dijo y levantando su barbilla se adueñó de sus labios.
Loreta lo apartó con fuerza y lo golpeó en el rostro dejando la marca del anillo de Lewis sobre su piel. Al contrario de lo que se imaginaba, sentir nuevamente sus labios, su lengua dentro de su boca fue una experiencia asquerosa que jamás quería volver a repetir.
— Lo entiendo, lo merezco, pero sé que me extrañas y que te debo una explicación —habló e intentó sujetar a la joven por la cintura, pero ella se apartó.
— ¡No te atrevas a besarme otra vez, ni me pongas tus manos encima! —le advirtió limpiando con asco su boca—. ¡No eres nada, ni nadie en mi vida para poder tocarme!
— Claro que sí muñeca, soy tu dueño, eres mía y me perteneces —comentó con una voz tan fría y siniestra que por un momento ella sintió terror, entonces él consciente de su poder acorralando a la joven contra la pared susurró cerca de su oído haciéndola estremecer. —. Retomaremos donde nos quedamos, serás mi esposa y volverás a ser mi gatita en la cama.
— ¡Ni en tus sueños volveré contigo ! ¡Te odio Antonio y no tienes derecho a reclamarme nada, no después que me abandonaste cuando más te necesitaba! —gritó con mucha más confianza de la que sentía.
— Te equivocas, el anillo que te di dice lo contrario.
— Entonces mira bien, porque ya no llevo esa sortija, ahora le pertenezco a alguien más —lo enfrentó y levantando su mano le mostró la alianza del señor Lewis.
Luca al ver la sortija, la reconoció de inmediato, su mandíbula se pudo tensa, la vena en su cuello palpitaba con ira y ya no pudo contener la bronca, su mujer ahora le pertenecía a un viejo decrépito.
— ¡Mentira!
— ¡Di lo que quieras, pero ya no eres mi dueño!
— ¡No me provoques o lo lamentarás! —dijo cerrando su puño dispuesto a golpear a la joven.
Loreta al ver la intención de su ex prometido cerró los ojos esperando el impacto, sin embargo el golpe nunca llegó porque la mano de Luca fue detenida a centímetros del rostro de la joven antes de que toque su mejilla. El agarre fuerte y firme de Dimitrio no se comparaba con la intensidad de su voz al decir.
—¡Ni se te ocurra ponerle un dedo encima a mi mujer!
Loreta permanecía temblando y con los ojos cerrados, sin embargo reconoció esa voz de inmediato y su corazón comenzó a latir desesperadamente, de sus labios se escapó un suspiro de alivio, lentamente sus párpados se levantaron. Ella no pudo evitar sentirse tímida ante esas palabras, Dimitrio la había escuchado y ahora tendría que darle una explicación. Con pesar levantó su vista y se encontró con una mirada cálida pero a la vez firme que le inspiraba confianza y no le quitaba los ojos de encima como si estuviera inspeccionando cada centímetro de su cara. Él era un hombre guapo, decidido y su voz la seducía cada vez que pronunciaba una sola palabra, entonces Dimitrio volvió a hablar y ella se estremeció de una manera diferente y agradable que la tomó por sorpresa y le cortó la respiración
— Hola amor, perdón por la demora ¿ te encuentras bien?—preguntó y le guiñó un ojo..
— Estoy bien —murmuró.
— Veo que llegué justo a tiempo.
— Sí —respondió la joven asintiendo con la cabeza y acercándose a su lado.
Luca se liberó del agarre de Dimitrio y lo miró con desdén, arrogancia entonces pronunció sin disimular su ira.
—¡No sé quién carajos eres, pero cometiste un grave error y has cavado tu propia tumba!
— Disculpa mis modales, mi padre debe estar muy molesto por mi falta de educación. Soy Dimitrio Moretti O'Connor y por la expresión de tu rostro veo que reconoces el apellido de mi familia —respondió, entonces fingiendo no saber quién era le preguntó irónicamente para hacerlo confesar delante de la joven ya que ella lo llamaba Antonio — ¿ Y tú eres? Creo que no nos han presentado.
— Él es Antonio Rossi, mi ex prometido. El idiota que me dejó un día antes de nuestra boda, creo que te conté la historia —intervino Loreta y se mordió el labio nerviosamente esperando que Dimitrio la apoye, sin embargo lo que escuchó de la boca de su ex la dejó estupefacta .
— ¡No, no y no! Odio que me digas así, no soy Antonio Rossi —la corrigió con bronca y negando con su cabeza—. Ya es hora que te enteres la verdad, mi verdadero nombre es Luca Noviccio y estoy cansado de fingir ser un pobre infeliz, cuando soy el dueño de un imperio —exclamó y en su rostro se dibujó una media sonrisa.
Loreta reconoció ese nombre de inmediato, era el maldito que le había quitado todo a sus padres entonces con bronca se acercó y lo golpeó nuevamente en el rostro
— ¡Eres una rata embustera, me engañaste, me usaste, jugaste con mis sentimientos y me quitaste todo pero juro por este anillo! —levantó la mano y se lo mostró decidida, confiada de que tenía el apoyo de Dimitrio—. ¡Juro que te haré pagar con creces todo el daño que me hiciste y no descansaré hasta recuperar todo lo que alguna vez fue de mi familia!
Luca miró a su alrededor y vio que la policía se acercaba entonces pronunció con una seguridad casi sofocante
— Loreta, eres mi mujer y siempre lo serás, así que aléjate de este infeliz porque una vez que te tenga nuevamente en mi cama, te olvidarás de todo y me suplicarás que no te abandone.
— ¡Nunca me volverás a tener, antes muerta que caer otra vez bajo tus engaños!
— Noviccio, será mejor que se largue antes de que pierda la paciencia y me deje de comportar civilizadamente —intervino Dimitrio.
— ¿Me está amenazando?
— Solo es una advertencia, si no quiere terminar siendo huésped del hospital le sugiero que se largue ahora mismo—amenazó Dimitrio cansado de escuchar a ese hombre.
— Está bien, usted gana por ahora pero no siempre estará para protegerla y cuando se descuide ahí estaré yo para recuperar lo que me arrebató.
— No lo creo, cuando algo me interesa lo protejo con mi propia vida.
— Eso suena interesante, veremos si dices lo mismo cuando estemos solos —Luca miró a Loreta una vez más de arriba a abajo y luego le dijo—. Cuando te aburras de este payaso, solo llámame.
— ¡Jamás!
— ¡Ya lo veremos! —respondió con ironía y su risa resonó en todo el pasillo.
Luca comenzó a caminar hacia el ascensor justo en el preciso momento en el que la puerta del consultorio se abría y la pequeña se despedía de la doctora . Lucía al mirar la espalda de ese hombre le resultó familiar , entonces se acercó a su hermana y al ver como Luca giraba sobre sus talones dentro del elevador y miraba fijamente en su dirección, su rostro se palideció. La pequeña se aferró con fuerza del suéter de su hermana y comenzó a temblar.
preparense que comenzó la guerra, entre Luca, Dimitrio y Loreta, quien gana a quien 😏