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Salvando Otro Mundo Sin Ser Un Heroe

Salvando Otro Mundo Sin Ser Un Heroe

Status: En proceso
Genre:Reencarnación / Fantasía épica / Héroes / Salvando al mundo / Mundo mágico / Espadas y magia
Popularitas:653
Nilai: 5
nombre de autor: YRON HNR

Ayanos jamas aspiro a ser un heroe.
trasportado por error a un mundo donde la hechicería y la fantasía son moneda corriente, solo quiere tener una vivir plena y a su propio ritmo. Con la bendición de Fildi, la diosa de paso, aprovechara para embarcarse en las aventuras, con las que todo fan del isekai sueña.

Pero la oscuridad no descansa.
Cuando el Rey Oscuro despierta y los "heroes" invocados para salvar ese mundo resultan mas problemáticos que utiles, Ayanos se enfrenta a una crucial decicion: intervenir o ver a su nuevo hogar caer junto a sus deseos de una vida plena y satisfactoria. Sin fama, ni profecías se alza como la unica esperanza.

porque a veces, solo quien no busca ser un heroe...termina siendolo.

NovelToon tiene autorización de YRON HNR para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAP 14

DONDE LOS MAS FUERTES CHOCAN

Ambos ascendían la montaña principal por un viejo sendero serpenteante, que terminaba en un cráter amplio y humeante, como si algún dios gigante lo hubiera dejado allí, tras un arrebato de ira siglos atrás. Cada paso los acercaba más a su meta final. Ayanos y Leod comenzaban a vislumbrar el punto más alto, donde se suponía que se ubicaba el gran nido de dragones.

Leod, entusiasmado por la emoción de estar llegando y la curiosidad por lo desconocido, quiso adelantarse. Pero justo cuando alcanzaba el borde del cráter, Ayanos lo tomó del brazo, jalándolo hacia atrás.

—Espera... hay algo ahí —susurró Ayanos.

Ambos se asomaron con cautela para observar, y de pronto una onda expansiva los alcanzó.

—¿Qué es esto, maestro? —preguntó Leod, tratando de no ser arrastrado por la fuerza del viento.

En lo más profundo del cráter, frente a la entrada de una cueva, se alzaba una figura misteriosa, tanto poder hacia parecer que el calor que emanaba distorsionaba la atmósfera a su alrededor, el suelo temblaba y el aire se arremolinaba como si estuviera sufriendo dolor, al observar con mas esmero lograron distinguir que la figura intrigante era, una mujer esbelta, de piel pálida y cabello corto, blanco con mechas negras. Estaba desnuda, pero su cuerpo estaba envuelto en un maná anaranjado que parecía fuego brotando de sus poros.

Su aura seguía creciendo sin control. Tal despliegue hacía que la gravedad aumentara exponencialmente. Leod podía sentir cómo su cuerpo se entumecía y ardía al mismo tiempo.

—Cuánto poder... —susurró, pero pensó para sí:

"Es asombroso, pero aun así, comparado con el maestro... puedo soportarlo."

Recordó las palabras de Ayanos. Esta vez no tembló. Esta vez no temblo, se mantubo firme, si queria seguir a su maestro debe resistir.

Mientras se enderezaba, comenzaba a resistir más fácilmente aquella sensación aplastante. Ayanos, por su parte, permanecía firme, como si no sintiera nada de lo que Leod experimentaba. No despegaba la mirada de la muchacha, quien seguía liberando más y más maná, como si sus reservas fueran infinitas.

—Leod, ¿puedes cubrir tu cuerpo con una barrera?

—Puedo expandir una barrera sobre el área en la que estoy, si a eso se refiere —respondió el muchacho, extendiendo una barrera amarilla, casi translúcida, alrededor de sí mismo.

—No resistirá mucho así. Trata de pegarla a tu cuerpo. Concentra el maná de la barrera e intenta… vestirte con ella —indicó Ayanos, haciendo unos gestos torpes con las manos, como si explicarlo le costara.

"¿Cómo lo explico mejor? Yo lo aprendí intentando, así que no sé cómo hacer que me entienda…"

Leod, sin responder, comenzó a hacer fuerza, como si levantara una gran pesa. Luego de varios segundos de esfuerzo, ante la atenta mirada de su maestro, la barrera comenzó a amoldarse a su cuerpo, hasta lograr formar una segunda piel.

—Pude hacerlo… Ya veo: al comprimir la barrera de esta manera, la densidad del maná aumenta en gran proporción —dijo, mientras el calor y la pesadez ya no le afectaban casi en absoluto.

—¿Eso no es un dragón, verdad? —dijo Ayanos, sin quitarle los ojos de encima a la figura, atento a cualquier cambio en su comportamiento. El peligro que significaba aquella mujer era evidente, aunque él no mostraba el menor indicio de nerviosismo.

Leod, para responderle, sacó un libro de tapa roja y lomo grueso de su bolso. Comenzó a buscar entre sus páginas con rapidez, recordando algo que había leído tiempo atrás.

—Sí... esto es. Una vez leí en este libro de monstruos sobre una raza extraña que nace de los dragones más poderosos esporádicamente, cuando llegan al final de su vida... El Fénix.

Se acomodó los lentes mientras pasaba el dedo por el texto.

—¿O sea que esa muchacha era un dragón? —preguntó Ayanos, sin apartar la vista de ella.

—Al parecer, sí. No hay registros visuales de esta raza, ya que no muchos sobreviven para ver morir a un dragón, por así decirlo jaja. Sus vidas son muy longevas… Además, se cree que los fénix no son más que una leyenda, o un cuento del folclore antiguo.

Escucha esto —añadió Leod, citando en voz baja—: «Cuando el aliento del dragón cese, nacerá la luz que no conoce la muerte».

En un carruaje grande y ostentoso viajaban seis pasajeros, pero solo dos de ellos pudieron percibir una cantidad abrumadora de energía que apareció repentinamente. El poder era gigantesco y parecía emanar desde la cima de las montañas que aún se veían a lo lejos.

—Es un poder inmenso... —pensó Bruno, un hombre imponente que, pese a su fuerza, sintió un escalofrío nervioso recorrerle la espalda.

La única otra persona que logró percatarse fue Amelya, la hechicera del grupo. Sintió cómo el estómago se le retorcía y el pecho se le cerraba; respirar se convirtió en una lucha. El terror deformó su rostro al comprender que se dirigían justo hacia la fuente de ese poder sorpresivo.

Mientras tanto, Ayanos no pudo evitar sonreír levemente, como si lo que lo aguardaba fuese algo divertido. Avanzó despreocupadamente hacia la mujer misteriosa.

—Maestro... ¿qué hace? ¡Es muy peligroso! —intentó detenerlo Leod, pero Ayanos continuó caminando con las manos en los bolsillos.

—Tranquilo, Leod —respondió con una serenidad casi divina.

Leod solo pudo suspirar, dándose cuenta de que ya había comenzado algo imposible de detener. Cuando Ayanos llegó al fondo del cráter, comenzó a liberar su aura. Una neblina densa de maná azul se escapaba lentamente de su cuerpo y crecía con cada paso que daba.

La mujer notó la presencia y se volteó hacia él. Sus ojos rojos brillaban con intensidad, fijos en el intruso que se acercaba sin temor aparente.

—¿Quien es el?— penso ella, totalmente sotprendida por lo que veia, alguien parecia desafiarla.

Entonces, de repente con un sonido como el de un pálpito seco y penetrante, todo en la zona pareció detenerse. Por unos segundos, el tiempo mismo vaciló; hasta sus corazones dudaron en seguir latiendo. Como si el tejido de la realidad se rompiera, la mujer y Leod sintieron que iban a quedar incrustados en el suelo. La presión gravitatoria era aplastante. El calor que ella había emanado no podía compararse al de Ayanos. Era como una fogata frente a un incendio forestal. Esa imagen cruzó fugazmente la mente de la mujer desnuda, deslumbrada por la presencia del recién llegado.

En el carruaje, Bruno se agarró el pecho como si su corazón quisiera salírsele. Su cuerpo se tensó, al borde de un calambre. El pavor desfiguró su habitual expresión seria y autoritaria.

—¿Qué demonios sucede allá? —pensó, invadido por el pánico.

Incluso los demás pasajeros, que hasta entonces se mantenían ignorantes de lo ocurrido, pudieron sentir la fuerza abrumadora que surgió de golpe. Amelya, completamente superada por la sensación, vomitó un líquido blanco antes de desmayarse, su alma parecia escapar de su cuerpo, fue como si hubiera recibido un puñetazo brutal en el estómago.

—¡¿Qué mierda pasa?! —gritó Estela, tratando de sostener a su compañera que colapsaba en sus brazos.

Volviendo al cráter, donde dos fuerzas colosales estaban a punto de chocar, la mujer, al notar la presencia de un intruso en su territorio, preguntó con una calma desconcertante:

—¿A qué viniste, humano?

—Un enano testarudo me dijo que aquí encontraría unas cosas que necesito —respondió Ayanos, sonriendo mientras se detenía a unos cuantos metros de la muchacha, que ya se notaba visiblemente molesta.

Sin previo aviso, ella levantó un brazo, y un círculo mágico bastante grande, de color rojo intenso, se extendió sobre su cabeza. Entonces exclamó:

—¡Inferna!

Una cola de fuego, mas parecida a un tentaculo salió arremetiendo a gran velocidad, levantando una nube de polvo y haciendo que el suelo temblara mientras se dirigía directamente hacia Ayanos.

Él ni se inmutó. Mantuvo su tranquilidad habitual mientras el latigazo de fuego se acercaba a toda velocidad. El impacto sería devastador; de eso, ella estaba segura.

La llama estaba a punto de impactar de lleno en Ayanos.

—"Tonto humano... con tanta fuerza, y ni siquiera fue capaz de esquivar mi ataque"— pensó la mujer, convencida de su victoria.

El grito de Leod resonó con desesperación:

—¡Maestro!

El impacto fue masivo. Toda la tierra a espaldas de Ayanos se resquebrajó violentamente, y parte del terreno pareció derretirse por el calor abrasador. Una onda expansiva de polvo y ceniza envolvió el cráter.

Pero entonces, entre las brasas y el humo, un leve movimiento rompió el caos.

Con la calma de quien se aparta una hoja del rostro, Ayanos alzó una mano. Con un simple gesto, el tentáculo de fuego se deshizo en miles de partículas luminosas que se desvanecieron en el aire, como luciérnagas apagadas.

Ayanos seguía allí. Ileso. Inexpresivo.

Los otros dos no podían dar crédito a lo que habían presenciado.—"Ese ataque... podía partir una montaña en dos, Y él lo disipó como si nada"— ese pensamiento la invadió

La muchacha dio un paso atrás sin darse cuenta. Sus ojos se abrieron con una mezcla de asombro y temor, como si intentaran ver más allá de lo real, buscando una explicación donde no la había.

—Hagamos que esto sea más divertido —expresó Ayanos con una confianza absoluta, casi despreocupada.

Al oír esas palabras, la muchacha pasó de la sorpresa y el temor a una rabia profunda, como si esas palabras fueran una burla directa a su poder.

—Pues que así sea —respondió con frialdad.

Varios círculos mágicos, idénticos al anterior pero aún más densos y vibrantes, comenzaron a desplegarse en el aire a su alrededor. Cada uno palpitaba con energía candente, tiñendo el cielo de rojo fuego.

La tensión en el cráter se volvió casi insoportable.

Ayanos adoptó una postura distinta: flexionó las rodillas, encorvó levemente la espalda hacia adelante, con la mirada fija en su oponente y una mano ya colocada sobre el mango de su espada. En ese instante, su inmenso aura... desapareció sin más.

Un silencio pesado cayó.

Leod, testigo mudo del momento, sintió cómo se le erizaba la piel. Tragó saliva con dificultad mientras ajustaba sus lentes con manos temblorosas.

—El maestro ya no emite su aura... pero... ¿por qué ahora parece más aterrador?

Era como si hubiera dejado de ser humano y se hubiera convertido en la sombra de un demonio.

Ayanos exhaló lentamente, relajando cada músculo de su cuerpo. Sus hombros cayeron apenas, como si la tensión del mundo ya no pesara sobre él.

En ese instante, su adversaria alzó la voz con furia desatada:

—¡Inferna Os!

Su grito retumbó como un trueno, y los círculos mágicos a su alrededor estallaron en llamaradas incandescentes, con forma de tentaculos.

Pero Ayanos, casi en un susurro que cortó el aire con más filo que cualquier espada, pronunció:

—Estilo demoníaco... Arte irregular.

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run away.┲﹊
¡Me tienes enganchada!
YRON HNR: pronto seguire actualizando
total 1 replies
【Full】Fairy Tail
Gracias ¡necesitaba leer esto! 💖
YRON HNR: gracias a ti por tomarte tu tiempo de leerlo 😎😊
total 1 replies
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