Cyra, Mi Segunda Oportunidad

Al terminar la comida, se dirigieron al parque en donde casi todo el paseo la pasaron en silencio, simplemente disfrutando la compañía y el contacto del otro y es que Cyra y César caminaban muy juntos, uno al lado de otro, tomándose de las manos.

Cuando el sol comenzaba a ocultarse, llegó la hora de irse, y ambos jóvenes se dirigieron al apartamento del chico, en donde, antes de entrar, César le vendo los ojos a Cyra.

- Te tengo una sorpresa, así que ponte esto – le dice César a Cyra, mientras le extendía un pañuelo para que la chica se lo pusiera alrededor de los ojos.

- ¿Una sorpresa?, no tenías que haberte molestado, lo que has hecho por mí en este día ha sido más que increíble, no había necesidad de hacer más – le dice Cyra mientras toma el pañuelo.

- Para alguien tan especial como tú, nunca es suficiente – le dice César, causando que el corazón de la joven se acelere.

Sin perder más tiempo, Cyra coloca el pañuelo en sus ojos y deja que César sea quien la guíe dentro del lugar.

Ya dentro, César deja a Cyra en medio de la pequeña sala de estar, y le pide que no se quite la venda ni que se mueva, ante su petición Cyra asiente y el joven comienza a prender todas la velas que había colocado en todo el lugar para darle el aspecto romántico que buscaba, y después corre hasta su habitación para ir por el regalo, y una vez tiene todo listo se arrodilla frente a Cyra y le pide que se quite la venda.

Al quitarse la venda Cyra puedo notar lo que César hizo en el lugar, pero todo eso pasa a segundo plano cuando ve al joven arrodillado frente a ella.

- Cyra, desde el día en que te conocí supe que serias alguien especial en mi vida, y si bien no lo vi en ese momento, era indudable, en estas semanas a tu lado me he dado cuenta de la gran mujer que eres, y eso me cautivo, Cyra sin lugar a dudas puedo decirte que te amo, sé que podría sonar apresurado, pero es así, te amo Cyra y me harías el hombre más afortunado si aceptaras ser mi novia, y dejarme recorrer este nuevo camino a tu lado.

Ante las palabras de César, unas lágrimas se asoman por los ojos de Cyra, quien sentía su corazón rebozar de felicidad.

- Claro que deseo ser tu novia, eres el hombre más hermoso que he conocido en mi vida, no solo por fuera, sino también por dentro, te amo César, te amo por ser tú, y nada me haría más feliz que explorar estos nuevos sentimientos a tu lado – le dice Cyra, quien se arroja los brazos de su amado, provocando que ambos caigan al suelo.

Al estar tan cerca el uno del otro, y con los sentimientos a flor de piel, César y Cyra unen sus labios en un beso, un beso que fue sumamente especial para ambos, ya que en él se trasmitieron todo lo que hace un rato se dijeron en palabras.

El beso duro hasta que el aire les hizo falta y solo se separaron para volver a besarse, ese era un momento lleno de amor, que hacía que los corazones de ambos jóvenes latieran al unísono.

- Te compré algo para que recuerdes este día siempre – le dice César, mientras se incorpora y saca una cajita de la bolsa trasera de su pantalón, la cual debido a la caída se había aplastado un poco, y al abrirla revela un dije en forma de corazón con dos letras “C” entrelazadas la una con la otra

- Es hermoso - dice Cyra, quien lo toma entre sus manos como si fuera la joya más valiosa – lo atesoraré por siempre.

- ¿Me permites? – le pregunta César, mientras saca el collar de la cajita.

Ante la pregunta de César, Cyra simplemente asiente y se da la vuelta para que César le coloque la joya alrededor del cuello y al terminar él besa la nuca de Cyra.

Después, la pareja se acomodó en el sofá y César puso una película de la que ambos vieron poco, y es que ambos estaban más inmersos el uno en el otro que en lo que seducía en la pantalla, la pareja habló de todo un poco, pero el tema más predominante fueron los sentimientos que compartían.

- Así que debo de agradecerle a André – le dice Cyra a César cuando este le cuenta lo que dijo su amigo sobre ellos, así como la ayuda que este le brindó a César para preparar la sorpresa.

- Si, así es, ese chico salió adivino, lo malo es que cuando decidamos tener hijos él será el padrino del primero – le dice César a Cyra, y es que a pesar de su juventud, ellos no se imaginaban un futuro en donde no estuvieran juntos, y aunque pensaban disfrutar de todas las etapas de su relación, eso no significaba que evitarán hablar del futuro.

- Y yo lo aceptaré gustosa, al fin y al cabo él es como tu hermano – le dice Cyra.

La pareja estuvo hablando y besándose, hasta altas horas de la madrugada, cuando a Cyra le comenzó a ganar el sueño, y al ver a su novia dormitando, César la tomo en brazos y la ayudo a prepararse para dormir, y es que Cyra estaba tan cansada que apenas podía sostenerse en pie, preparar a Cyra no fue para nada sencillo para el chico, quien quedo hechizado con el cuerpo de su novia, pero por el momento debía de alejar esos pensamientos de su mente, una vez termino, la arropo en la cama y el mismo se preparó para dormir y se acostó a su lado y sin dudarlo la estrecho contra él y así con Cyra en sus brazos César se sintió en la gloria, ya que para él nada era mejor que estar con aquella grandiosa mujer.