Rindiendome A Tu Piel

Mientras en la oficina.

 — Señora, no debería contarle nada, pues, usted no es nada en mi vida y no le debo ninguna explicación, pero como tengo mis decisiones claras, le voy a resumir lo que quiere saber y lo que yo quiero ahora

 Expresó una decidida Isabel.

Itzel la quedó mirando con curiosidad por su altanera forma de hablarle y lo decidida que sonaban sus palabras, con una sonrisa burlona, dijo.

— prosigue, estoy esperando por ti.

— ¡Bueno! Soy estudiante de contabilidad, conocí a Jhordan hace poco menos de un año, me enamoré de él a primera vista. No sabía que llevaba doble vida, siempre me decía que estaba de viaje, pero ya veo que todo era mentira y el amor que me profesaba eran patrañas. Venimos aquí porque soy prima de Vannesa.

Contó Isabel muy tranquila.

Itzel la miró en silencio iba a contestar y en ese mismo instante la puerta suena, frustrada y enojada.

— pase.

Dijo una irritada Itzel.

— Disculpe, pero quería saber si se le ofrecía algo o quería algo para tomar.

 Dijo Vannesa entrando a la oficina.

—¡Vannesa… Vannesita!.

Exclamó Itzel, observando el cuerpo de Vannesa de arriba hacia abajo, Vannesa se erizó con la mirada de la mujer.

—No quiero nada de tomar, pero sí quiero preguntarte algo.

 dijo Itzel, sin quitar su mirada de Isabel.

—Dígame

—¿Eres realmente familia de esta niña y es cierto que es novia de Jhordan?

Preguntó Itzel.

—Si, en realidad es mi prima y si es verdad, el chico es su novio.

— ¡Okey!, puedes retirarte, ordenó la fría mujer.

Vannesa salió, ya se había percatado de que Isabel se encontraba bien.

Después de que Vannesa salió y la puerta fue cerrada, Itzel preguntó.

 —¿Qué quieres hacer?

Isabel tragó en seco, se llenó de valentía y dijo.

—Quiero ser como usted, no quiero que nadie más juegue conmigo, quiero que me respeten

dijo firme y decidida.

 Itzel se quedó en silencio mientras procesaba él descaro de esta niña, pero había dolor, determinación y mucha madera. Era como un diamante en bruto, así que sonrió y le dijo.

—¿Así que quieres ser como yo? Isabel ve que no soy, ¡una dominante cualquiera!

—lo se, lo pude ver cuando llegó y por eso quiero hacerlo, quiero causar en las personas lo que usted causa.

respondió Isabel.

Itzel se quedó pensando en su siguiente paso,¡no se lo pondría fácil!

— ¡Bueno! Si aguantas dos pruebas, Jhordán sería tu primer sumiso, yo renunciaría al contrato y tú serias su nueva ama y estarías siempre conmigo puliéndote, ¿qué dices, trato?

Isabel quedó pensando en cada palabra de la de la mujer, su firmeza era admirable.

 Isabel observó la correa que tenía Jhordan puesta anteriormente en el escritorio y miró firme a Itzel y asintió al trato propuesto sin objeciones.

Itzel le dijo que se quedará ahí, que ya regresaba, salió de la oficina y fue en busca de Will.

Encontró a Will y pidió hablar a solas con él, le explicó lo sucedido y le pidió algunas cosas que necesitaba.

Will estaba asombrado, sin embargo accedió a dar lo pedido sabía que sería un gran espectáculo.

Cuando Itzel entró nuevamente a la oficina, Isabel la quedó mirando ansiosa. No tenía idea de qué pruebas le iba a poner esa mujer y si las soportaría.

—¿Estás segura de lo que pides? Mira que todavía estás a tiempo de retractarte.

Advirtió Itzel mirando fijamente a la mujer.

—Estoy completamente segura.

Isabel recalcó estar segura de la decisión tomada.

Itzel la miró, sonrió, se acercó y le tendió la mano. Isabel, nerviosa, la tomó, pero más era su ansiedad por la incertidumbre de lo que iba a pasar.

—¡Primera prueba! Vas a probar que es ser sumiso y como recibir el verdadero placer, ¿estás dispuesta?

 Preguntó Itzel acariciando la mano que sostenía.

—¡Sí!

fue todo lo que salió de Isabel.

Itzel sonrió con satisfacción.

—El placer no importa de qué género viene, todo está en tu mente, si en tu mente le ordenas a tu cuerpo tener un orgasmo, ¡así no te guste lo que estás haciendo! tu cuerpo va a obedecer, o puede ser al contrario puedes estar al límite y sentir que vas a estallar de placer, pero si tu mente le niega a tu cuerpo que salga el sentimiento, tu cuerpo obedece. Recuerda Isabel todo esta en la mente, esa es tu alianza más fuerte tu mente debe estar al 100% en la escena que estés.

Explicó Itzel.

Isabel estuvo atenta a cada palabra dicha por la mujer.

—¡Comencemos! No temas, me gustan los hombres, pero soy tu maestra y solo yo te debo enseñar.

Dijo Itzel, para aclarar cualquier duda de Isabel.

Agarró lo que había traído, lo que Will le había buscado y lo puso en la mesa, acomodando minuciosamente todo.

Isabel solo observaba la delicadeza y concentración de la mujer para arreglar todo

 —Párate frente al espejo.

Dictaminó Itzel al terminar lo antes realizado.

Isabel obedeció la orden.

— Voltea y mira, tú reflejo ¿qué ves?

preguntó Itzel.

Isabel se observaba sin saber qué responder, solo se veia a ella.

Itzel al ver a la confundida mujer dijo.

—¿No sabes? ¡Solo te ves a ti! ¿Sabes que veo yo? Veo a una mujer débil, incapaz de aguantar o instruir el placer. Ahora, como niña buena que eres o dices ser, desnúdate con calma.

A Isabel no le gustaron las palabras de la mujer, sin embargo debía seguir y aprender de cada enseñanza para ser como Itzel o mucho mejor que ella.

Obedeció y optó por quitarse toda su ropa, cuándo estuvo desnuda, Itzel dio una vuelta a su alrededor, se paró frente a ella y delinea la curva de sus sonos. Isabel se estremeció al ver el acto de la mujer.

Itzel fue a la mesa y agarró unas bridas y las pasó por unas argollas y una cadena que descendió del techo. Cuando presionó el interruptor, pasó las bridas por el aro y amarró las manos de Isabel y volvió a presionar el interruptor y lo frenó cuando vio que quedaba estirada.

Con un plumón, se acercó a ella y lo pasó por su costilla, subiendo por sus senos hasta los hombros. De allí lo fue pasando por el cuello y lo bajó por su espalda, pasó por sus glúteos hasta los muslos, siguiendo a su parte íntima. Al llegar allí, Isabel se estremeció.

Itzel se alejó y la joven resintió su ausencia, ya que estaba super excitada y eso que no le había hecho nada aún.

Itzel regresó a ella con un pequeño vibrador de clítoris, se lo pasó a Isabel por los labios y le ordenó.

—¡abre la boca! La joven obedeció e Itzel lo introdujo en su boca. ¡Isabel lo chupo! Cuando Itzel lo sacó, lo bajó y lo puso en el lugar más sensible de la joven y lo entendió. Isabel, pego un brinquito y jadeo, ¡tal acción! Fue del agrado de Itzel, ya que esa acción le demostró que iban por un buen camino, pero no era suficiente quería escuchar más, quería que gritara y escucharla pedir más, hasta quedar sin voz.