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Pecado De Poder

Pecado De Poder

Status: En proceso
Genre:Mafia / Malentendidos / Juego del gato y el ratón / BDSM / Apoyo mutuo / Cambio de Imagen
Popularitas:4.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Orne Murino

Brendam Thompson era el tipo de hombre que nadie se atrevía a mirar directo a los ojos. No solo por el brillo verde olivo de su mirada, que parecía atravesar voluntades, sino porque detrás de su elegancia de CEO y su cuerpo tallado como una estatua griega, se escondía el jefe más temido del bajo mundo europeo: el líder de la mafia alemana. Dueño de una cadena internacional de hoteles de lujo, movía millones con una frialdad quirúrgica. Amaba el control, el poder... y la sumisión femenina. Para él, las emociones eran debilidades, los sentimientos, obstáculos. Nunca creyó que nada ni nadie pudiera quebrar su imperio de hielo.
Hasta que la vio a ella.
Dakota Adams no era como las otras. De curvas pronunciadas y tatuajes que hablaban de rebeldía, ojos celestes como el invierno y una sonrisa que desafiaba al mundo

NovelToon tiene autorización de Orne Murino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 14: Fuego y Acero

La puerta de la suite se cerró con un clic sordo, y el mundo se redujo a ellos dos. Brendan no habló. No lo necesitaba. Su mirada verde olivo era un arma más peligrosa que cualquier palabra.

Dakota lo observó, apoyada contra la pared, con una sonrisa desafiante. Sabía que algo estaba a punto de estallar, y no solo por la tensión entre ambos, sino porque, desde que lo conoció, él la miraba como si fuera una llama que no podía dejar de tocar, aunque lo quemara.

—¿Qué pasa por tu cabeza, Thompson? —preguntó con un dejo de burla, mientras se quitaba lentamente la campera de cuero.

Brendan avanzó hacia ella sin prisa, pero con la determinación de un depredador. Su mano se alzó para apartar un mechón de cabello de su rostro, rozando su mejilla con una suavidad que contrastaba con la dureza de sus ojos.

—Que esta noche no pienso dejar que me des órdenes con esa boca —dijo con voz grave, tan cerca que el aliento de ambos se mezcló.

Dakota arqueó una ceja, divertida. —¿Ah, no?

Él no respondió. En cambio, la atrapó por la cintura y la giró, presionando su espalda contra la pared. El golpe seco del impacto hizo que soltara un jadeo ahogado, pero no se resistió. Brendan no necesitaba pedir permiso: había algo en su forma de tocarla que era pura devoción disfrazada de control.

El primer beso fue brutal, como si todo lo contenido en semanas de tensión explotara de golpe. Sus bocas chocaron con hambre, sus lenguas se encontraron en una danza feroz, y sus manos no tardaron en explorar lo que hasta ahora había sido prohibido.

Brendan la levantó con facilidad, haciendo que sus piernas lo rodearan. Caminó hacia la cama sin soltarla, devorando sus labios como si fueran aire. Dakota, con los dedos enredados en su cabello, sintió que perdía el control, algo que nunca le había permitido a nadie.

—Te odio por hacerme sentir así —murmuró contra su boca, casi con desesperación.

Brendan sonrió de lado, una sonrisa oscura que la desarmó. —No, Adams. Me deseás. Y eso te asusta.

La dejó caer sobre la cama con cuidado, como si temiera romperla, aunque su cuerpo emanaba fuerza. Se quitó la camisa de un tirón, dejando al descubierto su torso perfecto, los tatuajes que parecían contar una historia escrita en su piel. Dakota lo miró, con la respiración acelerada, como si no pudiera creer que ese hombre estaba allí, mirándola como si fuera suya.

—Mostrame —susurró ella, retándolo con los ojos.

—Te voy a mostrar lo que es perder el control —respondió él, inclinándose sobre ella.

Lo que siguió fue fuego. Brendan no la tocó con prisa, sino con una precisión que la desarmó desde el primer segundo. Sus manos recorrieron su cuerpo como si lo conociera de memoria, arrancándole suspiros, gemidos y temblores. Dakota sintió que el tiempo dejaba de existir, que su mundo se reducía al roce de su piel contra la de él, a los besos profundos que bajaban por su cuello, a cada palabra que murmuraba con voz ronca al oído.

No hubo vulgaridad. Hubo intensidad, emociones crudas y una conexión que ninguno de los dos se atrevía a nombrar. Brendan alternaba entre la brutalidad y una dulzura inesperada, como si la adorara y la reclamara al mismo tiempo.

—Sos mía esta noche —murmuró contra su cuello, mientras ella arqueaba la espalda, temblando bajo su toque.

Dakota, perdida en la sensación, apenas alcanzó a responder: —No te hagas ilusiones, Thompson.

Pero cuando él la besó de nuevo, supo que no tenía defensa alguna.

Cuando todo terminó, Dakota quedó tendida entre las sábanas, con el cabello revuelto y la respiración agitada. Brendan la observó en silencio, recorriendo su rostro con la mirada como si intentara memorizarla. Le acarició una mejilla, lento, y la besó en la frente.

—Dormí —susurró.

—No me des órdenes… —alcanzó a decir, pero el sueño la venció antes de terminar la frase.

El teléfono vibró en la mesa de noche. Brendan lo tomó sin despertarla.

—¿Qué pasó? —preguntó, ya con el rostro endurecido.

La voz de Viktor sonó fría al otro lado.

—Robaron la carga en Hamburgo. Todo el envío. Fue limpio, como si supieran cada movimiento.

Brendan se levantó de la cama, apretando la mandíbula. —Voy para allá.

Se vistió en silencio, sin apartar la mirada de Dakota. Dormía tranquila, con el cuerpo apenas cubierto por la sábana, y por primera vez en años sintió algo parecido al miedo: no al enemigo, sino a perderla.

Se inclinó, rozando sus labios con un beso suave.

—Volveré, pequeña tormenta —susurró antes de salir de la suite.

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Kim hyun woo
muy buena
Mirta Liliana Lopez
me encanta esta novela. Mis Bendiciones escritora.
Anya Escorihuela
demasiado brutal cada capitulo ame está novela 😍😍😍😍
Ana marleny Torres ramires
exelente pero muy corta
Orne Murino: muchas gracias todavía no la termino! quedan cosas por venir🤭🤭
total 1 replies
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